Y Kirchner se empezó a morir
Seminario IV - INTERREGNO DE NOVIEMBRE: Solo, en la ruta, el cristinismo vuelca en la primera curva.
Consultora Oxímoron
Falta la eternidad de 30 días
El Portal se encuentra editorialmente dispuesto a otorgarle, a la señora Presidente Cristina Fernández, los 60 días de gracia que le corresponden. Aunque se trate de la re reelección del gobierno, apabullantemente legitimado por los votos. Pero repentinamente envejecido. Gastado.
De todos modos, desde el 10 de diciembre de 2011, hasta el 12 de febrero del 2012 -tal como se anunció-, aquí van a atemperarse editorialmente las críticas. Las descalificaciones.
El problema consiste en que debe llegarse en forma al 10 de diciembre. El arbitrario punto de partida, parece estar, aún, muy lejano. Falta la eternidad de 30 días.
Y «noviembre» -como afirma el poeta- «es el mes más cruel».
Era imposible prever que, a dos semanas de la elección histórica, y mientras se atraviesa la etapa más cesarista, el poder de Cristina iba, paulatinamente, a evaporarse.
Consecuencias de la desconfianza colectiva, ante las vacilaciones económicas. Y de la producción sistemática de errores, que fueron los principales generadores del desconcierto actual.
Pero la vulnerabilidad -para Consultora Oximoron- es, ante todo, sorpresivamente política. Exhibe una lamentable capacidad, bastante desesperada, para la improvisación.
C.M. por Consultora Oximoron
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Solo, en la ruta, el cristinismo vuelca en la primera curva.
Y Kirchner se empezó a morir
redacción final Carolina Mantegari
sobre informe de Consultora Oximoron,
especial para JorgeAsísDigital
Y de repente Kirchner, El Furia, se les empezó a morir. En serio.
Hasta el triunfo, la muerte tributaba, en exclusiva, sólo aspectos redituables. Podía tranquilamente conceptuársela aquí como una «genialidad estratégica».
El país -después de todo- funcionaba por su propia dinámica.
Más suelta, casi liberada, Cristina mostró que podía evolucionar sola. Supo pilotear estupendamente la viudez estética. Con la vibrante oportunidad de los quiebres emocionales. Con los atributos inteligentes del Vestidito Negro.
La cuestión que Cristina se las ingenió, admirablemente, para introducir a la sociedad entera en su carterita de mano. Y para imponer la más clara vigencia del cesarismo.
Cristina dejó de ser la mujer del Cesar para convertirse, sencillamente, en El Cesar.
Mientras tanto, Javier Grossman colaboraba sustancialmente con los decorados y la magia de las escenografías. Sirvió Grossman para armar, en vida de El Furia, los figurines del bicentenario. Como así también pudo asesorar en la ambientación del sepelio. O para la ornamentación del acto de clausura de la campaña electoral. La elección que consolidó el relato del «cesarismo con faldas», diría Milciades Peña.
Pero las escenografías, infortunadamente, sólo adornaron las carencias. Consigueron que la Nada apareciera esencialmente presentable.
A los efectos de colocarle un extraordinario cómo, a la falta absoluta del qué.
Después de la humillación del 54 por ciento, que paralizó automáticamente a la contestación, es justamente cuando El Furia, de repente, se les empieza a morir de verdad.
En la plenitud de la anarquía, se percibe el «peso de la ausencia». Sobre todo a la hora crepuscular de las decisiones. Cuando «el modelo» deja de ser el motivo fundamental para la oratoria televisada. Y cuando las decisiones ya no se limitan a la cosmética de elegir si va tal dirigente en la lista. O tal pendex de La Cámpora.
Lo que tiene que hacerse, en adelante, no es competencia de Grossman. Lástima.
Pasión por volcar
Solo, en la ruta, el cristinismo vuelca en la primera curva.
Brotan las dificultades elementales para la conducción.
Para Consultora Oximoron, los motivos del vuelco distan de ser ideológicos.
Es la conjunción extraña de la impericia, con el desconocimiento y la irresponsabilidad.
Es el coctel definitivamente despreciable, que los induce a llevarse -ellos solos- puestos.
Para confirmar, acaso, otra clásica tesis del Portal. Indica que el cristinismo, aún en su ciclo cesarista, como el kirchnerismo, la etapa anterior, portan, técnicamente, el virus de la autodestrucción. La tentación de sumergirse en el abismo. Que les fortalece la capacidad perversa para recuperarse.
Es imposible abordar, en ningún seminario, el estudio del Kirchner-cristinismo sin tener en cuenta las cíclicas recuperaciones. Es decir, para entenderlo deben estudiarse sus caídas. Así sean prematuramente innecesarias. Como la de este noviembre particularmente cruel.
Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.Com
permitida la reproducción sin citación de fuente.
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Cristina tiene mala suerte con los vices.
por Oberdán Rocamora
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