Uno, dos, mil peronismos
Randazzo abre otra ventanilla. Los macristas se entusiasman.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Siempre funcionario y nunca candidato, Florencio Randazzo, El Loco, abandona la placidez de la dilatación para salir «a jugar». Emociona a los peronistas necesitados de otra ventanilla. También a los macristas que imploran por otro factor redituable de división.
Sobreviviente de relativas batallas contemporáneas. Randazzo resultó fundamental para que Néstor Kirchner, El Furia, en 2005 decidiera desembarazarse de Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
«Si no te lo cargás ahora, fuimos», cuentan que le dijo.
Poco antes de alejarse de Solá, Mejor Cuadro del Felipismo, jefe de entonces. Para ponerse a las órdenes de Kirchner, con quien arrancó mal.
De entrada, para ser francos, El Loco Randazzo lo mandó a Kirchner a c… «¿A quién le ganaste, gil?».
Lejos de enojarse, al día siguiente El Furia lo buscó, según nuestras fuentes, para decirle: «Compruebo que sos más loco que yo, te quiero en mi equipo».
Kirchner le extendió a Duhalde la tarjeta roja de la política.
En adelante, mientras Randazzo se convertía en un ministro eficiente, la literatura ganaba un ensayista. Duhalde iba a publicar dos o tres libros por año. Al extremo de justificar la copla anónima:
«Maldición/ dijo el cartero/
van tres libros de Duhalde/
y estamos a 2 de enero».
Después que El Furia cometiera la severa irresponsabilidad de morirse, El Loco Randazzo iba a ser leal a La Doctora. Aunque ya no sería lo mismo.
Quien lo protegía, según nuestras fuentes, era Carlos Zannini, El Cenador, que alguna vez, incluso, debió salvarlo. La Doctora clamaba por cortarle la cabeza, debido a las excentricidades de su lengua filosamente crítica, producidas en un restaurant de verano.
De todos modos en el cristinismo pudo prosperar. En principio, con el sellado de pasaportes. Probablemente fue un beneficiado indirecto del desastre ferroviario de Once. Porque pudo prosperar aún más con el manejo del Transporte, que La Doctora le rebanó a Julio De Vido, años antes de ser acusada de jefa de la Asociación Ilícita.
La magnífica evolución de Randazzo alcanzó el cenit consagratorio con la compra de los vagones y durmientes chinos, que produjeron la extraña algarabía de Franco Macri. Empresario de comunión ideológica diaria con los intereses del kirchnerismo menos presentable.
La máquina de café de George Clooney
«Ojo, Randazzo es loco pero nunca come vidrio», confirma la Garganta.
Hasta el tiro del final, acompañó la gestión de La Doctora. Concluyeron la relación política a los insultos limpios en la Residencia de Olivos. La Doctora había decidido no habilitarlo al Flaco para competir con Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, por la candidatura presidencial.
Para colmo, junto a Zannini solía burlarse de Scioli, en general por las mañanas. Cuando El Cenador iba a tomar el café que Randazzo le preparaba en la máquina de George Clooney.
Se entiende entonces que se haya sentido regularmente imbécil al enterarse por C5N que, por decisión exclusiva de La Doctora, el solidario compañero de burlas, Zannini, se transformaba en la tobillera electrónica de Scioli. Compañero de fórmula. Después de haberlo hostigado tanto. Y de haber castigado con el despido a colaboradores como Rafael Follonier y Héctor Mazón. Por haberse hecho sciolistas.
Aquí fue que Randazzo se sintió humillado. Al extremo de encarar a La Doctora con los reproches que derivaron en agresiones. Sin aceptarle el caramelo de madera de la precandidatura a la gobernación, por la que ya competía su adversario interno de la Cuarta Sección, Julián Domínguez, El Lindo Julián, y Aníbal Fernández, brutalmente convertido por Clarín y la señora Carrió en la versión quilmeña de Escobar Gaviria.
De haber aceptado competir por la gobernación, el final pudo haber sido otro. Y evitarse también que desde las capillas domingueras se encararan las fervientes cadenas de oración para impedir el avance del mal.
«Pero veo que nos subestiman», confirma la Garganta de PRO. «Tal vez algo tuvimos que ver en la decisión de no aceptar» (ampliaremos solo si viene al caso).
Así como aquel rechazo de Randazzo favoreció los intereses del macrismo, puede también favorecerle hoy el desafío de abrir otra ventanilla para impulsar la pugna interna contra La Doctora. Interna que nunca, según nuestras fuentes, La Doctora va a aceptar. Lo importante, sin embargo, es plantearla. Para algarabía de la señora Gobernadora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo. Empeñada en producirle divisiones al peronismo (y en evitar el avance de otro mal, la señora Elisa Carrió, La Demoledora, aunque sin recurrir a las cadenas de oración).
En los 60, la izquierda romántica, y aún prosoviética, pugnaba por construir uno, dos, o mil Vietnams. En 2017, en la Argentina que se pone de pié, el Tercer Gobierno Radical de Mauricio Macri se esfuerza por contar con uno, dos, mil peronismos. Para posibilitar la utopía del triunfo provincial de Cambiemos.
Franquicias
Las franquicias del peronismo se encuentran alborotadas.
Primero Emilio Monzó, El Diseñador, después la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde, y ahora hasta Rogelio Frigerio, El Tapirito, aspiran a que determinados peronistas republicanos se anexen a Cambiemos. Para ser francos, ningún peronista tiene nada que hacer en el Tercer Gobierno Radical, que se propone precisamente acabar con el peronismo. Para inspiración de los antiperonistas más recalcitrantes de la sociedad.
En estado de asamblea, las franquicias del PJ tratan de no claudicar ante la vigencia política de La Doctora. Es el fracaso que Macri comparte con el Grupo Clarín.
Aquí se profundiza el equívoco porque los apoyos más combativos a La Doctora proceden de La Cámpora, y del Frepasismo Tardío. Partidos breves de Buscapinas que se le cuelgan sin otra alternativa.
Lo que queda del Frente para la Victoria, separado del PJ.
Significa confirmar que la postergada irrupción de Randazzo pone en ebullición al peronismo necesitado de causas dignas. Como enfrentar a La Doctora, en la interna que no se va a registrar nunca.
Con su Frepasito Tardío, con el apoyo de un par de mini-gobernadores como Mussi o Ferraresi, o con los predispuestos jefes territoriales de La Matanza, La Doctora se las ingenia para conservar en el bolso entre 30 y 35 puntos.
Por otra parte, sumadas las franquicias, en la totalidad del PJ no se encontraba ningún dirigente en condiciones de perder con La Doctora, al menos con cierta dignidad. Abundan los peronistas que quisieran combatirla solo para cumplir, con la certeza de perder. Para recién después acompañarla. Como acostumbran los derrotados que siempre aspiran a mojar.
Cuarta Sección
«No vuelvan a subestimarnos», confirma la Garganta del PRO. Persiste el deseo que Randazzo provoque otro desprendimiento fragmentario. Objetivo confeso de Vidal para garantizar en la provincia un mejor resultado del destartalado Colectivo Cambiemos. Sin el menor motivo que pueda justificar el triunfo. Nadie puede asombrarse si el peronismo vence en las legislativas. Basta con el desmoronamiento electoral de Cambiemos con los catastróficos mini-gobernadores de La Plata y Mar del Plata, para asegurar que la derrota en marcha es contundente (atinadamente Vidal anticipa que «perder no es el fin del mundo»).
Sin embargo la derrota puede ser evitada con uno, dos, mil peronismos más en oferta. Como el fragmento que se estructura por la emotiva reconciliación de los clásicos adversarios de la Cuarta Sección.
Domínguez, El Lindo Julián, de Chacabuco, hoy marcha tomado de la mano de Randazzo, de Chivilcoy. Como Hansel y Gretel. A la vanguardia en la Cuarta Sección. Complementados por los servicios afectivamente diplomáticos del amigo Monzó, el sobrio armador de Carlos Tejedor.
Al cierre del despacho, Randazzo camina entre las llamas sin quemarse. «A tiro de decreto» le fue muy bien en la vida. Puede disfrutar de su evolución personal y continuar con las demoras del «tiempista» para decidir. Ciudadanos de Puerto Madero y de Recoleta lo saludan con admiración, y no le entra hasta hoy ninguna bala. Como si fuera, sin ir más lejos, Sir Martín Lousteau, El Personaje de Wilde. Como si El Loco hubiera sido siempre un firme crítico de La Doctora y no hubiera cobrado hasta el último minuto como ministro. Salario que, a esta altura de la biografía, fue comparativamente un vuelto. Cambio chico.
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