Un vandorismo de estación
La adversidad lo excede a Daniel. Casi tanto como lo excede la traición de los "muchachos peronistas".
La adversidad lo excede a Daniel. Casi tanto como lo excede la traición de los "muchachos peronistas".
La sociedad sensible de decepción fácil hoy insulta a los kirchneristas, como en su momento insultaba a los menemistas.
Ahora es el peronismo (agotado, sin ideas ni jefe) el que se lamenta sobre la leche derramada.
Mauricio debía alentar la unión del voto opositor a Daniel. Y de ningún modo dividirlo.
Para el primer tramo del ciclo que se avecina, la administración arrastra la idea del regreso hacia "el orden natural".
Scioli, si no traiciona, se autodestruye. Y si traiciona es probable que el cristinismo, si puede, lo masacre.
Primero Sergio debe enfrentar a Mauricio para ir luego por Daniel, al que está seguro de ganarle.
En la Franja de Massa aseguran que Sergio, en el balotaje, puede ganarle a Daniel. Más fácil que Mauricio.
La intrascendencia festiva de la oposición complementa la deplorable actualidad del oficialismo.
En este extraño juego de Punto y Banca del poder, el "sabot" de la centralidad y del error cambia rápido
La pedantería electoral de las PASO transcurre, para la persistente miniserie, sin novedades significativas.
El límite de clase, como lo llamaba Abelardo Arias. La diferencia. La frontera en materia de gravitación. La pulsera negra.
La derrota de la derecha es semántica e ideológica. Sobre todo es cultural.
En adelante, a Agustín Rossi, no hay que llamarlo más El Soldadito de Milani.