Nunca fue tan fácil cargarse un gobierno peronista
Ya no le sirve -Alberto- ni a La Doctora ni a Clarín. Y faltan más de tres años.
Ya no le sirve -Alberto- ni a La Doctora ni a Clarín. Y faltan más de tres años.
Un conjunto de tomas, de cepos, decretos y manotazos signan un gobierno descontrolado que puede estrellarse.
Final incierto. Ni La Doctora, ni Clarín, están en condiciones de sostener la beligerancia.
Uno de los dos expresidentes tiene que caer. En cana. La epopeya del poder conduce al riesgo de cárcel.
Falta encontrar la salida digna del encierro compulsivo. Pese al presuroso anuncio de la vacuna para el pueblo vacunado.
La secta socialdemócrata del peronismo metropolitano, con escenografía radical, cogobierna con la complejidad estructural de La Doctora.
Lo que fue talentoso para la campaña resultó trágico para gobernar.
Es una pulseada entre poderes. Los ministros y presidentes pasan, los diarios y canales quedan.
Vicentín no es una tasca gallega especializada en tortillas y mondongos. Como el Vicentín de La Coruña.
Circulación escandalosa de listas de espiados. La banalidad agregada del “espionaje a los propios”.
Con la severa agudización de la desigualdad. Con la nostalgia por la grandeza perdida que nunca existió.
Las elecciones legislativas se imponen como el chequeo general que examina el estado de un gobierno.
La sociedad eligió, para representarla, a los sinvergüenzas. Son más confiables.
“Estar cerca del Presidente es mejor que ser ministro del Presidente”.