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Nuevo Grupo Mausoleo

En Río Gallegos, el Tánger del sur.

Oberdan Rocamora - 27 de octubre 2011

Artículos Nacionales

Nuevo Grupo Mausoleoescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

«Tánger era una falsificación; una sala de espera entre conexiones, una transición de una manera de ser a otra, algo que, de momento, no era ninguna de las dos cosas»
Paul Bowles, Déjala que caiga, 1952

La muerte no purifica nada.
Menos aún purifica (la muerte) a una personalidad contradictoriamente compleja, como Néstor Kirchner, El Furia.
En uno de sus lúcidos desplantes no vaciló en burlarse del Grupo Mausoleo. Era la conjunción de los peronistas melancólicos. Solían reunirse para preparar la jornada inaugural de un Mausoleo. En la legendaria quinta de San Vicente. Para trasladar lo que quedaba del cuerpo del general Juan Domingo Perón. La ceremonia terminó en un desastre campal. Y con el pobre general abandonado en un sitio casi pastoril. Primorosamente tranquilo, pero donde no va a visitarlo, siquiera, ninguna continuadora leal de Norma Kennedy.
Evocar, justamente hoy, las burlas de Kirchner sobre el Grupo Mausoleo, deriva en una impertinencia perdonable. Entonces aquel Kirchner se dedicaba obstinadamente a la construcción del «poder propio». El deporte que más le interesaba, la pasión por la que vivía. En una franela mediáticamente transversal, que le servía, apenas, para distanciarse de Duhalde. Para su pesar, el Piloto de Tormentas (generadas), y por sugerencia del ya descartado Pepe Pampuro, lo inventó como presidente. En los inicios del 2003. Cuando El Furia contaba con el atributo nacional de ser un desconocido.
La burla de Kirchner, sobre el Grupo Mausoleo, cierra con la paradoja circular. En octubre del 2011, los kirchneristas melancólicos conforman el Nuevo Grupo Mausoleo. Para convocarse en el cementerio de Río Gallegos. A los efectos de trasladar, desde la inexpresividad de una bóveda, lo que queda del cuerpo de Kirchner. El vecino más trascendente que la ciudad, de lejos, supo aportar. Y la provincia. Fue quien signó, con su peripecia personal, la primera década del siglo veintiuno. En la Argentina que santacrucificó.
Nuevo Grupo MausoleoPero Kirchner distaba, felizmente, de ser un santo. Desde algún lugar del Purgatorio, debe burlarse de los fieles que lo inmortalizan en una estatua de bronce. Donde se parece, más bien, a Julio Bocca.

Hombres de punta

El Mausoleo es la ofrenda de Lázaro Báez, El Resucitado.
Es aquel habilidoso centro delantero que pateaba, en los ochenta, con las dos piernas. La «ponía adentro». Había llegado desde el Puerto Santa Cruz, el paraje cantado por Horacio Guaraní. Hacia Gallegos, que era, comparativamente, una suerte de Nueva York. El objetivo de Báez era hacer goles en el equipo del banco provincial. Donde al «hombre de punta» le dieron un puestito, a los efectos de financiarle los goles. Sin embargo el gol más memorable de su vida consistió en hacerse amigo del doctor Néstor Kirchner. El abogado ligeramente veloz, aventajado e inescrupuloso. Con condiciones que legitimaban la natural vocación para «construir la política». Y para hacer caja.
Lo menos relevante que el supermillonario Lázaro, ya El Resucitado, podía hacer, para retribuirle a Kirchner, es el Mausoleo. Merece construirle, en realidad, dos mil mausoleos. Sobre todo después de haberse consagrado como un ganador serial de licitaciones. Con Austral, la empresa madre, y a través de tantas hijas, empresas satelitales, supo encargarse de la pavimentación de miles de kilómetros. Para el trayecto que lo llevó a erigirse, gracias a Kirchner, en uno de los más poderosos empresarios de la construcción. Infortunadamente apuntado, aparte, como el lúdico Cristóbal, como socio. De alguien, como Kirchner, que se encontraba precisamente incapacitado para tener socios. Un rasgo que va a pasar casi inadvertido. Entre el frenesí monótono de los homenajes tendientes al error de mitificarlo.

Nuevo Grupo MausoleoPor la magia artesanal del ejercicio del poder, y de su capacidad obsesivamente acumulativa, Kirchner transformó en millonarios, primero, a los miembros de su familia. Por «nunca menos» de cinco generaciones de Kirchners. Pero también El Furia convirtió, en reconocidos millonarios, a un conjunto de marginales. Seres escapados de la narrativa de Roberto Arlt. Mantenían el previsible destino de los pobres tipos del montón. A la espera de algún pase. De una rendija para meterse, donde fuera. Hombres de punta que -gracias a Kirchner- supieron aprovechar la oportunidad.
Resulta apasionante el fenómeno de la adaptación. La transformación de la manga de desarraigados. Perfectamente podían haber sido imaginados por John Steinbeck (el de «Viñas de ira»), o por Erksine Caldwell («El camino del tabaco»).  Procedentes de diversas provincias que los expulsaban, o simplemente no los contenían. Por mil motivos. La cuestión que desembarcaron en la ventosa imposibilidad de Río Gallegos. Los desesperados podían haber compartido, también, el sentimiento profundo de Paul Bowles. Expresado a propósito de los marginales que, de cualquier modo, arribaban a Tánger.
«A nadie se le debe preguntar nunca por qué vino a Tánger. Lo importante es saber que ya está en Tánger».

Paseo

Nuevo Grupo MausoleoTampoco nos interesa indagar en los motivos que condujeron, a nuestros marginados, hacia Santa Cruz.
Basta con el paseo panorámico por Río Gallegos, el Tánger frío del sur. Para asomarse a la valorable epopeya del fenómeno Kirchner.
Pasar, por ejemplo, por la hoy enrejada casita de la infancia. Situada en una calle en diagonal, bastante cercana a la residencia definitiva en el penoso Mausoleo.
O pasar por la precariedad inicial de «Los muchachos peronistas», la unidad básica que utilizaría, con eficacia, para las primeras roscas. Para llevarse puesto al gobernador Del Val. O a Puricelli.
Basta con conversar con cualquier testigo de El Mónaco. O de El Británico. Templos socialmente gastronómicos, enclavados en la Avenida Kirchner.
O pasar por la sede del IDUV. Es el Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda. Desde ese edificio intrascendente, salió el Grupo de Providenciales que hoy se dispone a conmoverse frente al Mausoleo. Y que estaban destinados a manejar los retornos de la obra pública. La casi totalidad de los negocios del país. Subsidios especialmente incluidos.
En Río Gallegos, el Tánger frío del sur, se incubó el pequeño gigante. El acaparador insaciable, que iba a enriquecerse en demasía, hasta construir su propio «Fort Knox» (cliquear). Y enriquecer a los marginales. A los rechazados que protagonizaban las transferencias sociológicas de la inmigración interna. Los que hoy deciden la gran parte del destino administrativo del país.

Nuevo Grupo MausoleoDel inagotable manantial de Córdoba había llegado Carlos Zanini. Abogado próximo al radicalismo. Mantenía un origen maoísta, y una residencia presentable en la cárcel. También de Córdoba había llegado el hoy menos presentable Ricardo Jaime. Y el Changuito Icazuriaga. Y el aplastante Varizat.
De Santa Fe, en cambio, había llegado Claudio Uberti. Con la mochila del pasado ideal para el olvido.
Y de la «capital» había llegado un inquieto técnico de SEGBA, Julio De Vido.
Y de Tucumán había llegado un morenito simpático, con deseos de ganarse la vida. José López, el Neolopecito de la posteridad.
Y del sur de Chile había llegado un chico sumamente servicial. Tenía dificultades de movilización y crecía predispuesto para hacer cualquier trabajo. El Rudy Ulloa Igor, actualmente empresario multimediático.
Pero sobre todo había llegado Cristina Fernández. Aunque, en su caso, había llegado al Tánger de la Patagonia por amor. Una Samantha de Tolosa. La hija del colectivero. Por obra cultural del peronismo, es la Presidente re reelecta de la Argentina.

Santo (pecaminosamente) Protector

El peronismo es el sinónimo de sistema político. Garantiza, siempre desde el poder, la estratificación social que Vance Packard trataba de explicar en los manuales.
Por adherirse a la estrella política del doctor Kirchner, los inmigrantes internos pasaron -desde las durezas de Santa Cruz- al frente. Nuevo Grupo MausoleoAvanzaron paulatinamente hacia el poder. Lo acompañaron, primero, hacia la intendencia, en el 87. Y de inmediato hacia la gobernación, en el 91. Doce años después, por obra de Duhalde, lo siguieron hasta ocupar la presidencia. Para encarar el desafío transformador de las diferencias estremecedoras, que colaboraron con el Sistema Recaudatorio de Acumulación. Aún vigente. Para irse en bloque de Río Gallegos. Hacia la «capital». Y volver raramente, sólo en ocasiones especiales. Por ejemplo la inauguración emotiva del Mausoleo. Sin siquiera burlas. Para tributar el homenaje permanente al Santo (Pecaminosamente) Protector.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.Com

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