Del viraje geopolítico y de la guerrita de espiones emerge el crimen expresivo de Alberto Nisman.

Hoy se banaliza, en la Argentina, hasta la literaria profesión de espía. Y hace desaparecer la mera noción del secreto.

"Los ministros no van a obstaculizar sus tareas", les dijo La Doctora, separadamente.

Se asiste al tramo más riesgoso del conflicto inquietante. Comienza a instalarse, mediáticamente, como La Guerra de los Servicios.

¿Aportó el general Milani, en su expreso colaboracionismo, la suficiente información al CELS, para purificarse?