Soberanizadores y soberanizados
EDITORIAL: Nuestra César y el galtierismo conceptual.
Editorial
escribe Carolina Mantegari
Editora del AsísCultural
especial para JorgeAsísDigital
Paria. Persona a la que se considera inferior y a la que se le niega el trato y las ventajas de que gozan las demás.
Dista, por favor, de sentirse orgullo. Como lo proclama la prensa oficialista.
Pero tampoco se trata, en un sentido dramáticamente estricto, de vergüenza.
Ronda, apenas, un poquitín de pudor. Una suerte de recato ontológico, indeseablemente interno.
Una culpa generacional por construir un país culturalmente paria.
Cae, la Argentina, soberanamente, en otro infortunado acto de galtierismo conceptual.
Apoyada, en el plano internacional, por el presidente Hugo Chávez.
El bolivariano conmovedor, frontalmente solidario, se encuentra en la sala de pre-embarque. Con el equipaje despachado. Listo, aunque se resista, para el traslado final.
El galtierismo conceptual se encuentra sostenido, también, en el entusiasmo adolescente de la Izquierda Unida. Agrupación revolucionaria española. Tiene un diputado, Garzón, homónimo del juez Garzón. Dato ampliamente destacado por nuestra Televisión Pública.
Cede el pudor. Asoma, implacable, la vergüenza.
Mal de Abril
Argentina, país culturalmente paria, suele padecer el Mal de Abril.
Como aquel general Menéndez de abril de 1982, Julio De Vido, el poli-funcionario ostensiblemente deteriorado, hoy transformado en el rehén del modelo, en abril del 2012, asume como Interventor en YPF.
Lo acompaña El Gótico. Es Axel Kicillof. La «voz mandante y cantante». El Gótico dispone del poder de la palabra real.
Duele asumir la pertenencia a un país escasamente confiable. Sin reglas respetables para ningún juego.
Paria.
La Argentina del pito catalán. Del «pelito para la vieja».
Va a costar algunas décadas reconstruir la credibilidad pulverizada.
«Hacerle juicio a la Argentina no tiene sentido. Si total nunca va a pagar», nos señala el columnista de la Televisión Española.
La magia maligna del cable entorpece las madrugadas.
Epopeyas
Primero vinieron por los manotazos a los fondos de las AFJP. La epopeya motivó la consagración de Amado Boudou, el líder de La Banda de Descuidistas (hoy se lo puede ver contento por salirse, transitoriamente, del primer plano).
Después Los Insaciables vinieron por las reservas del Banco Central.
Ahora es el turno de la compadrada soberanizadora.
La cuenta deben pagarla las próximas generaciones.
Pero ánimo: las «próximas generaciones» tienen el desafío titánico. La obligación moral de ser peores que la nuestra.
Eventualmente, el castigo que los soberanizados españoles anuncian tiene que ver, a lo sumo, con el plazo largo.
Y aquí lo importante es salir del paso ya.
Sometidos a la estrategia de la semana entrante. La posteridad importa, sabiamente, un pepino.
Tesis
La impostura cristinista viene para confirmar la última tesis del Portal. Indica que «Nuestra César no arruga» (cliquear).
Es, precisamente, lo grave. La dificultad para retroceder. Atropellar por no encontrar, acaso, alguna salida digna.
Atascada, en la plenitud del túnel, Argentina depende de una equivocada con iniciativas. Que se hace, desesperadamente, caso. Sin «frenos inhibitorios». Como se anticipó en «La malvinización de YPF» (cliquear).
Es la máxima expresión de «El populismo cursi» (cliquear).
Si Nuestra César nunca admite críticas, es absolutamente ilusorio esperar, al menos, una autocrítica. Por aquella privatización que impulsaron.
El Furia y Nuestra César dilapidaron los 600 millones de dólares. Derivaron en los fondos desaparecidos de Santa Cruz.
En el mejor de los casos, se evaporaron. Diluidos entre la impotencia de los sueldos.
En el peor, se los soplaron. Sin encarar el menor plan de desarrollo para la provincia arrasada.
Después, no conformes, iban a dedicarse paulatinamente a estrellar la energía de la nación.
Sin perplejidad, debe aceptarse que el kirchnerismo nunca paga. Tampoco en la versión póstuma. Cristinista.
Viven gratis. Siempre, admirablemente, de arriba.
Los garroneros se anotan con astucia para el cobro.
Malgastan. Derrochan y, simultáneamente, reclaman. Como si el mundo, o la humanidad, siempre les debiera algo.
La audacia patriótica del descaro sirvió tanto para impulsar la privatización de YPF como su nacionalización. Da -total- lo mismo. Con el rostro, tan sólo, más avejentado.
Y con la presencia, en el primer plano, de los jóvenes. Para demostrar que la vejez, invariablemente, persiste.
La España Soberanizada
España, La Soberanizada, tuvo días de esplendor superior. Hoy atraviesa un destino más próximo al de Grecia que al de Alemania.
El desempleo es intenso. Como la falta de perspectivas. O como el espectáculo decadente de la monarquía que también se hunde en el grotesco.
Los Soberanizados se desangran. Se sienten ridiculizados, traicionados por los argentinos Soberanizadores.
Intelectualmente desertificados. Con una izquierda socialista maltrecha y casi agonizante.
Con una derecha módica y sin ideas que practica «La utopía del recorte» (cliquear).
Con un rey fogosamente septuagenario que se esmera en frecuentar los accidentes más disparatados. Y saludablemente se entrega a la seducción de amantes formidables, que lo movilizan mucho más que los elefantes. La última princesa, Corinne Zu Sayn Wittgenstein, pudo hacerle olvidar, acaso, al pobre rey, los papelones financieros de Urdangarain. El yerno que le resultó un Boudou cualquiera.
Un descuidista desprolijo que no supo, siquiera, ser prolijo para llevársela.
Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.com
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