
Que pierda Macri y La Doctora no gane
El largo plazo, en Argentina, se agota en octubre. Más allá es la posteridad.
El largo plazo, en Argentina, se agota en octubre. Más allá es la posteridad.
Las franquicias del peronismo se encuentran alborotadas.
El peronismo perdonable colabora con la elaboración prolija del flamante endeudamiento que le va a explotar al sucesor.
¿Sabían, acaso, lo que sistemáticamente se robaba? ¿Participaron de la fiesta del despojo? ¿Lograron zafar?
Peronistas sin vértebras que se sienten desorientados afuera del poder que debiera pertenecerles por derecho natural.
Macri y Massa tal vez creen, para atribuirse un ropaje épico, que "van a Davos a buscar inversiones".
Aníbal fue derrotado y hoy es Scioli el general Quiroga que va "al muere". Al sacrificio. Entregado a Macri.
Conquistar el poder, y conservarlo, se impone como el atributo principal.
Para el primer tramo del ciclo que se avecina, la administración arrastra la idea del regreso hacia "el orden natural".
Scioli, si no traiciona, se autodestruye. Y si traiciona es probable que el cristinismo, si puede, lo masacre.
El antikirchnerismo se funde y se confunde con el antiperonismo.
A falta de un líder como Alfonsín, o de un candidato imbatible como De la Rúa, quien emerge es Macri.
Al cierre del despacho, dos "migueles" son los aventajados para suceder al Pelado Bonfatti.
Aquí el desgaste, por uso y abuso del poder, suele confundirse con extinción.