El archipiélago a la bartola de Milei
Desde la debilidad básica, supo imponer la magnitud del Fenómeno, que se encuentra sostenido por la insolencia de los desbordes.
Desde la debilidad básica, supo imponer la magnitud del Fenómeno, que se encuentra sostenido por la insolencia de los desbordes.
Milei gobierna desde las redes sociales y a canilla libre con los sustanciales jaimitos que paulatinamente empodera.
Para agraviar al caído hoy se conforman filas más extensas que la de San Cayetano los 7 de agosto.
El comportamiento devastador de Milei convoca precisamente al diseño involuntario del incierto diagrama político que se viene.
Acontece que Milei, mientras “cumple”, sobreactúa. Lo hace legitimado por un cuestionable, pero categórico, alineamiento internacional.
Perón logró generar la continuidad política bajo la firmeza de tres postulados: Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política.
Milei ofrece la atracción enigmática del que se erige en modelo para inmortalizar con el encanto turístico de una selfie.
Mientras tanto comienza a disiparse también la fábula del padecimiento con ilusión.
El intercambio no implica ninguna oxigenación elemental. Al contrario, es la tergiversación de la autocrítica que nunca transcurre.
El efecto contagio atenta contra la unánime positividad del Fenómeno. Y brinda el dramatismo nocivo que enturbia la epopeya.
El estadista con suerte blindada prefiere marchar a España y participar de la kermesse organizada por la intolerancia de Vox.
La Argentina fiola: gastar a canilla libre y que otros, los ajenos, se encarguen de la mantención.
El Fenómeno Milei se dispone a reiterar el carnaval módico de las privatizaciones.
La marcha universitaria del 23/4 se destaca por ser la primera bala que le entra, de verdad, al presidente.