Vidas similares. Macri y Scioli
CRISTINA, MAURICIO Y DANIEL (IV): Airesolistas y macricaputistas hacen bien en pelearse un poco.
Consultora Oxímoron
sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari,
especial para JorgeAsísDigital
Nabos o lúcidos
Introducción
En la primera entrega de la miniserie “Cristina, Mauricio y Daniel” (cliquear), fechada en enero, en París, se rescata la sentencia del francés iluminado, que tiene inversiones, algo atenuadas, en la Argentina. Enla “Maison de la Truffe”, dijo:
“La única alternativa política que les queda, después del plato fuerte del kirchnerismo, es que Macri y Scioli se entiendan…
Si Macri y Scioli no acuerdan, y deciden enfrentarse, son dos nabos”.
Pero Mauricio Macri, el Niño Cincuentón, y Daniel Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol, marchan hacia el enfrentamiento.
En la teoría del francés, once meses después, se comprueba que los personajes de referencia “son dos nabos”.
Para Consultora Oximoron, en cambio, Macri y Scioli aciertan. Con lucidez.
Hacen bien en tratar de diferenciarse. De pelearse un poco, para la tribuna. Así sea por el negocio de la basura.
Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron
——————————————————————————————————————————————
La pelea -evalúa Oximoron- les sirve a los dos.
En adelante tienen que encontrar motivos menos nabos.
Para que termine de instalarse el retroceso irreparable de Cristina, la primera protagonista de la miniserie. Pasa a tener el rol más dramático.
El objetivo consiste en marcar la estricta finitud del cristinismo.
Deriva (el cristinismo) en un devaluado plazo fijo que vence, a más tardar, en diciembre de 2015. Deslegitimado por la inflación moral y la imposibilidad política.
Aunque los cristinistas, hasta hoy, no hayan tomado mayoritaria consciencia que se les acabó.
Persisten sostenidos por el manejo de “la lapicera del Estado”. Cierta densidad parlamentaria. Y, sobre todo, por la espesura del relato. Con el riesgo de creerlo. De consumir los espejitos que deben distribuir.
Pero algunos exponentes detectados de la patología cristinista mantienen preparadas, según nuestras fuentes, las embarcaciones. Para la fuga. En los amarraderos metafóricos de Puerto Madero. Centro de comando de la Revolución Imaginaria que no fue. Y que, irremediablemente, se extingue.
Sarmiento y Alberdi
La polémica entre Macri y Scioli -para Oximoron- dista de contener la magnitud intelectual de la polémica entre Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento.
No confrontan, aquí, las Cartas Quillotanas, con “Las ciento y una”.
De cuando se diseñaba el país, con jactanciosa candidez.
De todos modos, suelen identificarse intelectuales valorables en el macricaputismo y en el airesolismo.
Capacitados para rellenar, con ideas fuerza, y algo de contenido, el vacío conceptual que generosamente ceden sus líderes. A “consciencia pura”. Como en el tango.
Por ejemplo el filósofo Alejandro Rozitchner, en representación del macricaputismo, con el sostén argumental y estratégico de Jaime Durán Barba y Marcos Peña.
Y el tío de María, el notable historiador Pacho O’Donell, en representación del airesolismo. Con el amparo sólido de Alberto Pérez y Gustavo Marangoni, El 5 de Boca.
Los seis podrían aportar -para Oximoron- los dibujos para la esgrima verbal.
Que esclarezca, a la sociedad alarmada por el deterioro creciente del cristinismo, acerca de las orientaciones que deberían signar los respectivos jefes políticos.
Más allá de las aceptables generalidades, siempre útiles para salir del paso.
Algo que exceda a las invocaciones saludables hacia la “fe y la esperanza”, y “siempre para adelante”. Parámetros clásicos de la ideología positivista del vitalismo (Scioli).
O algo que exceda a la celebración permanente hacia la ideología de la gestión. Que es, precisamente, el punto vulnerable. Lo que falta (Macri).
Celebridades
Resulta imprescindible hurgar entre las diferencias de Macri y Scioli porque cuesta, ante todo, encontrarlas.
Corresponde entonces emprender un texto sobre las Vidas Similares. Más atinado que ensayar, a lo Plutarco, Vidas Paralelas.
Más que líderes, Macri y Scioli son -para Oximoron- celebridades.
Los dos protagonistas mejor aspectados para hacerse cargo de la sucesión. Entiéndase: de la desastrosa herencia a recibirse.
Dos cincuentones bienintencionados que se asomaron a la política a partir de las transgresiones pintorescas del menemismo.
Emergen de la conjunción popular que brinda el universo simultáneo de los negocios y del deporte.
Con mujeres siempre espléndidas. Con invitaciones a las mismas fiestas. Con sonrisas en las mismas revistas.
La fácil identificación con las celebridades conduce, también, a la idealización. Advertencia: el desafío no es para cualquier adinerado con conexiones.
Scioli prefirió catapultarse desde una categoría extraña de la motonáutica. Desembarcó en la política por Menem (después de haberse impresionado con Alfonsín).
Y Macri desembarcó, en cambio, por influencia de Ramón Puerta, que fue -acaso por falta de tiempo- uno de los presidentes que menos daño le hizo a la república.
Cuentan que Puerta lo hizo a Macri transitoriamente misionero.
Pero El Niño Cincuentón supo estructurarse en la academia política de tercer nivel. Boca Juniors. Con la colaboración, inicialmente estimable, de Coti Nosiglia.
Ascenso irresistible
Los dos célebres ascendieron con irresistible rapidez.
Sería ingenuo no aceptar que ambos, desde la celebridad, aprendieron.
Lo suficiente como para postularse, con justo derecho, para ser estadistas. Exponentes de un nuevo liderazgo, que inquieta a Pablo Rossi.
De la nada, en siete años, Scioli alcanzó la vicepresidencia.
En once, era gobernador de la provincia (inviable) de Buenos Aires. Oficio tan o más complejo que el de Presidente.
Macri nada tiene que envidiarle a Scioli. Del espeso aburrimiento de la diputación pasó pronto a convertirse en Jefe del Artificio Autónomo.
Para dedicarse a soportar, hasta aquí, el asedio. La tentación de ser vencido, o destruido, por alguno de los Kirchner.
En 2007, El Furia lo necesitaba de rival (de haber aceptado perder con Kirchner, la sucesión nunca iba a ser para Cristina). Ver “El sueño del Macri propio”, cliquear.
En 2011, Nuestra César lo quería a Macri de rival.
En ambas oportunidades, El Niño Cincuentón los dejó con las ganas. De seña. Los dilató. Para recostarse preferiblemente sobre el presupuesto porteño que fascina al macricaputismo. Hasta el éxtasis.
Pero en 2015 Macri no tiene otra alternativa que ir por la presidencia. Igual que Scioli. Ninguno tiene reelección en su territorio. Como tampoco la tiene Nuestra César.
Pero a Macri y Scioli aún les queda la bala de plata, en la recámara.
Hacia las embarcaciones
Con tres años dramáticos por delante, Cristina tiene que reprogramarse. Deslizarse entre el desequilibrio personal y grupal. Con el boleto picado y el aroma de las calas.
Atracciones que incitan a los cristinistas, a los que mejor la supieron hacer, a arrimarse hacia las embarcaciones listas de Puerto Madero.
Podría Cristina estudiar también la sugerencia de Ignacio Zuleta y protegerse como gobernadora de Santa Cruz. O como senadora por Buenos Aires.
A los efectos de no enfrentar los riesgos penosamente previsibles de los penúltimos presidentes.
El cautiverio de Menem, que anticipó la tristeza del epílogo.
O la angustia en los juzgados que padece De la Rúa, maltratado ante la historia y casi abandonado por los correligionarios.
Peligros que El Furia supo, en cierto modo, evitar. Con la muerte, un recurso relativamente eficaz.
Carolina Mantegari
Redacción final de Informe Oximoron,
copyright by JorgeAsisDigital.com
pero se permite la reproducción sin citación de fuente.
Relacionados
Caos básico, bolilla uno
Una operación casi infantil para facilitar la rigidez del esquema que confronta.
El nuevo Macri (con fluor)
El macrismo, como movimiento, ya tiene incuestionable presencia nacional. Con otro envase, para seducir al consumidor.
Lo menos malo y lo peor
Macri es “lo menos malo”. Valor piadosamente insuficiente ante la inmanencia de “lo peor”. El retorno del populismo.