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La venganza de Menem

Seminario (II) - INTERREGNO DE NOVIEMBRE: El ex presidente triunfa en La Rioja, después de ser rechazado por los perdedores del Peronismo Federal.

Carolina Mantegari - 1 de noviembre 2011

Consultora Oxímoron

La venganza de Menemescribe Carolina Mantegari
sobre informe de Consultora Oximoron,
especial para JorgeAsísDigital

El inesperado triunfo de Menem, en La Rioja, complementa, vengativamente, el fracaso del Peronismo Federal.
Sus exponentes, con alguna excepción, hoy caminan solos hacia el «Desarmadero de Warnes» (cliquear).
A Menem, El Desairado, le espera otro juramento como senador. Para arbitrar la balanza de la Cámara.

Cuando el gobernador Béder Herrera -activista del eduardismo- decidió impulsarlo a don Carlos, fue para que saliera senador, pero por la minoría. Nunca «el Béder» podía imaginar que Carlos Menem se le fuera a destapar tanto. Al extremo de obtener la mayoría.
Para convertirse, Menem, en adelante, a los 81 años, en uno de los cuadros más promisorios que emerge desde el interior. Viene «cargado de futuro».

La venganza de MenemCuesta creerle, de todos modos, a Menem, los empalagosos elogios a Cristina.
Pero Menem, que es un peronista cultural, interpreta con mayor racionalidad al peronismo que aquellos peronistas que se confabularon para enfrentarla. Y no lo dejaron integrar, para colmo, el venerable Comité de Confabulación.

El desaire

Entonces Menem optó por aproximarse al oficialismo que lo denostaba.
Pero fue después, según nuestras fuentes, de haber sido desairado por aquellos peronistas que participaban de la ilusión de la disidencia. Experimentados ex gobernadores, gobernadores en ejercicio, senadores. «Compañeros» todos que se hicieron oportunamente grandes gracias -por qué no reconocerlo- a Él. El Desairado.

Menem entonces también intentó formar parte de la construcción (del error) del Peronismo Federal. Pero, por fortuna, no se lo permitieron.
Trascendió que cierto ex gobernador amenazaba: «Si está Menem, aviso que yo no voy».

La venganza de MenemLos Federales adoptaban, a propósito de Menem, una actitud similar a la de Kirchner, El Furia. El enemigo que los unificaba.
El Furia entonces tocaba madera al escuchar su nombre. O se llevaba la mano hacia las llaves. O hacia los sectores pudendos de su anatomía.
La mochila de Menem nadie se atrevía a cargarla. Y menos, ningún venerable quería aparecer en alguna fotografía, a su lado.

De ser por la patología de los armadores del Peronismo Federal, hubieran recortado, del mapa, la provincia de La Rioja. Les molestaba.
Ni siquiera Los Venerables aceptaban a su hermano Eduardo. O al sobrino Adrián. Por severa portación de apellido.

El error básico del Peronismo Federal consistió en haber sido fundado. Pero el golpe letal se lo asestó la muerte de Kirchner. La ocurrencia insoportable. La genialidad estratégica.

Los Venerables

La venganza de MenemLa victoria electoral de Menem, en La Rioja, amplifica la derrota, individual y colectiva, de quienes se nuclearon en la Asociación de Enemigos que le prohibió la entrada.
Puede evocarse, al respecto, cierta reunión histórica en una sala del Senado. Cuando el altivo senador Menem se sentó, modestamente, entre los periodistas. Porque ni siquiera fue invitado por Los Venerables a sentarse en la mesa principal. Estaba reservada para los coordinadores del engendro, y los potenciales candidatos presidenciales, que eran cuatro (tres en camino del Desarmadero de Warnes (cliquear). Uno, indemne).
La venganza de MenemNadie quería aparecer a su lado. Se recuerda, a propósito, que uno de ellos, el más saltarín, para saludarlo a Menem, se ocultó detrás de una cortina. A los efectos de evitar ser descubierto por los reporteros gráficos. El escondido esperó el paso de Menem y se le abalanzó. Le dijo:
«Jefe, qué alegría verlo». Y lo abrazó.
Menem, de todos modos, se dejó abrazar.

Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.Com

permitida la reproducción sin citación de fuente.

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