Pasiones arrebatadas de Santiago
Relevamiento Federal, Santiago del Estero: Cuando lo privado determina lo público.
Consultora Oxímoron
sobre informe de Consultora Oximoron,
Redacción final Carolina Mantegari
especial para JorgeAsísDigital
Introducción
La perversidad de la indiscreción
Comparado con Santiago del Estero, Macondo presenta el escenario de un cuento naturalista. Una mera estampa de almanaque.
Aquí lo privado suele fundirse con lo público. Lo determina. Lo legitima. Lo explica.
Las situaciones personales de los protagonistas arrastran una carga rica en historias. Diseñan una sociedad plagada de secretos.
«El que quiera conocer que viva un tiempo en Santiago», confirma la chacarera. Secretos que se ventilan con la perversidad de la indiscreción. Se agigantan. Se transforman.
«Todo se sabe en Santiago», confirma la Garganta. Pero cuando se lo imagina es peor. Aunque casi nada trascienda hacia los medios masivos de comunicación. Los que se encuentran estrictamente controlados por el poder de turno.
Región caracterizada -consigna Oximoron- por los arrebatos pasionales. Los entrecruzamientos y las traiciones. Los castigos y las humillaciones. Desfilan feroces enemistades de poder, odios históricos como los de Juárez e Iturre, hasta los conflictos admirables entre mujeres honestas, que disputan por el amor de un cura culposo, pero ardiente.
Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron
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Gerardo Zamora, El Neo Juárez, Radical Kash, mendocino, es la figura estelar de la provincia.
Segundo en el escalafón presidencial, después de Amado Boudou, El Descuidista.
Es Presidente Provisional del Senado. Función que -según nuestras fuentes- le disgusta.
El Neo Juárez siente que La Doctora, con semejante distinción, lejos de favorecerlo, lo perjudicó. Porque llegó repudiado por los radicales y resistido por los peronistas.
La Doctora lo usó a Zamora para exhibir la demostración olímpica de su poder de dedo. Aunque, a Zamora, le arruinó la vida.
Hoy comienza a diluirse, paulatinamente, la construcción del poder armado en el pasional Santiago del Estero. Mientras tanto, paradójicamente, crece la influencia de la señora Claudia Ledesma Abdala. Es la actual Gobernadora. Su esposa. Ninguna tonta.
Aquí Zamora reitera la peripecia literaria del gobernador Arredondo, el protagonista de «Hombre de Gris». Destrabó una situación tensa con la elección de su esposa. Postergó ambiciones de profesionales.
Es lo que oportunamente también hizo su verdadero maestro y antecesor. El extinto caudillo peronista Carlos Juárez, modelo inspirador.
Juárez convirtió en gobernadora a la legendaria señora Nina. La viuda de Juárez. La dama digna que toma a diario su café, elegante y altanera, con agua mineral, mientras se instala en la incomodidad de los recuerdos. En un hotel que ya no es el Caesar Park. Su chofer la deja y pasa a buscarla. A veces la espera durante horas.
En la ceremonia del café de Nina siempre puede desfilar la historia más cautivante de Santiago.
Sin control
Claudia, 40 años, alta, escribana, carismática e imponente.
Se equivocaron los que pensaban que Claudia iba a ser la gobernadora de adorno. Manejada por Zamora a control remoto. O por mensaje de texto, desde Buenos Aires. Ciudad donde su marido quiere estar el menor tiempo posible.
Don Gerardo prefiere permanecer en Santiago. Es donde quiso aferrarse a perpetuidad. Hasta que la Suprema Corte lo obturó.
Necesitaba asegurarse el control de diversos compromisos. Derivaciones del manejo complejo de las obras públicas, aquí extraordinariamente multiplicadas. Obras que transformaron la urbanidad de la ciudad.
Hoy Santiago cuenta con «torres gemelas», intensas y visibles como las desigualdades. Abundan las obras de la empresa Panedile, que ya vienen abrochadas, enlatadas desde Buenos Aires por don Julio. Y las obras menores de alguna empresa local (solo ampliaremos si viene al caso).
O prefiere quedarse para controlar los mejor manejados compromisos del juego. Los orienta el difícil banquero del lugar. El padre temperamental y el hijo rápido, simpáticos dueños también del canal de televisión. Socios -en simultáneo- de Zamora, en la propiedad (y en los contenidos) del diario principal.
Los Ick se las ingeniaron para conciliar una fórmula sutilmente redituable. Zamoristas en la provincia, pero críticos del kirchnerismo en el ámbito nacional. Dualidad que condenan los fundamentalistas del cristinismo.
Mientras tanto los ministros, según nuestras fuentes, se habitúan al desconcierto. La obediencia y la lealtad tienen que ver más con la intuición y el olfato.
Si se muestran demasiado zamoristas, es probable que se ganen la desconfianza de «La Turca». Así llaman a la Gobernadora.
Si se muestran demasiado obedientes con la Gobernadora, se arriesgan a que Zamora se enoje, y directamente los aparte.
Claudia viene de una familia política. Mantiene a su padre clavado en el ministerio de Desarrollo Social.
Algunas acciones privadas que trascienden de La Turca sólo pueden interpretarse a partir de los datos de su historia personal.
Si alguna cuñada maltratada, sin ir más lejos, atraviesa la instancia del mal abandono, ella exhibe alguna solidaridad que fastidia.
Ocurre que La Turca, según nuestras fuentes, fue también una mujer golpeada. Maltratada. El informe consigna dramatismos que esta crónica omite.
Trasciende que aquel maltratador hoy no pasa en la provincia por un período auspicioso. Tampoco la pasa bien la madre del golpeador. Cuentan que la hizo citar, por un juicio, a las tres de la madrugada.
Desde La Banda
«La Turca, a Zamora, se la mandó Chabay», confirma la Garganta.
Es Chabay Ruiz, el intendente radical de La Banda. Representante de Sergio Massa en la tierra (de Santiago).
Extinguido Zavalía, emerge Chabay como el adversario fundamental de Zamora.
Después que Zamora fue electo gobernador, según el mito Chabay le envió a su funcionaria, Claudia, que estaba demasiado vinculada al ámbito de sus afectos. La envió con cierto encargo. Con una misión (aquí las fuentes se entrecruzan, con agregados de fantasía).
Justamente cuentan que Zamora venía en baja. Deprimido. Salía espiritualmente mal de la separación con una de las damas más bellas de la comarca.
Para la interpretación política, en la tierra de las pasiones arrebatadas, sólo debe confirmarse que Claudia y Zamora iban a enredarse. A casarse. Pronto.
Claro que ambos, en adelante, como consecuencia del cuento circular, pugnarían por la natural destrucción de Chabay.
Tal como en «El juguete rabioso», la contundente novela de Roberto Arlt, le dijeron a Erdossain:
«Te odio por lo que sabés de mí».
Pese al entusiasmo de algún encuestador zamorista, en la última elección, Chabay renovó ampliamente el poder en La Banda. Y se perfila para sucederla a Claudia.
Aquí aun faltan tres años para renovar. No hay motivos para precipitarse. Chabay está con Massa, y el claudia-zamorismo va a apoyar a quien proclame La Doctora. No se van a apurar en apoyarlo a Scioli como Alperovich, el vecino de Tucumán, que se apresuró en organizar un acto para Scioli y desde Buenos Aires lo masacraron.
Lo que sí es que ahora le cuelgan, a Chabay, las demandas más insólitas. Exploran en su aspecto más vulnerable. Cierta insaciabilidad pasional.
La última denuncia alude a su condición de acosador con suerte. De acosador que logra el objetivo con la víctima, en la relativa intimidad del despacho. Con la también relativa, y casi discutible aceptación de la acosada. La que después lo denuncia.
«Pero quién puede creerse una violación en ese despacho», confirma la Garganta. «Si se cae una aguja y las secretarias escuchan».
Pero el tema diseñado del ultraje adquiere aquí un tenor más político que judicial. Sobre todo desde cuando, de la mano de Chabay, aterriza La Franja de Massa en Santiago.
Justo cuando comienzan a estabilizarse -como consigna Oximoron- otros referentes que se proponen crecer, desde la resistencia.
El postergado radical Emilio Rached, ex vicegobernador, desde Pinto. U otro paisano, Salim, desde Frías. O la diputada peronista Ada Iturrez de Cappellini, de Ojo de Agua.
Otras pasiones
En el Café La Roca, o en la salida hacia La Banda, en el Coffee 24, tienta más intentar la literatura erótica que definir una crónica.
Probablemente cuando se ventila la pasión de una ex mujer fuerte, que induce a un sacerdote, bastante codiciado, hacia la crisis vocacional de fe. Y a la decisión lícita de convertirse, ante la comprensión paternal de Francisco, en un ponedor civil y normal. De los que abundan en Santiago. Aquí surge como antecedente el otro secreto. El secreto del cura negro, de origen africano, que influyó en la pigmentación de la descendencia de varias damas intachables de la comarca. No ampliaremos.
O inspira la literatura esotérica cuando se ventila la planificación exitosa del «Pai» brasilero, al que recurrió supuestamente cierto poderoso para destruir al enemigo, que requirió la protección del «Pai» contrario.
Para una guerra de sombras que estalla en el medio de la luz, con velas negras a la hora de la siesta y con animales sacrificados de sangre goteante.
O inspira la literatura de Fray Mocho, acaso de Roberto Payró, cuando desfila el anecdotario festivo, casi picaresco, del jocundo intendente que recuperó la libertad. Hoy es reconocidamente superado, en materia recaudatoria, por quien lo sucedió. Acumula, pero con menor sobriedad.
O cuando se evoca la historia que el portal desmiente. Que certifica que nunca ocurrió. Alude a la mujer fuerte que sorprende a su varón, aún más fuerte, en grotesca actitud de recibir. Pero con un coraje rescatable y -cabe consignarlo- viril.
Carolina Mantegari
Consultora Oximoron/Redacción final
para JorgeAsisDigital.com
permitida la reproducción sin citar la fuente.
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