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Milagros y utopías

De Vido no aguanta más. Ciclos agotados.

Jorge Asis - 14 de abril 2011

Artículos Nacionales

Milagros y utopíasAl conocerse la categoría de los sujetos que conducen el país, cuesta explicarse cómo la Argentina, aún, no estalló. En mil pedazos. Otra milagrosa zoncera para tratamiento de Aníbal.

Cuesta entender cómo es que aparece, de pronto, cuando se presiona una perilla, el milagro de la luz. Ni como es que aún sale agua de las canillas. O nafta de los surtidores. O se sirven churrascos en los restaurantes. Abundan las mujeres acicaladamente bellas por los shoppings, que consumen con entusiasmo. Cuando no hay jefatura, estrategia ni conducción. Ni toma de decisiones (otra zoncera para tratar).

La mayor parte de los ministros se destacan por la temerosa intrascendencia de sus deslizamientos. La colectiva mediocridad sólo puede ser transitoriamente simulada por la escenografía preelectoral. Legitimada, también, por la pobreza conceptual de los opositores.

Política, caja y Fighters

Milagros y utopíasAclamado por consenso como el funcionario que servía al menos para algo, Julio De Vido no aguanta, según nuestras fuentes, más. No le da ya la paciencia, ni la salud. No soporta el forreo explícito de Carlitos Zanini, el oponente tradicionalmente interno. La rivalidad fue oportunamente estimulada por El Furia, el jefe extinto que practicaba la «conducción radial». Manera de liderar que obstaculiza el entendimiento entre los funcionarios dependientes. Por el temor a la generación de relaciones que no pasaran por el vaso comunicante del Conductor. El Furia. Debían los funcionarios encontrarse unidos, tan sólo, por las estimuladas competencias para lograr su atención.

Para construir la política, El Furia lo tenía a Zanini. Para el armazón del sistema acumulativo, lo tenía a De Vido (zoncera que Aníbal podría desmenuzar en próximas ediciones).

Para salir a batirse, incendiarse y defender lo indefendible, estaría después Aníbal, El Fighter. Sostenido por su audacia, que lo habilita a impugnar los antiguos jefes que signaron su historia. Y decir que Antonini Wilson es un mequetrefe de la CIA. O en menor medida el pobre Florencio (Randazzo), instalado en un traje de amianto que le permitía decir, sin ir más lejos, que los mil kilos de droga que llegaron a Barcelona, en el taxi aéreo de los hermanitos, fueron cargados en Cabo Verde.

Milagros y utopías«Con tu marido, Cristina, podía pelearme, enojarme por un par de días, pero siempre después nos entendíamos. Con vos no puedo tener juego», le dijo De Vido, según la Garganta irreprochable, a Cristina.

Ella cada vez quiere saber más detalles de los movimientos anteriores a la muerte de El Furia. Mientras tanto trasciende, por todas partes, que ya no «hay que poner». Es la forma menos espectacular de admitir que antes, con El Furia vivo, «se ponía» (ampliaremos, «zonceras» de nuestra especialidad).

Ciclos agotados

La re reelección de Cristina, a criterio del Portal, mantiene el aroma inquietante de la utopía.

Si la utopía funciona, De Vido ya tiene decidido no continuar. La decisión -se asegura- es recíproca.

Milagros y utopíasDesde La Craneoteca de los Genios, la entidad virtual que conduce Zanini, y cerca a la Presidente, suelen emitirse versiones generosamente confidenciales que aluden a las próximas desocupaciones. Derivaciones de los ciclos agotados. Desde el pobre paisano Julio Alak, que viene depilado por versiones de reemplazo, desde hace meses. Hasta el inadvertido Sileoni, al que nadie identifica como ministro de Educación, o el agotado Manzur. Hasta la señora Giorgi, la fervorosa flaca de los aplausos, que supo destacarse por haber desestabilizado a César Mayoral, el embajador argentino en China. Pero inconcebiblemente se alude, también, al ingrato despido del Premier. El alicaído Aníbal, que se recupera, mientras Garré ingresa también en zona definitiva de turbulencias. Pero paulatinamente hoy Aníbal se adapta a la cobertura literaria. Como lo hace Duhalde, su ex jefe. Aníbal recurre a la escritura para defender el gobierno que lo humilla. Para descalificar a los opositores que tienen que ver con rasgos de su historia. Con resultados relativamente reprobables. Pero con la palmadita maternal -a manera de prólogo- de Cristina.

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