
Se va el kirchnerismo, viene el peronismo
Scioli, si no traiciona, se autodestruye. Y si traiciona es probable que el cristinismo, si puede, lo masacre.
Scioli, si no traiciona, se autodestruye. Y si traiciona es probable que el cristinismo, si puede, lo masacre.
Primero Sergio debe enfrentar a Mauricio para ir luego por Daniel, al que está seguro de ganarle.
En la Franja de Massa aseguran que Sergio, en el balotaje, puede ganarle a Daniel. Más fácil que Mauricio.
La intrascendencia festiva de la oposición complementa la deplorable actualidad del oficialismo.
En este extraño juego de Punto y Banca del poder, el "sabot" de la centralidad y del error cambia rápido
La pedantería electoral de las PASO transcurre, para la persistente miniserie, sin novedades significativas.
El límite de clase, como lo llamaba Abelardo Arias. La diferencia. La frontera en materia de gravitación. La pulsera negra.
La derrota de la derecha es semántica e ideológica. Sobre todo es cultural.
En adelante, a Agustín Rossi, no hay que llamarlo más El Soldadito de Milani.
El peronismo vegetal es copado sin inconvenientes por La Cámpora transformadora.
La Doctora tiene que decidirse en los próximos nueve días.
Aceptemos que, para representar "lo nuevo", Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, ya tiene una rescatable experiencia.
Lo prioritario, aquí, es polarizarlo a Sergio. Para algarabía de Daniel y de La Doctora.
Los polarizadores deben superar aún dos efectos respectivos. Macri el Efecto Lousteau. Scioli el Efecto Randazzo.