Se lo empodera o es presidente de decoración
En un país de estricta cultura presidencialista, es cruel mantener un presidente debilitado por la perversa divulgación del propio discurso.
En un país de estricta cultura presidencialista, es cruel mantener un presidente debilitado por la perversa divulgación del propio discurso.
Los multiplicados fragmentos del peronismo se preparan para el trago espeso de cicuta de la segunda ronda.
En el primer partido de septiembre fue plebiscitado de manera contranatural. Y con profundidad.
Con los sindicalistas activos, con los gobernadores y minigobernadores en acción, el peronismo tradicional aspira dar vuelta el resultado.
Ocurrió en la Argentina irreal. Una metáfora pasional que contiene el atributo sublime del ridículo.
Al fin y al cabo, presidente puede ser cualquiera. Es joda.
Impunidad y lawfare. Dos puntas del segmento que marca la magnitud de la confrontación.
El gobierno de Alberto rescata del naufragio a los que acaban de estrellarse.
A medida que La Doctora extiende su poder, la oposición más dura sigue la agenda de la reconocida oposición mediática.
Mientras se entregaban a la sabiduría de la Mesa Judicial, La Doctora los embocaba con el ejercicio de la política.
La única oposición real, que registra -y respeta- La Doctora, es Clarín.
Construcción de poder inspirado en el liderazgo de culto y en el culto de la caja.
Con la cesión del rango, La Doctora queda estampada como la lideresa de la Revolución Imaginaria.
Los gobernadores también lo empoderan. Con la tecnología del silencio. Estampados en la pared.