Buenos muchachos con déficit afectivo
En vez de sentar las bases vulgares del capitalismo tolerable, prefieren ahuyentan a los inversores que tampoco existen.
En vez de sentar las bases vulgares del capitalismo tolerable, prefieren ahuyentan a los inversores que tampoco existen.
“A gobernar que se acaba el mundo”. Es el mensaje para el jefe de gabinete con rango de presidente.
Los que creen que persiste el kirchnerismo maltratan o reverencian a La Doctora.
Los gobernadores también lo empoderan. Con la tecnología del silencio. Estampados en la pared.
Ya no le sirve -Alberto- ni a La Doctora ni a Clarín. Y faltan más de tres años.
Un conjunto de tomas, de cepos, decretos y manotazos signan un gobierno descontrolado que puede estrellarse.
Lo sorprendieron en Parque de los Patricios y le manotearon el bolso de la “copa”.
Multiplicados peronistas quedan fuera del juego y con la medialuna enarbolada. Sin tazas donde mojarlas.
Final incierto. Ni La Doctora, ni Clarín, están en condiciones de sostener la beligerancia.
Uno de los dos expresidentes tiene que caer. En cana. La epopeya del poder conduce al riesgo de cárcel.
Falta encontrar la salida digna del encierro compulsivo. Pese al presuroso anuncio de la vacuna para el pueblo vacunado.
Desde la no política, Macri instala, otra vez, su recurso para hacer política.
La secta socialdemócrata del peronismo metropolitano, con escenografía radical, cogobierna con la complejidad estructural de La Doctora.
Sobre ella se cargarán las culpas de la gestión que hizo, de 25 de Mayo 11, un festival del desatino.