El cristinismo fue
Sobre los efectos del 13-9-12 y la subestimación de la sociedad.
Consultora Oxímoron
Informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari
«Delirio cristinista. Ponerse en contra a los que pagan impuestos, y sostenerse en los que reciben auxilios». @cayetanoasis
El cristinismo suele entenderse a través de las recuperaciones, que sucedieron a las caídas memorables.
En 2008, con la derrota del campo. Cuando Néstor, El Furia, instigó a Cristina hacia la capitulación.
«Vayámonos, Cristina, que esta sociedad no nos merece».
En 2009, con el colapso de las elecciones «testimoniales».
Cuando El Furia le arrojó la presidencia del Partido Justicialista a Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol (al que curiosamente nunca se registró como derrotado).
Las recuperaciones de 2008 y 2009 fueron ostensiblemente sorprendentes. Bastaron para alcanzar, en 2011, la categoría de imbatible.
Pero en 2012, desde el estallido del escándalo de Boudou, El Descuidista, el cristinismo se encargó de diseñar, otra vez, las bases de su propio eclipse.
Para ingresar en la sucesión de atropellos que derivaron en la exteriorización del 13-9-12.
La protesta masiva, multiplicadora y popular, de los sectores más activos de la sociedad sensibilizada. Emerge como el cachetazo definitorio hacia la centralidad que aún ocupa Nuestra César. Aunque extraviada en los desbordes de la arbitrariedad. Sumida en la antipática autosatisfacción. Obnubilada por la retardataria megalomanía.
Recomposición imposible
Las minimizaciones -como las sobreestimaciones- signan la magnitud del fenómeno.
El alejamiento letal, en un país vertebrado, sobre todo, por la vilipendiada «clase media».
Avasallada, enojada, defraudada. Con unas muestras de virulencia que admiten la presencia gorila del rencor.
Casi podría asegurarse que, al contrario de 2008 y 2009, esta vez, le resultará imposible recomponerse.
Es demasiado profunda la grieta divisoria, para contemplar el inicio de alguna nueva recuperación.
Decididamente, para Oximoron, el cristinismo fue.
Significa confirmar que «Unidos y Organizados», la expresión política que pretende imponer la continuidad, nace -si no enteramente muerto- con inocultables deficiencias de origen. Con un destino de marginalidad.
El ciclo histórico, en la práctica, concluye con el letal 13-9-12. Simbólico pero definitivo.
En adelante resta diluirse con dignidad, y de ser posible (vaya la concesión estética) con cierta elegancia.
La sociedad a la vanguardia
En «La sociedad harta que espera» (cliquear) el Portal supo percibir, prematuramente, la existencia de la sociedad hastiada, sin representación política (el opositor, en el esquema, está de adorno).
El 13-9 la misma sociedad nos demuestra, otra vez, que se encuentra a la vanguardia.
Cinco pasos más adelante que la dirigencia política, empresaria e -incluso- mediática.
Sin necesidad de ningún líder visible, se las ingenió (la sociedad) para demoler las imposturas del cristinismo que la subestimaba.
Como la subestimó, también, en la posterior reacción intelectual. Cuando sus exponentes no podían ocultar que los habían sorprendido. Desubicado.
El acontecimiento del 13-9 se gestó a través de los voluntariosos programadores de la improvisación.
Ellos supieron manejar el armamento de las redes sociales. Se convirtieron en los canales para reproducir el hartazgo colectivo.
La ausencia de liderazgos de los políticos profesionales aquí es, menos que un defecto, la característica.
En adelante, para Oximoron, los sigilosos «programadores de la improvisación» deberían aplacar la intemperancia de los ansiosos. De los precipitados que pretenden convocar a otra protesta para el 1° de octubre. Muy pronto, y perfectamente filtrable. Deberían aguardar que el gobierno mueva sus fichas. Se muestra contradictorio, con la retaguardia rota, desorientado. Debe asimilar la longitud del desaire y decidir su jugada. Probablemente emprenda el riesgo de encarar otra movilización, que podría agudizar la fatal divisoria social. Pero nunca podrá atenuarse la consecuencia principal. La colectiva saturación del 13-9.
Otro error consiste en suponer que la «clase media» -«la más favorecida»- se les puso en contra, de pronto, por la influencia nociva de Clarín. Es algo más que un disparate.
De acertar en la hipótesis, tendrían que haber evitado el divorcio con Magnetto. Haberlo mantenido adentro, sin romper, en 2008, por tonterías.
Pero la tesis es falsa. Lo que cambió no fue Clarín. Fue el universo de la comunicación. Parecieron, en un principio, haberse dado cuenta (hasta lanzaron precarios activistas para disputar el territorio informático de las redes sociales).
La sobresaturación de los medios de comunicación adictos al gobierno resultó sustancialmente más indignante -para Oximoron- que la divulgación de los medios críticos.
La infinidad de recursos propagandísticos consiguieron el objetivo exactamente contrario al buscado.
Para colmo, el abuso más irritante, que la sociedad (a la vanguardia) castigó, fue la mala praxis de la Cadena Nacional.
Los que ponen y los que sacan
Oximoron marca la imposibilidad -para el cristinismo- de gobernar la Argentina, con la sociedad del 13-9 movilizada y desconforme. En contra.
Es un delirio cristinista creer que pueden ponerse en contra a los que pagan los impuestos. Tratarlos como enemigos. Y sostenerse, en cambio, con los que reciben auxilios.
Espantar a los que pagan para cortejar a los que reclaman.
En semejante dilema teórico, ni Keynes ni Marx (y menos Perón) aquí pueden brindarle consuelo, a Axel Kicillof.
Epílogo lento
El epílogo de La Revolución Imaginaria del cristinismo debe ser necesariamente lento.
Restan tres años para maquillar la historia cadavérica del declive.
Para recomponer su situación, ante la estampa de la historia -y aunque ya no pueda encararse con optimismo la definitiva recuperación-, Nuestra César debería tomar una serie de decisiones que nunca, con seguridad, va a tomar. Menos si se las detalla Oximoron.
1.- En lo inmediato, despojarse institucionalmente del clavel de Amado Boudou, El Descuidista.
El error que resultó fundamental para el retroceso irresponsable de la escudería.
Canaleta que representó el desperdicio temprano del 54 por ciento (guarismo que apenas se mantiene entre el fanatismo de los empleados que no conciben la idea del final).
2.- Confirmar la partida inexorable en 2015.
Desvirtuar las alucinaciones reformistas de los que pretenden seguir colgados, eternamente, del «Vestidito negro» (cliquear).
3.- Blanquear -ante la sociedad, de ser posible por cadena nacional-, la fortuna culturalmente africana que supo acumular el marido extinto. El «Fort Knox» (cliquear).
En prevención de las próximas Comisiones Investigadoras, que ya acumulan las precisas montañas de información. Con la aparición de los nuevos actores, aún casi desconocidos. Pero que dejarán de ser, muy pronto, extras. De reparto. Merecen los focos.
Carolina Mantegari
Redacción final de Informe Oximoron
copyright by JorgeAsisDigital.com
(permitida reproducción sin citación de fuente).
Relacionados
Caos básico, bolilla uno
Una operación casi infantil para facilitar la rigidez del esquema que confronta.
El nuevo Macri (con fluor)
El macrismo, como movimiento, ya tiene incuestionable presencia nacional. Con otro envase, para seducir al consumidor.
Lo menos malo y lo peor
Macri es “lo menos malo”. Valor piadosamente insuficiente ante la inmanencia de “lo peor”. El retorno del populismo.