El poder y los buchones
Perón, Menem, Alfonsín y De la Rúa no supieron recaudar como Kirchner.
Editorial
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
A Néstor Kirchner, El Furia, se lo definió aquí como la extraña combinación de Líder de Culto y de Fenómeno delictivo. En simultáneo.
Es un error tomarlo exclusivamente como un gran constructor de poder.
Pero es otro error tomarlo, apenas, como un delincuente.
Para liberarse del fenómeno delictivo La Doctora debió matar el muerto. Era la heredera de la dote política, supo explotarla. El 54% «no fue magia».
Lo que La Doctora no supo administrar fue la herencia económica. La inagotable monstruosidad de lo acumulado, que en gran parte -aceptémoslo- desconocía.
Sin embargo matarlo de nuevo, rematarlo, era literalmente imposible. Un atropello desleal a la memoria. Ni siquiera podía aceptar que, en su patología, el extinto había recaudado mucho más de lo necesario.
Entonces La Doctora prefirió escudarse en las emotividades plácidamente románticas del Líder de Culto. Convertirlo en el héroe épico. El que «no cambió las convicciones» al llegar a lo más alto del poder.
Es la clave del error que hoy -judicialmente- la condena.
Etapa lazarista
En la «Etapa lazarista del cristinismo» (cliquear) se abunda en los sucesivos equívocos de la nueva situación. La decadencia que conducía, sin escalas, hacia la previsible catástrofe.
La Doctora y Máximo debían encargarse de averiguar los detalles de lo heredado. Desparramado entre los dispersos santuarios, aquí llamados Fort Knox, cliquear.
Con la severa irresponsabilidad de su muerte, El Furia logró cristalizar el sueño de los ambiciosos canallas que sin saberlo legitiman a Egon Jameson, olvidado autor de «De la nada a millonarios».
Con lo que El Furia le dejaba a La Doctora, en blanco, podían asegurarse la manutención de cinco generaciones de Kirchners.
Si sumaban lo que les dejaba en negro, serían todos dispendiosamente ricos. Hasta la eternidad.
Es el tiempo de Lázaro, El Resucitado (cliquear). El antihéroe de la etapa lazarista. El socio irreal de quien nunca tuvo socios. El Palo Blanco.
Con las valijas, las bodegas, las estancias. Con los euros crocantes de 500, que amaba acariciar. Con el poder que derivaría en el impresionante festival de buchones que hoy cautiva a la sociedad sensible. Que impregna, hasta la misericordia, el primer plano del acontecer nacional.
En adelante es el infame espectáculo de los pequeños ladrones que pugnan por repartirse los euros crocantes, los dólares apilados, las propiedades del Líder de Culto transformado en Fenómeno Delictivo. O a la inversa.
Jefes del peronismo
De los tres poderosos jefes que tuvo el peronismo, debe aceptarse que el único que supo hacer dinero fue el último. Kirchner.
Pese a las barbaridades escatológicas del «Libro negro de la segunda tiranía», Juan Domingo Perón, el fundador y primer jefe, partió hacia el exilio con piadosas monedas. En el periplo llegó a ser mantenido por un industrial astuto y sabio, o por puntuales sindicalistas que le llevaban el «regalito». Y hasta por un audaz de Paso de los Libres que organizaría una distribuidora de libros para darle aire espiritual. Finalmente El General iba a ser «valijeado» por los fervorosos frentistas que lo acompañaron en el regreso, en los setenta trágicos (pero se quedaron afuera, lo prefirió a Gelbard).
Por lo menos Perón no terminó preso. Como si fue presa su mujer, la señora Isabel, o sea María Estela Martínez. Derivaciones del cheque de la Cruzada de Solidaridad Justicialista. Un vueltito inofensivo si se lo compara con los montos de las acusaciones de hoy. Isabel aún reside en Madrid. Es una venerable anciana española. Aquí los ingratos ni le construyeron el busto vulgar.
El segundo jefe, Carlos Menem, también fue preso. Se quedó con la estampilla del poder corrupto en la frente. Algunos canallas recaudaron a su alrededor, en su nombre. Su error consistió en dejar hacer.
La leyenda, que siempre mantiene visos de realidad, indica que a Menem muchos de los favorecidos lo pasaron al cuarto.
«Al Turco lo c…», confirma la Garganta.
No le quedó ni la bodega familiar. Hoy es un melancólico senador que no luce. Vive en la casa de la hija. Su vehículo y los custodios son puestos por el Estado.
En cambio Raúl Alfonsín, el titular del Primer Gobierno Radical (si se cuenta desde 1983), pasó a la posteridad como el máximo ejemplo de transparencia. Contó con la suerte de tenerlo como sucesor a Menem, que no tuvo interés de ponerse a investigar entre viejas rendiciones. Alrededor de Alfonsín también algunos amigos juntaron monedas. Tortitas negras. A su lado se vieron bastantes ráfagas de luz espiritual sólo cuando aconteció el Pacto de Olivos, que facilitó la gloria permanente de la Hidrovía, del titán don Gabriel.
Fernando De la Rúa, titular del Segundo Gobierno Radical, era inepto para recaudar. Se enredó torpemente en la lucha contra el déficit. Iba a terminar en los tribunales de Comodoro Py, como consecuencia del prematuro buchón. Un anticipo de los buchones fastuosos que proliferarían en la posteridad. O sea hoy.
En materia de poder y recaudación, a quien debe celebrarse es al extinto Kirchner. El Líder de Culto y el Fenómeno Delictivo.
Aquí lo superó a Perón, que estaba en otra. Y lo repasó a Menem, que dejó hacer. Se encontraba aparte -en materia recaudatoria- a siglos de distancia de Alfonsín y De la Rúa.
El Furia fue el único presidente que supo hacer política y hacer caja. Al mismo tiempo. Era su forma de interpretar el poder. Nada del 10, o del 15, iba directamente a quedarse con la propiedad de las empresas. El insaciable no paró un segundo de acumular.
Final con buchones
La anunciada «peste de transparencia» (selectiva) -cliquear-, con la colección de presos de otoño (cliquear), amenaza con pulverizar el sistema político. Llevárselo puesto.
No hay quien tenga liderazgo y legitimidad como para trazar, en la arena, la línea de corte. La que representa, en el fondo, la prisión de Lázaro.
Lázaro es la frontera, el corte. Siempre y cuando no caiga, en la volteada, Martín, su hijo. En todo caso, el protagonista principal de las buchoneadas, puede transformarse, a su vez, en el gran buchón que cuente con cuántos irreprochables hicieron negocios durante tantos años.
Es curioso. En momentos en que la justicia se encuentra en el primer plano, el Tercer Gobierno Radical (cliquear), que preside Mauricio Macri, no tiene la menor interlocución.
Los jueces federales están lanzados. Desmadrados. Conviven con la presión permanente de los grandes medios que juzgan con mayor rapidez. Son los que pretenden perforar cualquier línea de corte. Y avanzar más arriba del Palo Blanco, Lázaro. Gracias a los conmovedores buchones, los instrumentos marginales, se proponen llegar hacia La Doctora, que es la antesala del objetivo máximo, Julio De Vido.
Hoy pobremente sostenido -De Vido- por los fueros que le permiten disfrutar del canto matinal de sus pájaros.
Los buchones, que fueron delincuentes, florecen. Son protagónicos y fascinan a la sociedad que quiere, en principio, presos, y tal vez sangre.
Es la consecuencia más prostibularia del Fenómeno Delictivo. Deriva en el show de los imputados. Mientras tanto, La Doctora recupera la centralidad, para algarabía de los militantes que adhieren a las envolventes concepciones del «Líder de Culto».
Los que «bancan el proyecto», aunque «el proyecto» se haya estrellado.
Los que no se llevaron, más allá del salario, ninguna moneda.
En aquel impuesto Sistema Recaudatorio de Acumulación, que acaba de estallar, sólo contados elegidos, elitistas y concretos, pudieron participar de los beneficios marroquineros de la espiritualidad.
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