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Las computadoras secuestradas aclaran los humanitarismos de Correa y de Chávez.

Osiris Alonso DAmomio - 7 de marzo 2008

Consultora Oxímoron

Correosescribe Osiris Alonso D’Amomio
Geopolítica, Consultora Oximoron
especial para JorgeAsisDigital

El correo informático que le envía Raúl Reyes -que en paz descanse-, a los «camaradas del secretariado», de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC, el 18 de enero de este año, no tiene el menor desperdicio. Es para enmarcarlo. Fue redactado quince días después del memorable papelón de Villavicencio. Protagonizado por Kirchner, el Presidente Real, en la aventura inocente de la extorsión humanitaria. La versión que hoy completa, involuntariamente, por carencia de información, la señora Cristina, la Presidente Delegada.
Sorprende, en la Argentina, la rica versatilidad en materia de desconocimientos.
La ignorancia suele ser riesgosa. Sobre todo cuando deriva en el suicidio de la complicidad.

Hermanamiento

Impera, en el correo de referencia de Reyes, una atmósfera favorable para el programado lucimiento del Presidente Chávez. Al que deben garantizarle el «protagonismo». Porque le agradecen «el audaz reconocimiento de beligerancia a las FARC, que tanta fobia y desconcierto causó en Uribe».
Reyes confirma, textualmente, en el punto 2:
«Atendimos la visita del ministro de Seguridad de Ecuador, Gustavo Larrea, en adelante Juan».
Ocurre que Juancito, alias el Ministro Larrea, les llevó, al ya ajusticiado Reyes, los saludos del Presidente Correa, para «el camarada Manuel». O sea, para Marulanda. Tirofijo.

Cabe consignar que en otro correo, también de enero del 2008, románticamente emitido desde «las montañas de Colombia», Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo, le agradece, al presidente Chávez, la solicitud del «reconocimiento de beligerancia», que le hace a la comunidad internacional.
Es decir, que FARC deje de ser considerada una «banda terrorista». Como es catalogada por la Unión Europea y los Estados Unidos.
Chávez, el ingenioso locutor bolivariano, y Marulanda, el líder septuagenario de las FARC, se encuentran «hermanados», según el correo, «en la lucha por la noble causa»…
«Como herederos del Libertador Simón Bolívar, por lograr la independencia real de los Estados Unidos».
Por decoro, en este correo, Marulanda no se refiere al «dossier».
Es decir, a los 300 millones de dólares que aparecen en otros correos. Glucolines que están en juego para los distintos enjuagues. Los que intensifican «el protagonismo» humanitario del aportador. Chávez.
«Que ya tiene disponibles 50, y tiene un cronograma para completarnos 200, en el curso del año». Como le cuenta Ricardo, Rodrigo Granda, e Iván Marquez, a Tirofijo, y a «los miembros del secretariado».
Los interesados pueden hurgar en los «negocios de petróleo, gasolina». Y en otras inversiones, pronunciadamente revolucionarias.

Dinamizaciones

Pero volvamos al mail para enmarcar de Reyes. El que se refiere a la presentación de saludos del ministro Larrea, del Ecuador.
Expuso Juancito, según Reyes, sus credenciales, en el punto 1:
«Interés del Presidente (Correa) por oficializar relaciones con la dirección de las FARC por conducto de Juan (el ministro Larrea)».
Y el punto 4 es imprudentemente esclarecedor:
«Ratifican la decisión política de negarse a participar del conflicto interno de Colombia con apoyos al gobierno de Uribe… Para ellos, las FARC, son una organización insurgente del pueblo…».

Sin embargo es el cinismo implícito en el punto 11 que desnuda, con una franqueza que espanta, las claves dinámicas del tráfico humanitario.
Porque Juancito, el ministro Larrea, le manga, a Reyes y a Marulanda, un rehén.
¿Qué les cuesta, en el fondo? Un rehencito, como propina de buena voluntad. Caja de empleados. Solidarios.
Solicita Larrea, según Reyes, la concesión de un secuestrado. Para que Correa también gane protagonismo. Porque el Presidente Correa, en la magnitud de tanta canallada humanitaria, también se merece su cachitín de gloria.

En adelante, sólo los paréntesis pertenecen al autor:
«Solicitan de nuestro Jefe (o sea Marulanda) y del Secretariado, un aporte (o sea un rehén), que impulse su gestión a favor del canje, que puede ser entregarle al presidente Correa al hijo del Profesor Moncayo, o algo (cualquier otro) que permita dinamizar su labor política».

Si Chávez, «para dinamizar su labor política», pretende obtener el premio mayor, como la liberación de Ingrid Betancourt, perfectamente Correa, para «dinamizar su labor», se siente en condiciones de explotar los réditos políticos de la liberación del «hijo del Profesor Moncayo».

Al Profesor Gustavo Moncayo se lo conoce, en Colombia, como El Caminante de la Paz. Porque hizo una caminata de mil quilómetros, por su país. Para llamar la atención, conmover y protestar por el secuestro de su hijo, un suboficial del ejército colombiano. Secuestrado, por las FARC, desde 1997. Un caso resonante, merced a la persistencia abnegada del padre. El Profesor Moncayo.
Significa que el ministro Larrea, nuestro Juancito, sabe pedir.
Un secuestrado no se le debe negar a ningún líder revolucionario que aspire a «dinamizar su labor política».

En su máximo nivel institucional, la Argentina no debería complicarse con semejantes dinamizaciones. En honor de su historia. Y de las ambiciones, incluso, perdidas.
La Argentina debe desmarcarse, de inmediato, de la encerrona geopolítica. Orquestada por las valijas de esta Venezuela. En menor medida, este Ecuador.
Salvo que el país ya sea, igual que el hijo del Profesor Moncayo, otro rehén.

Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron,
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permitida la reproducción, sin citación de fuente.

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