El mambo de la nave de los condenados
Para mantener vigente la insustancialidad del poder en el país donde todo termina invariablemente mal.
Para mantener vigente la insustancialidad del poder en el país donde todo termina invariablemente mal.
Es el conductor que desconoce hacia dónde dirigir la barca descuajeringada del país.
Justamente cuando la sociedad le pasa la factura de la indiferencia.
El primer gran error fue la cadena dominguera nacional. El segundo, festejar el veto miserable con la chiquilinada del asado.
Para rescatar al gobierno endeble había que captar las permeables voces del radicalismo que se encontraba en banda.
Milei se queda en el amague y no avanza, persiste en el enojo, o en la jactancia de la agresión.
El Panelista de Intratables le aplica, desde la presidencia, el juego apasionante de las milanesas combinadas con anfetaminas y Valiums.
Desde la debilidad básica, supo imponer la magnitud del Fenómeno, que se encuentra sostenido por la insolencia de los desbordes.
Milei gobierna desde las redes sociales y a canilla libre con los sustanciales jaimitos que paulatinamente empodera.
Difícilmente pueda sostenerse la idea de que al inventado Fenómeno Milei puede irle muy bien como presidente.
El comportamiento devastador de Milei convoca precisamente al diseño involuntario del incierto diagrama político que se viene.
Acontece que Milei, mientras “cumple”, sobreactúa. Lo hace legitimado por un cuestionable, pero categórico, alineamiento internacional.
Chiquilinadas geopolíticas que banalizan la diplomacia. Pero evitan que trascienda la carencia de una efectiva estrategia económica.
Milei ofrece la atracción enigmática del que se erige en modelo para inmortalizar con el encanto turístico de una selfie.