
Gobernar con presos propios
Alberto no es partidario de liberar, ni oficialmente de indultar. Opta por hacer la plancha.
Alberto no es partidario de liberar, ni oficialmente de indultar. Opta por hacer la plancha.
A medida que La Doctora extiende su poder, la oposición más dura sigue la agenda de la reconocida oposición mediática.
Para llamar a elecciones anticipadas o anunciar, en marzo, el desembarco popular de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
La única oposición real, que registra -y respeta- La Doctora, es Clarín.
Con la cesión del rango, La Doctora queda estampada como la lideresa de la Revolución Imaginaria.
“A gobernar que se acaba el mundo”. Es el mensaje para el jefe de gabinete con rango de presidente.
Los que creen que persiste el kirchnerismo maltratan o reverencian a La Doctora.
Los gobernadores también lo empoderan. Con la tecnología del silencio. Estampados en la pared.
Ya no le sirve -Alberto- ni a La Doctora ni a Clarín. Y faltan más de tres años.
Lo sorprendieron en Parque de los Patricios y le manotearon el bolso de la “copa”.
Multiplicados peronistas quedan fuera del juego y con la medialuna enarbolada. Sin tazas donde mojarlas.
Final incierto. Ni La Doctora, ni Clarín, están en condiciones de sostener la beligerancia.
Uno de los dos expresidentes tiene que caer. En cana. La epopeya del poder conduce al riesgo de cárcel.
Falta encontrar la salida digna del encierro compulsivo. Pese al presuroso anuncio de la vacuna para el pueblo vacunado.