El post-Niembro y el periodismo estatal
Ingrata actitud de grandes orinadores de agua bendita.
Consultora Oxímoron
sobre informe de Consultora Oximoron,
Redacción final Carolina Mantegari
especial para JorgeAsísDigital
«Dadme una pauta, Cesar, y dominarás el mundo» Anónimo
«Cada cual sabe cómo pagarse sus fromages» Jean Daniel
Introducción
Por la pauta
«¿Para qué pagar?», se interpela la Garganta.
«Cuestan un dineral, y si tienen que matarte, salvo excepciones, te matan igual. Te entregan».
Luego se exponen, para cubrirse, como «repentinos orinadores de agua bendita».
Son los colegas que salieron a pedir por la cabeza de Niembro. A condenarlo.
Sin rastrear en exceso, a partir de inapelables testimonios de confesión, y con papelitos explícitamente confidenciales, Consultora Oximoron concluye que los orinadores son protagonistas del mismo fenómeno que desaprueban. Para constar, acaso, en actas.
Se impuso entonces el deporte de «pegarle a Niembro». Para obtener aceptación social. Cierta credibilidad.
«Como primera medida higiénica, lo aconsejable es acabar con la pauta publicitaria», confirma otra Garganta.
O suspender los innumerables auspicios personales, sean blancos o negros. Ampliaremos.
Pero es una utopía. La prensa, sin los aportes espirituales de las diversas cajas del Estado, se reduce hasta la inexistencia.
«No ponerse» entonces implica atentar, en cierto modo, contra la libertad de informar.
Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron
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Por mal manejado, El Caso Niembro estigmatizó la campaña electoral de Mauricio Macri.
Le impregnó el marco más negativo. A través del inesperado aroma de la corrupción. Y de los espantos divulgados, con sublime inocencia, en la propia web. Y lo más grave: sin siquiera recibir un miserable mango de retorno.
«Quedamos, la verdad, Carolina, como unos pel…», se lamenta un sensible macricaputista.
Los datos públicos fueron aprovechados por «los chicos malos». Los que participan de la eficaz Mesa de la Perversión. Suele sentarse alguien del AFI, la invención de Parrilli que administra Olazagasti, otro audaz de la Justicia de Julián, dos periodistas de «la casa». Y se privilegia, con la información pre-digerida, al ex auditor que identifica números debajo del agua (pero en el Riachuelo). Porque conoce a la perfección el gobierno del Artificio Autónomo, desde adentro. Como los mecanismos y las cuentas. Igual que cierta atractiva legisladora. Una Serpiente de discurso y desplazamiento veloz.
En menos de un mes, para el macricaputismo, el balance es desolador.
La tontería irrisoria, fuente de la irregularidad que se divulga, es efectivamente menos grave que la explicación. Se los ve tan tiernos y fáciles, que les entran todas las denuncias que se multiplican.
Se asiste entonces al fenómeno letal para la estrategia política, que está inspirada en la idea superior del cambio. Y se instala otra idea: «para qué cambiar».
Como confirma el Cambalache del tango: «en un mismo lodo».
«Todo es igual/nada es mejor». Los embocaron.
Dijimos que Scioli dispone del inagotable cassette. Que Massa se blinda con Lavagna y De la Sota y desde la lejanía se pone más creativo.
Por su parte Macri se aferra a un guión. Y cualquier imprevisto que obstruya el guión desarticula el movimiento. Lo paraliza.
Y es tan vano como tarde cargarlo de culpas a Marquitos. A don Jaime. Al propio Mauricio.
Periodismo de Estado
Para Consultora Oximoron, el Post-Niembro refleja la patológica actualidad del periodismo en la Argentina, que es, mayormente, estatal.
Puesto que vive, en gran parte, de las «pautas publicitarias». Fortalecen las facturaciones de las empresas encargadas de transmitir el producto informativo. O recreativo.
La interacción se complementa con los auspicios abonados, en general separadamente, a determinados periodistas de primera magnitud. Luminarias estatales que reciben respectivas espiritualidades a través de diversas cajas del Estado, sean nacionales o provinciales. Más permanentes y sustanciales que las empresas privadas, hoy deprimidas por la vigencia de una economía que expande su impotente mediocridad.
Lugar vedado para la transparencia. Abundan los periodistas que cobran, de las arcas del Estado, mucho más de lo que cobran los ministros que ellos critican, a veces merecidamente. Otras, sin piedad.
La noción cruda de «periodismo estatal» contiene a los grandes editores que reciben caudalosas millonadas por las pautas.
Por ejemplo el Grupo principal. Según nuestras fuentes, en lo que va de 2015, del Artificio Autónomo recibió más de 100 millones de pesos. A las cuentas del diario se le suma el canal abierto, y el canal «rosita» de noticias. Mientras que el otro diario, largamente centenario. recibió poco más de 15 millones.
Y hasta el Grupo oficialista que más castiga al macricaputismo moja la medialuna en el tazón democrático de la ciudad. Con más de 10 millones. Y hasta El Killer que los domingos suele despedazar al Jefe de Gobierno, por «corrupto», ya recaudó sus buenos centenares de miles (aguardar mejor el próximo informe sin desperdicios, sobre «Los Auspiciados»).
«Todos, Carolina, mojan», consigna otra Garganta.
Por piedad, el Portal no va a identificar a los rutilantes mojadores, ni citar la magnitud de lo mojado.
Sólo puede destacarse la indignación del director que carga con veleidades intelectuales. Al enterarse que Niembro -un comentarista deportivo- había cobrado más. Orinó litros de agua bendita con un artículo apasionado.
La «pelusa»
Determinados colegas, emblemáticos y exitosos, emergen como flamantes instrumentos de irritación.
No vacilaron en fusilar a Niembro por sus «graves faltas de ética». Aunque mantienen con las empresas que los contratan, según Oximoron, acuerdos similares. Como los del vituperado Niembro con la Cadena Fox. Como si «la pelusa» formara parte, en definitiva, del sueldo.
Hoy cualquier aventurero se arma la productora para facturar y hacerse de pelusa. O para ofrecer hasta el servicio inútil del «“clipping informativo», por decenas de lucas mensuales, aunque nadie lea sus orientaciones liminares. O para mojar con asesorías varias, casi inexistentes. O para recaudar pelusa con un programita pedorro de cable, o con una web complementaria, menos gravitante que el Portal, pero más sofisticada.
Todo sirve para la gloria de facturar pelusa. Sobre todo si se registra la mera pertenencia a alguna emisión exitosa con repercusiones. O se tiene la firma en un gran medio («que paga un sueldo que no alcanza»).
Se roza la patología con el columnista que aprovecha la penetración del medio que lo contrata para presionar ante un distribuidor de pautas mágicas para los «bolseros» (los que merecen otro informe, para entender la manganeta de tantas radios desconocidas). El Buscapina propuso, por la proximidad del año electoral, un «fortalecimiento de la pauta». 300 mil mangos más mensuales.
«Cualquiera te aprieta como una naranja», confirma la penúltima Garganta del informe.
Algún colega venerable supo, incluso, excederse. Proyectarse, gracias a su influencia, en otros rubros. Incursionar, por ejemplo, en «el negocio de la basura».
Otro fabuloso Buscapina presionó para que un pariente pudiera ocuparse, sin ir más lejos, de la cartelería.
La lista impresiona. Como los montos que perciben los dignos representantes del periodismo estatal. En forma directa, o de manera triangulada.
Y si no reciben pelusa pueden ponerse demasiado duros. Con la voz, o con las teclas.
Corresponde entonces masacrarlo colectivamente a Niembro. Para que el jubileo prosiga, como en el tango, donde «todo es igual y nada es mejor».
Carolina Mantegari
Consultora Oximoron/Redacción final
para JorgeAsisDigital.com
permitida la divulgación sin citar la fuente.
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