La radicalización inútil
Sobre "la fragilidad de la fortaleza cristinista".
Consultora Oxímoron
«Atenti, pebeta, que el tiempo pasa»
Roberto Arlt. Aguafuertes porteñas.
La «profundización del modelo» imaginario -la radicalización A.P.- suele percibirse en el lenguaje de las designaciones.
Son compadradas que le hacen perder -a Cristina- entre 10 y 12 puntos.
Es la evaluación del último informe (privado) de Consultora Oximoron.
Lo que no está definido es el porcentaje que Cristina tenía antes de la radicalización A.P. Inútil.
Los fervorosos vanguardistas del combatiente Frente Encuestológico para la Victoria aseguran que Cristina se mantiene, aún, en las postrimerías de los 45 puntos.
Para Oximoron, en cambio, antes de la radicalización AP, Cristina tenía, como techo, los 45.
Al perder los 10 (12), según el informe, se dibuja el escenario de la segunda vuelta.
Sería, hasta hoy -3 de julio- entre las dos fórmulas etnocéntricas.
Primera: Cristina-Boudou. «La fórmula de la Ruta 2» (cliquear).
Segunda: Alfonsín-González Fraga (surge como la propuesta favorecida, entre la inconvincente oposición.
Desde la deidad del «Monte Olimpo» (cliquear), Cristina envía las señales altivas del populismo intervencionista. Es consecuencia de la lectura voluntariosamente inexacta de su realidad. Es la sobrevaloración errónea de sus propias fuerzas.
Oximoron describe «La fragilidad de la fortaleza cristinista» (es el título del informe). Es la fragilidad simulada, tergiversada con prepotencia. Oculta, en la ofensiva, el espectáculo de su declinación.
No obstante, con la superficialidad de la impostura, le alcanza para consolidar el terror de sectores sensibles de la sociedad.
Temerosos que distan de tomar en cuenta la siguiente sentencia:
«El kirchnerismo viola con un miembro fláccido y corto».
Los asustados, igualmente, creen encontrarse en la puerta de la revolución. En la víspera de la radicalización real. Suele escucharse:
«Vienen por todo».
Ciertas constataciones
«Con fe y esperanzas, y siempre para adelante», el gobernador Daniel Scioli, líder de La Línea Aire y Sol, con su positivismo agobiante, asimila la imposición arbitraria de Gabriel Mariotto.
Inofensivo aventurero. Puntal contra los «medios hegemónicos». Polemista incombustible, pero eternamente derrotado.
La inclusión de Mariotto es registrada, por los que temen el empuje del miembro fláccido y corto, como la constatación de continuidad de la guerra con el Grupo Clarín.
Aunque para el Portal se trate, apenas, de una versión precariamente empresarial del film Kramer versus Kramer. Un divorcio litigioso, en términos escasamente elegantes.
Los mismos asustados le temen a la virulencia manoteadora del vocalista Amado Boudou, hoy escogido para vicepresidente.
Constatan, a través de Boudou, la garantía de otra continuidad. La estética polvorienta de los manotazos. Para financiar, con el cuento ficcional del «modelo», el dispendio del Estado.
Los severos agarrones, inspirados por Boudou, generaron el estallido de las reglas, y, en simultáneo, también del juego.
Festival del vale todo, que atenta contra la viabilidad del sistema jurídico.
La «estética de los manotazos», inicialmente inspirada por Kirchner para los desdichados y vividores externos, fue continuada, gracias al aporte de Boudou, con la gloriosa captura de los fondos previsionales de las AFJP. De donde se financiaban, además, las empresas heroicas, sagazmente manoteadoras.
El problema es que, a partir del manotazo hacia las AFJP, brota, también, el manotazo hacia las empresas que manoteaban. Donde se destacan, también, una colección de manoteadores profesionales que estremecen.
Para arremeter, después, en otro manotazo, con los fondos de reserva del Banco Central. A propósito, para el despierto Kicillof -otro crédito promisorio del cristinismo en ascenso-, los fondos del Banco Central podrían ser manejados como si pertenecieran al presupuesto de cualquier subsecretaría estatal.
El complemento de estos baluartes, de la vanguardia transformadora de «los que vienen por todo», lo representa la selección de Roberto Feletti.
Es la cabeza de los diputados, por el Artificio Autónomo de la Capital. Muchacho sabiamente ocurrente, Feletti.
Pese a la flaccidez y brevedad del miembro político, supo asustar a los maricones conmovidos. Al confirmar que, una vez agotado el ciclo de conquista del poder, el populismo debe arremeter por la renta.
En la práctica, los baluartes siguen las líneas medulares que les marca el antagónico Héctor Magnetto.
El enemigo sospechosamente principal es uno de los asustados. Ver «el Magnetto de Majul» (cliquear). Donde Magnetto le dice al canal Majul:
«Este tipo de modelos autoritarios sólo puede sostenerse radicalizándose».
Para terminar con los seres perversos, arremeten los pendex de La Cámpora.
Serpentinas de colores, fuegos artificiales, mujeres voladoras de otra notable kermesse de Fuerza Bruta. Los innumerables recomendados de La (Agencia de Colocaciones) La Cámpora. Atemorizan especialmente. Son los directos beneficiarios del generacional Puente Cristina (cliquear).
Ciertos desgajamientos
Despejado el panorama de las candidaturas. Aliviadas las tensiones del efecto sorpresa. Es el turno del desgajamiento del Monte Olimpo de Cristina.
Pese al optimismo del Frente Encuestológico para la Victoria (FEPV), en el camino de la radicalización AP, Cristina pierde entre 10 y 12 puntos.
Se los despojan, en primer lugar, las dos emanaciones del peronismo disidente.
Y, en segundo lugar, la izquierda legítima.
Evaluación de Oximoron. La abierta disconformidad del peronismo le acerca, a Eduardo Duhalde, al menos 4 puntos.
Piloto de Tormentas (generadas), Duhalde representa, en el imaginario, la conservación estática.
El regreso al «orden natural» (de aquí la tendencia a captar el llamado «voto seguridad»).
La legitimidad basada en la persistencia -casi obsesiva- de lo conocido. De aquel orden, otrora establecido, que debiera (en la alucinación) restablecerse.
Duhalde recoge gran parte de la legión de los indignados.
Resulta confiable para la medianía. Impulsa una propuesta que no se esmera en los detalles de renovación. Ni de innovación.
Insiste con la estampa definitivamente instalada de la señora Hilda (Chiche). Y de la señora Graciela Camaño. Para anexarles el rostro de tío amable de Carlos Brown. La familiaridad de domingo de tallarines de El Pelado Arcuri. Y la figura espectral de Carlitos Ruckauf.
Por su parte Martín Redrado genera un extraño fenómeno generacional:
En vez de rejuvenecerse el duhaldismo, es el duhaldismo que lo envejece a Redrado.
Para constar en actas, como postulante para la gobernación, el Piloto de Tormentas (generadas) lo lleva al único noble del peronismo. Eduardo Amadeo, el Conde Polaco (consorte). Junto a la señora Claudia Rucci. Amadeo y Rucci pueden entregarse al paseo testimonial de sus candidaturas descartables. Aparte de los favores espirituales de Venegas, el Momo, tienen, en común, dos años más de mandato parlamentario.
Peronismo macedoniano
Al cierre del estudio -que tiene fecha del 3 de julio-, Alberto Rodríguez Saa, promisorio artista plástico del Estado Libre Asociado de San Luis, puede despojarle, a Cristina, entre 3 y 5 puntos.
Más próximo de la cultura que de la política, Alberto parece inspirarse en la literatura de Macedonio Fernández. Es el que quiso «escribir la novela que nunca comienza».
La campaña de Rodríguez Saa es, en tal aspecto, macedoniana.
Tampoco nunca comienza. Ni siquiera crece.
No obstante, el enamoradizo Artista Plástico despierta expectativas, entre las simpatías del peronismo desplazado. Desairado, hasta la humillante negación, por las chiquilinadas generacionales de Cristina.
Tuvo dos designaciones gravitantes. Primero, fue elegir a «Tati» Vernet, el Pensador Positivista de Rosario, como su compañero de fórmula.
Habituado a las categorías del ninguneo y de los agravios, Vernet es, en tanto Tati, uno de los emblemas apreciados del militante peronista (ver la parte 1 de «Historia del presente»).
El otro movimiento fue el salto metafísico del Adolfo. Hacia la gobernación de «Buenos Aires, la provincia inviable» (cliquear).
Pasada la insolencia efectista del impacto, sólo resta que los hermanitos, «Los Barros Schelotto», acepten que ya no están en el inventariado Estado Libre Asociado de San Luis.
Como instiga Carlos Corach, «tienen que salir a caminar». Sin conformarse con la placidez de la televisión. Para pontificar sobre los logros expresionistas del «wi-fi», o los figurativos del «mundo de las ideas».
Por último, Hermes Binner, a Cristina, le rebana otros 4 puntos.
Binner es el Robert Mitchum de Santa Fe (pero en su ocaso, cuando le costaba colocar una trompada). Representa al socialismo de aparato, la izquierda real. Destinada a la seducción de los sufragios del «campo progresista». Hacia los zurditos que saben diferenciar al que es de izquierda, de aquel peronista sensible que quiere presentarse como de izquierda.
Como el fárrago de impostores que insisten en «profundizar el modelo». En la radicalización AP.
Por profundizarlo tanto es que puede, rápidamente, «venirse abajo». Envuelto en las insolvencias que generan temeridad.
En la pedantería de suponer que Cristina, la dueña de todos los votos, puede arreglarse sola, con los radicalizados. Con los asalariados de la Agencia de Colocaciones. Y con la certeza de creer que los desairados, los que suelen sacar número para insultarla, van a mantenerse con los pies adentro del plato. A perpetuidad.
Lo advertía Roberto Arlt:
«Atenti, pebeta, que el tiempo pasa».
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