La segunda oportunidad de Alberto Fernández
Con la peste le fue mal. Con la cuarentena, peor. No sorprende el despelote del plan vacunatorio. O su falta.
Con la peste le fue mal. Con la cuarentena, peor. No sorprende el despelote del plan vacunatorio. O su falta.
De la Casa Rosada se sale, en general, para sortear el riesgo de la cárcel.
14 meses después de haberse estrellado, El Ángel planta la consigna peronista.
Tragarse a los gorilas culturales, para recalar en Macri. O tragarse a La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Carrió, ya casi exterminada por el Ángel se queda afuera del pentágono. Para asustar, amaga con ser gobernadora.
Desfile de contratiempos, de anuncios entusiastas, sucesiones de equívocos y retrocesos.
El gobierno de Alberto rescata del naufragio a los que acaban de estrellarse.
La llegada de Pablo González, Godot, personaje de Samuel Beckett que procede de Santa Cruz (Tierra Santa).
Alberto no es partidario de liberar, ni oficialmente de indultar. Opta por hacer la plancha.
A medida que La Doctora extiende su poder, la oposición más dura sigue la agenda de la reconocida oposición mediática.
Para llamar a elecciones anticipadas o anunciar, en marzo, el desembarco popular de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
La única oposición real, que registra -y respeta- La Doctora, es Clarín.
Construcción de poder inspirado en el liderazgo de culto y en el culto de la caja.
Con la cesión del rango, La Doctora queda estampada como la lideresa de la Revolución Imaginaria.