Unión Democrática
Por hartazgo de los Kirchner, se reclama un acuerdo inútil. Entre Macri, Cobos, Carrió, Morales y Solá. En ese orden.
Consultora Oxímoron
Redacción final de Osiris Alonso D’Amomio,
basado en informe de Consultora Oximoron,
especial para JorgeAsísDigital
1.- La esquizofrenia
En su precariedad conceptual, el kirchnerismo generó un fenómeno culturalmente complejo. Con destino de implosión.
Los Kirchner se hicieron hegemónicos a través de la degradación del peronismo que los catapultó. Después de vanos ensayos de transversalidad, en su fracaso magistral para la construcción, Kirchner comprendió que, para capturar votos, para mantenerse en el poder, debía referenciarse desde la estructura reversible del Partido Justicialista que supo degradar.
Estallaron, por lo tanto, los subproductos residuales de instrumentación. La nadería incandescente del Partido de la Victoria. Los artificios comerciales como Compromiso K, agrupación que sólo existe en las excelentes ilustraciones del Portal. O las carísimas, ya casi desplazadas, «organizaciones sociales». Las que reclaman puestos y presupuestos, pero quedaron de costado. Presentes para asegurar el control de la calle. Para asustar con gestos sombríos a los caceroleros de epopeya. O los sellos moralistas que se dedicaron a la banalización del tráfico de los derechos humanos. Con una sucesión de traumas administrativos, apenas silenciados por la extorsión colectiva del dolor.
La esquizofrenia -según Consultora Oximoron- se apoderó de la base de sustentación del kirchnerismo que estalla.
Un modelo que depende casi exclusivamente de los sufragios que aportan los minigobernadores del conurbano. Pero argumentalmente sostenido por sus antagónicos. Como los imaginativos intelectuales de Carta Abierta. Son los encargados de la elaboración intelectual del kirchnerismo que no existe.
La ezquizofrenia descripta excede la capacidad interpretativa de los adversarios.
Los votos los ponen los minigobernadores Ishi, Cariglino y Pereira. Los versos voluntariosos los aportan Horacio González, Wainfeld y Anguita.
El estallido de las contradicciones es inevitable. Una ceremonia previa al estruendo de la implosión. Sobre todo cuando irrumpe la instancia del reparto. Y se aproxima, con su tarjeta roja, el año electoral. Un sospechoso 2009. Donde probablemente no se van a discutir, tan solo, las posiciones legislativas.
Las estrategias opositoras necesitan entonces de un Plan de Lluvia. Un Plan B.
2.- Alianzas, amontonamientos
Sentencia Celedonio Flores, en el tango Corrientes y Esmeralda:
«Cualquier cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel».
Con rigor plagiado, se parafrasea a Celedonio.
«Cualquier peronista sueña con tener enfrente una Unión Democrática».
Propia. Para vencerla. Como en 1946 la venció Perón.
Los abnegados exponentes de la maltratada oposición deben cuidarse. Para no concederle, a Kirchner, ningún cacatúa, la realización del ensueño peronista. De armarle, a su medida, para enfrentarlo, la Unión Democrática, en versión dos mil. La que necesita. Para vencerla.
La Unión Democrática, para Consultora Oximoron, es el peor proyecto que puede encarar la subvaluada oposición. Tanto para la eternidad del 2009. Como para la utopía del 2011.
La advertencia sirve para atenuar los reclamos emocionales. Proceden de sectores agobiados de la sociedad. Suplicantes que impulsan la gestación de la Unión Democrática. La que Kirchner espera.
Una cruzada antikirchnerista, integrada por elementos intrínsecamente antagónicos, tiene un objetivo de esquizofrenia similar al que ofrece hoy el kirchnerismo.
La alternativa demuestra que Kirchner aún marca la agenda.
Hasta la agenda del hartazgo.
«Que la oposición se una». Lo reclaman señoras inteligentemente sensibles. Comunicadores solemnes, empresarios de cinturas flexibles y maxilares ágiles.
Declinar vedetismos, ambiciones innecesarias. Ponerse de acuerdo en las pilas del objetivo común. Echar a los Kirchner. A través de los multiplicados fragmentos antikirchneristas.
Los suplicantes mantienen, con venerables intenciones, la visión amontonadora de la construcción política. El rencor induce a aglutinar, en una gran fuerza, a los módicos referentes que se resisten a la complejidad cultural del kirchnerismo.
3.- Música de Cuarteto
El catastrofismo, valientemente providencial, que encarna la señora Carrió, pretende, en su condición de autodenominada Jefa de la oposición, encerrar funcionalmente a Kirchner.
Cuesta asociar, el catastrofismo, a la redituable asepsia gestionaria que representa la alternativa de Macri. Al que Kirchner, curiosamente, más acosa. Mediante la programada extorsión cotidiana de los docentes, que cuando se movilizan son más temerarios que los camioneros.
La Alianza Carrió-Macri es imposiblemente agridulce. Sólo con ellos adentro puede construirse la Unión Democrática de verdad. A la que deberían sumarse, de entrada, los radicales inalterables que se reportan a Morales. Es el máximo dirigente del apetecible esqueleto radical, que logró sobrevivir de la experiencia Lavagna.
Los radicales resultan indispensables para la gestación de cualquier alianza, así sea imposible, como la tratada. Mantienen el esqueleto del Partido, con los huesos desparramados, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego.
El hipotético menjunje Macri-Carrió-Morales debería ser revuelto en baño maría. Pero se va a cortar. Antes de incorporarles, para espanto conjunto de Carrió y de Morales, el sabor de los trashumantes Radicales (que fueron) Kash. Radicales sin red que se identifican con Cobos.
Dejó Cobos de ser Radical Kash, pero continua con la cucarda del vicepresidente institucional de La Elegida.
Si el kirchnerismo implosiona, a Cobos, la banda lo espera.
Es inimaginable servir a Cobos, de entrada, en el mismo menú que se sirve, como plato fuerte, a Carrió. Aunque se le incorpore a López Murphy, el aderezo invalorable, que mantiene la gigantesca responsabilidad de representarse a sí mismo.
Los exponentes principales, Macri-Cobos-Carrió-Morales, en ese orden, por separado les resultan funcionales a los Kirchner. Aglutinados, en la suma de la eventual Unión Democrática, es más grave. Restan. Más funcionales aún.
4.- Oximoron del peronismo disidente
Es imprescindible, para armar la Unión Democrática de los dos mil, contar con una pata peronista. En todo caso, la alianza debe asumir el riesgo de convertirse en un ciempiés.
El oximoron del peronismo disidente representa un fabuloso espectro entrañablemente neorrealista. Militan las huestes del caudillo popular Pancho de Narváez. Es el único que puede abrir el monedero para encarar una campaña (que lo mantenga en primer plano).
En el narvaecismo se nuclea Duhalde. Ex presidente de la república, presidente honorable de la ADEVIK (Asociación de Víctimas de Kirchner).
Pero el oximoron del peronismo disidente contiene infinidad de desprendimientos mágicos que se pueden aproximar al continente democrático. Abanico que se abre en don Chicho Basile, hasta cerrar con los hermanos Barros Schelotto, alias los Rodríguez Saa.
Los Brothers son los únicos, de la multiplicidad de exponentes clasificables, que se encuentran en condiciones de resistir un llamado de la secretaria del Chueco Mazzón.
Según evalúa Consultora Oximoron, al nivel de las cuatro cabezas descriptas, Macri-Cobos-Carrió-Morales, sólo puede aproximarse Felipe Solá. Para componer el quinteto.
Cinco referentes para satisfacer los reclamos erróneos de la sociedad sofocada. Que les pide que se pongan las pilas del acuerdo.
Más allá de las comprensiones parciales, como las de Carrió-Morales, o de Macri-Solá, o de Cobos-Solá, o de Cobos-Macri, Consultora Oximoron recomienda que sigan, cada uno, mejor, por su lado. Que construyan la aventura del poder a partir de la propia credibilidad. Que se exhiban como garantes potenciales de una seguridad jurídica. Que se resistan, en fin, a construir la Unión Democrática que Kirchner, con impaciencia, espera.
Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital
Continuará
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Corrientes y Esmeralda, D’Arienzo con Echagüe.
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