La re reelección de Cristina
Otro producto, exitosamente elaborado, de la cultura peronista.
Editorial
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
En vísperas del tercer mandato, se ingresa en la re reelección de Cristina.
El kirchner-cristinismo disfruta de su hora más radiante. Justamente en el «octubre imperdonable» (diría María Elena Walsh).
En la semana donde se reivindica la epopeya que deja de ser módica.
Marca la consagración electoral, que fue anunciada, con definitoria claridad, ya el 14 de agosto. Marca también la evocación del primer aniversario de la ausencia de Néstor Kirchner, El Furia.
De la muerte que, en términos políticos, derivó en genialidad estratégica. Altamente beneficiosa para el legado. Supo estimular gran parte del magnífico crecimiento acumulado. El fortalecimiento de su mejor producto. Cristina.
El relato del Poder
Se asiste entonces al capítulo más triunfalista del relato. Construido, minuciosamente, desde el poder. Con dosis, agresivamente emotivas, de sensibilidad. Lo aproximan a los máximos melodramas, estéticamente populares, de la historia del peronismo. Ideales para movilizar, ya no en blanco y negro, desde los documentales del futuro.
Con la instalación pública de la nueva síntesis sociológica. Con el fenómeno de la comunicación. De la magia calculada.
Entre Cristina, la resistida lideresa, finalmente aceptada y -a esta altura- casi querida. Y su «pueblo» (hoy representado en poco más de la mitad de la población), que le proporciona su complacencia. Y que decide sumarse, mayoritariamente, a la complicidad de avalar lo actuado, sin «beneficio de inventario», desde mayo del 2003.
Por diversos motivos, ampliamente tratados en las nueve entregas del seminario «Entre Guerras y Entre Elecciones» (cliquearlas).
IX – Último round
VIII – La bandejada del 23
VII – Socialismo y macri-caputismo
VI – Desarmaderos de Warnes
V – Rodillera, babero y vincha
IV – Costillas contadas
III – La seducción de la hija del colectivero
II – Nicho o tierra
I – Penúltimo round
Cristinismo y peronismo
La circunstancia del fenómeno (la síntesis de la comunicación) suele ser recurrente en la historia de la superstición del peronismo.
Pese, acaso, al deseo íntimo, Cristina -la protagonista principal del relato- emerge como otro producto elaborado de la cultura peronista. En permanente renovación. Con las características arbitrarias, casi esquemáticas, en este caso, de una reparación generacional. Que no debería derivar, en lo posible, en venganza.
Felizmente Cristina sabe expresarlo: «La victoria no puede ponernos pequeñitos», dijo, o algo así.
En su discurso quebrantado, perdonablemente obvio, del Hotel Intercontinental. Ante los usuales funcionarios, sensibilizados por la continuidad. Y ante la «maravillosa» escenografía de la juventud, que la vitoreaba. Y reprobaba la noble alusión al «señor Jefe de Gobierno», que «había llamado para felicitarla».
El peronismo, hoy, es esto que se ve. Y que trasciende. El cristinismo, con los vestigios ostensibles de revancha generacional. Que toleran, silenciosamente, los pragmáticos, aunque nada tienen que ver con las imposturas que acompañan.
Quien no acepte las claves del juego, y que aún sobre todo no la acepte, ni la digiera, a Cristina, nada tiene que hacer en el peronismo que la contiene. Que la forjó y la identifica.
No hay espacio, en el interior, para la disidencia. En todo caso hay que alejarse.
Lo muestra la escatología del fracaso del Peronismo Federal. La ilusión de creer que se puede aún ser peronista y combatirla a Cristina.
Eduardo Duhalde, acaso el más afectado de los desafiantes, supo sintetizar la evaluación del Peronismo Federal con una palabra inapelable. Papelón.
El papelón del fracaso se lleva, hacia el costado de la historia, a una dirigencia que sin embargo aún pudo haber sido valiosa. Pero que debiera asumir, en bloque, la plenitud del propio desperdicio. La proximidad saludable de dar el paso al costado. Sin encerrarse en la negatividad del deseo. O en la espera, que al triunfador, le vaya mal. O que sea superado por las dificultades que, lícitamente, se le avecinan.
Parafrasear, en todo caso, a Cristina:
«La derrota tampoco puede ponernos pequeñitos».
La gracia
Se trata, en el fondo, de la segunda re relección del kirchner-cristinismo.
Cristina alcanza, al fin y al cabo, aquello que no pudo conquistar Menem después de su década. La re reelección. Aquí vino simulada por el extraño traspaso conyugal.
De todos modos, y ya sin la presencia rectora de El Furia, el próximo gobierno de Cristina, a nuestro criterio, merece ser tomado como el inicio del nuevo ciclo.
Aunque la formalidad, en definitiva, a nadie le importe, el Portal decide concederle, a Cristina, los respectivos 60 días de gracia que le corresponden. Sin acentuar, en adelante, la intensidad de la crítica. O el abundante dato descalificador. Lo cual, de ningún modo, implica deslizarse en la complacencia hacia el oficialismo. Y menos, aún, lanzarse hacia una actitud pre establecida de «resistencia».
«La Argentina entera -como se aquí se dijo- está colgada del Vestidito Negro de Cristina». La sociedad cabe en su carterita de mano.
La Presidente mantiene todo su derecho a efectuar, en su plantel de funcionarios, los ajustes que considere necesarios. Y tomar, incluso, el camino que estime conveniente. Así sea la (errónea) profundización del mismo. Con el que no le fue nada mal.
Significa que, para JorgeAsísDigital, el gobierno (hoy absolutamente paralizado) de Cristina tiene cierta patente de corso. Hasta el 10 de febrero. Con la víspera incluida, el lapso de la espera (los 60 días corren a partir del 10 de diciembre).
Que tenga suerte.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.Com
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