País de sombrero, moderación o continuismo
Difícilmente pueda sostenerse la idea de que al inventado Fenómeno Milei puede irle muy bien como presidente.
Difícilmente pueda sostenerse la idea de que al inventado Fenómeno Milei puede irle muy bien como presidente.
El comportamiento devastador de Milei convoca precisamente al diseño involuntario del incierto diagrama político que se viene.
Acontece que Milei, mientras “cumple”, sobreactúa. Lo hace legitimado por un cuestionable, pero categórico, alineamiento internacional.
Chiquilinadas geopolíticas que banalizan la diplomacia. Pero evitan que trascienda la carencia de una efectiva estrategia económica.
Milei ofrece la atracción enigmática del que se erige en modelo para inmortalizar con el encanto turístico de una selfie.
Penal de VAR. Por reglamento, Victoria Villarruel, La Cayetana, perforó la red del empate, para quebrar el "efecto Cobos".
Mientras tanto comienza a disiparse también la fábula del padecimiento con ilusión.
El intercambio no implica ninguna oxigenación elemental. Al contrario, es la tergiversación de la autocrítica que nunca transcurre.
El efecto contagio atenta contra la unánime positividad del Fenómeno. Y brinda el dramatismo nocivo que enturbia la epopeya.
El estadista con suerte blindada prefiere marchar a España y participar de la kermesse organizada por la intolerancia de Vox.
La Argentina fiola: gastar a canilla libre y que otros, los ajenos, se encarguen de la mantención.
El Fenómeno Milei se dispone a reiterar el carnaval módico de las privatizaciones.
La marcha universitaria del 23/4 se destaca por ser la primera bala que le entra, de verdad, al presidente.
El plantel de Jaimitos cuenta con Santiago Caputo, Guillermo Garat, Diego Hampton, Tomás Vidal, y se reportan a Rodrigo Lugones.