David, el juntador de cabezas
Suele molestarle, según nuestras fuentes, que los tilingos lo llamen “deivid”. Prefiere que lo llamen David.
Suele molestarle, según nuestras fuentes, que los tilingos lo llamen “deivid”. Prefiere que lo llamen David.
Claves para entender el milagro argentino.
Nada nuevo bajo el sol. “Sin novedad en el frente".
“Urribarri, Rocamora, el Elegido es Urribarri”, confirma la Garganta.
Amado Boudou, El Descuidista, supo con anterioridad, según nuestras fuentes, que iban a internar a La Doctora.
En Salta -aparte de la conmovedora sequía- lo que impresiona es el crecimiento casi inexplicable del utopista Partido Obrero.
Hasta convertirse en otra paciente de la clínica de Favaloro, La Doctora movilizaba una epopeya tan explícita como memorable.
Los aprietes -suplicantes, altivos y casi desesperados- se agudizaron, según nuestras fuentes, en las últimas dos semanas.
“Al final, vamos a quedar los dos” –dijo uno de los dos, Cobos o Scioli.
Lo va a desmentir. Como corresponde. “Ni un paso atrás” (aunque adelante esté la ciénaga).
De confirmarse lo que trasciende, La Doctora tampoco podrá presentar el pliego después de las catastróficas elecciones de octubre.
El cristi-sciolismo mantiene el incierto descaro que resulta casi admirable.
La Doctora dejó de ser la solución. Es el problema.
En todos los esquemas, dos figuras asoman, invariablemente, en el primer plano: Aires y Soles I y II.