
Cantera extraordinaria de estadistas
Al fin y al cabo, presidente puede ser cualquiera. Es joda.
Al fin y al cabo, presidente puede ser cualquiera. Es joda.
Impunidad y lawfare. Dos puntas del segmento que marca la magnitud de la confrontación.
El gobierno de Alberto rescata del naufragio a los que acaban de estrellarse.
A medida que La Doctora extiende su poder, la oposición más dura sigue la agenda de la reconocida oposición mediática.
Mientras se entregaban a la sabiduría de la Mesa Judicial, La Doctora los embocaba con el ejercicio de la política.
La única oposición real, que registra -y respeta- La Doctora, es Clarín.
Construcción de poder inspirado en el liderazgo de culto y en el culto de la caja.
Con la cesión del rango, La Doctora queda estampada como la lideresa de la Revolución Imaginaria.
Los gobernadores también lo empoderan. Con la tecnología del silencio. Estampados en la pared.
Ya no le sirve -Alberto- ni a La Doctora ni a Clarín. Y faltan más de tres años.
Un conjunto de tomas, de cepos, decretos y manotazos signan un gobierno descontrolado que puede estrellarse.
Multiplicados peronistas quedan fuera del juego y con la medialuna enarbolada. Sin tazas donde mojarlas.
Uno de los dos expresidentes tiene que caer. En cana. La epopeya del poder conduce al riesgo de cárcel.
La exgobernadora va a anotarse, como Mauricio, para las legislativas de 2021. Año, para colmo, del Búfalo.