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Soja, keynesianismo y canutos

Sin inversiones de afuera ni adentro hasta después de elecciones de 2017.

Oberdan Rocamora - 2 de agosto 2016

Artículos Nacionales

Soja, keynesianismo y canutosescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

La epidemia de inversiones no deparó siquiera un resfrío.
Las positivas fotografías de Mauricio Macri, Presidente del Tercer Gobierno Radical, con la amabilísima señora Ángela Merkel no sirven, en la coyuntura, para nada.
Como tampoco cotizan las fotos tomadas, en Buenos Aires o París, con el alicaído François Hollande. O con el astuto Mario Renzi. O con el turista Barack Obama, aquel pato rengo que quería conocer Bariloche.
Dulces «caricias al alma», diría un poeta de Villa Elisa. Satisfacciones para el espíritu que demuestran el vigor del cambio geopolítico. La consolidación de Mauricio Macri, desde afuera hacia adentro.
Tampoco son útiles, ni para llevar al banco de empeños, las penúltimas visitas. De Peña Nieto, de Méjico, y sobre todo del emir Hamid Al Thani, el titán de Qatar.
Antes de crear Al Yassira, Hamid supo derrocar a don Kalifha Al Thani, su padre. Pobre viejo, Kalifha se fue para curarse a Ginebra, pero el hijo Hamid, en Doha, se le quedó con el poder. Y no le permitió regresar. De haberlo sabido, Mauricio le hubiera expresado, al emir Hamid, su profunda admiración.

Consta que Mauricio no es ni bueno ni malo. Es estructuralmente insustancial (cliquear). Aunque dista de ser un gil, como lo creen muchos de sus defensores.
Soja, keynesianismo y canutosSe trata de un ingeniero tan temperamental como vengativo. Con influencias de Mario Puzo, el autor de El Padrino, más que de Jaime Durán Barba (cliquear). Y se encuentra decidido a fulminar, como Hamid, a todo aquel que lo haya enfrentado, ninguneado o ridiculizado.
Al respecto, Francisco De Narváez puede testimoniar. Como antes Ricardo López Murphy. Pero también puede testimoniar Cristóbal López. Y en cualquier momento en la lista se anota también a Marcelo Tinelli.
En adelante, para ser puntualmente aniquilado, aguarda su turno en el podio algún juez federal que aún persiste. Como cierto sindicalista Caballo que ya tiene la cabeza en el yunque. Y posiblemente hasta anexe un gran banquero, si es que finalmente se anima. Y hasta el empresario más poderoso. Cabeza de la única multinacional que mantiene algo en común con la Argentina.

La salvación china

Aquí se instaló un título eficaz pero equivocado. Indica que «Macri gobierna para los ricos». Cuando en realidad los ricos emergen como el obstáculo principal. Porque le ponen más elogios que capitales.
Soja, keynesianismo y canutosSi súbitamente Mauricio aparece en cualquier reunión de empresarios, con seguridad van a ovacionarlo, abrazarlo, y sacarse selfies. Pero no le van a extender ningún cheque de confianza. Ni contratar a nadie. Ocurre que los inversores argentinos, según nuestras fuentes, están cautelosamente decididos a esperar el resultado de las elecciones legislativas de 2017 (cliquear).
Hasta entonces van a hacer, apenas, mantenimiento de lo que tienen invertido. Sin echar ningún operario, la máxima concesión. Y hasta por ahí nomás.
La certeza de no poner, por parte del argentino, justamente legitima, en el fondo, que desde el exterior tampoco nadie se anote para ponerla.

«Si el argentino no la pone, ¿por qué la vamos a poner nosotros?», constata el representante de alguna multinacional del bendito exterior.
A lo sumo llegan mangos con interés lícitamente financiero. Para ponerla en intereses en pesos, y comprar los dólares a futuro. Y armarse así de una respetable diferencia.
Lo aconsejan distintos luchadores de fondos de inversión. Los que invierten con las garantías de nuestras bicicletas transitoriamente seguras. Con rueditas.
Soja, keynesianismo y canutosTodos celebran las fotografías de Macri con los líderes mundiales. Con la gravitación de la imagen que brinda la atmósfera del cambio.
Como celebran asimismo que el TGR sea partidario de la gestación de una economía de mercado.
Pero ninguna de estas celebraciones mantiene la menor relación con nuestras urgencias. No deriva en las inversiones ilusionadas.
Sólo se constata la vigencia del país, que entra en el bolillero, del que estaba afuera.
«Ni de Europa ni de Estados Unidos, hay que convencerse, van a venir maravedíes para la Argentina», confirma la Garganta.
Otra Garganta asegura:
«Sólo de China puede venir dinero en cantidad. La Argentina, para China, es de primera necesidad».

Por su versatilidad para el desconocimiento, Macri prefirió voltear esta certeza indeseable. A riesgo de inaugurar, con China, según nuestras fuentes, un nuevo default.
Incluso, Mauricio intentó bajar el alucinante proyecto de las represas junto al Río Santa Cruz (cliquear). Construcción ilusoria que el portal describe desde que las represas se llamaban Condor Cliff y La Barrancosa (cliquear). Ahora se llaman Néstor Kirchner y José Cepernic. Pero las obras estaban pautadas, según nuestras fuentes, para Austral Construcciones, la empresa de la casa. Consta que Lázaro invirtió decenas de millones de dólares en maquinarias que hoy se oxidan en una estancia. Fue para la Unión Transitoria de Empresas, la UTE que Lázaro diseñó con la Sinohydro, empresa del totalitarismo chino que comprometía directamente al secretario general del partido, el presidente Ji Jimping. Y con IECSA, del primo Calcaterra, la empresa que tiene tres mil trabajadores y que hoy está en venta, a merced, según nuestras fuentes, de los chinos.
Soja, keynesianismo y canutosPor derivaciones de la caída abrupta, Lázaro quedó en la banquina de la licitación. La ganó al final ElectroIngeniería, de Gerardo Ferreira. Y con los chinos de Getzhouba, que paulatinamente se quedan con la construcción de las represas, que arranca en septiembre.
Los chinos de Getzhouba se quedan de yapa, también, con ElectroIngeniería. Hasta hoy flamean dos banderas.

La Argentina Pastoril

Sin inversiones, ni en el segundo semestre, ni en los dos semestres próximos de 2017.
«Aunque se van a notar ciertas mejoras», arriesga el referente «peñista», sin convicción.
En adelante, queda apenas la ingrata alternativa de recurrir al realismo.
Resignarse a saber que, en la práctica, las vertientes de la reactivación que pueden airear la clausurada economía, son tres.
El campo, la obra pública, y el blanqueo.
Con la inflación en descenso. Gracias, en realidad, al desmoronamiento del consumo. La caída por nockaut.

Los previsibles dólares del campo, en especial de la soja que se devalúa, aluden a la vieja tradición de la Argentina Pastoril, dependiente de la agricultura.
Soja, keynesianismo y canutosTal vez deba ser suficiente, conformarse con la bendición de la tierra acaso inmerecida. Aunque el precio de la soja se caiga tanto como el consumo.
En la semana tradicionalista de La Rural pudo percibirse el sublime entusiasmo de los productores con Mauricio. Incentivado, con eficiencia, por Luis Miguel Etchevehere. Es el presidente de la corporación simbólica que tiene servido un destino político. Como probable gobernador de Entre Ríos, aunque, según nuestras fuentes, sus fans estancieras lo imaginan para el puesto más fundamental. Después de todo nadie debiera asombrarse. Ya que después de tantos amagues de industrialización la Argentina tiene que conformarse con el entretenido encanto de la literatura gauchesca. Desde Ascasubi hasta Hernández, o don Ricardo Güiraldes. Aparte, la Argentina Pastoril hoy desarrolla su propia agro industria. Y si deja de trabajar, a media máquina, se encuentra en condiciones de nutrir a medio planeta.
En la kermesse oficial del domingo, la Argentina Pastoril coronó con una aprobación ostensible. Hubo aplausos previsiblemente conmovedores para el Presidente.
Sólo fueron superados por los aplausos espontáneos dedicados a la señora María Eugenia Vidal.
Aquí debe rescatarse la moderada resignación de Mauricio, a quien le cuesta tanto compartir el cartel francés.

Keynesianismo macrista

Para algarabía de Calcaterra (al menos hasta que se desprenda de IECSA), y de las empresas sólidas como Roggio, Cartellone, Helport y Rovella.
La segunda vertiente tiene que ver con el plan ambicioso de los 100 mil millones de pesos. Para la «obra pública».
Habrá que ver, aún, de dónde saldrán los pesos. De la emisión, de los impuestos, o de algún préstamo especial que genere el lógico endeudamiento.

Soja, keynesianismo y canutosEmerge sin gloria el keynesianismo macrista. Aquí, y ahora, tiene que ser mucho más prolijo, y más transparente, que el destartalado keynesianismo kirchnerista. Trayectoria que arrancó con la proyección de De Vido para concluir en la tristeza retórica de Kicillof, para colmo keynesiano.
La circunstancia no habilita a suscribir la sentencia de Espert. Es el economista enciclopédico que alude al macrismo como «un kirchnerismo de buenos modales». Un espectro caricatural. Sin los sobreprecios estremecedores que otorgan próximos escenarios de suspenso. Y sin cartelización, para los juicios del futuro. Acontece que Mauricio se encuentra en pleno cambio de metal. Desde la plata al bronce (cliquear).
Para encarar las obras del keynesianismo macrista se enrolan las mismas empresas que supieron desgastarse con el keynesianismo de los muchachos malos.
Con el compromiso moral de terminar con aquello que se comienza, pero siempre con el rebusque institucional de la «re-determinación de precios».

La última caja

Aparte de la vertiente de las masas agrarias, Mauricio aguarda, a través del «blanqueo», la entrada de maravedíes.
Aquí se marcha frontalmente por la única caja que nos queda para avanzar. El capital no declarado de los argentinos en el exterior. El ahorro en defensa propia. O simplemente se trata del capital situado afuera del circuito bancario. Paralíticamente protegido en las cajas de seguridad. U oculto como tesoros, entre las paredes.
Soja, keynesianismo y canutosSe trata, en porteño básico, del clásico canuto.
Por lo tanto, el blanqueo se reduce a ir por los canutos. El último recurso que queda para financiar el estado que, en el fondo, los motivó.
Para garantizar el éxito del blanqueo de los canutos, se recurre, con cierta mala fe, a la compulsión estratégica. A los efectos de describirle a los canuteros un panorama infernal. Un mundo donde los canutos en negro ya no tendrán lugar. Porque, a más tardar en dos años, no se podrá conservar más el dinero negro. Y aquí la compulsión es implacable. Si el dinero no está blanqueado, el canutero ni siquiera los podrá rescatar de sus propias cuentas.
Cucos perversos en el horizonte.
Claro que, si los inversores no llegan, ni desde afuera ni desde adentro, hasta después de las elecciones legislativas de 2017, cuesta persuadir a los canuteros. Para que blanqueen el dinero negro. El canuto que tienen clausurado en el exterior, o tabicado debajo de la cama.
«¿Y si estos señores ejemplares de Cambiemos pierden en 2017, y en 2019 vuelven los peronistas malos?», pregunta un cauteloso, con nostalgias probables del tiempo perdido.
«¿Qué van a hacer con mi guita los peronistas si saben adónde la tengo y tienen el número de mi cuenta?».

Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com

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