La Celebridad y el Mal módico
Desde la no política, Macri instala, otra vez, su recurso para hacer política.
Desde la no política, Macri instala, otra vez, su recurso para hacer política.
Lo que fue talentoso para la campaña resultó trágico para gobernar.
Es una pulseada entre poderes. Los ministros y presidentes pasan, los diarios y canales quedan.
Con la severa agudización de la desigualdad. Con la nostalgia por la grandeza perdida que nunca existió.
“Estar cerca del Presidente es mejor que ser ministro del Presidente”.
Vidal, Massa, El Wado, Lousteau, Donda, Máximo, Larreta, Kicillof, Monzó, Lacunza (Millennials como Sagasti, Massot, Grabois).
La legitimidad de Macri transcurre entre “convenciones radicales”.
El Jefe del Estado Mayor Conjunto, el militar interventor del PRO, el Schwarzkopf de Maceta.
Fueron tres días con la certeza de creer que las potencias dominantes nos tenían en cuenta.
El G-20 va a paralizar Buenos Aires entre el 28 de noviembre y el 2 de diciembre.
Encerrarse cuando las recetas comienzan a fallar. Para darse baños vigorosos de identidad.
Jair Bolsonaro es el emergente de la patología arrasadora que unificó la actividad política con los negociados de la corrupción.
En Roma, en París, en Washington, ya es público que se lo quieren llevar puesto a Francisco con la abdicación.
Los lineamientos piadosos del cura Jorge Bergoglio resultan irritantes para los justificadores del privilegio.