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«El Furia» ausente

Primer mes.

Jorge Asis - 26 de noviembre 2010

Consultora Oxímoron

El Furia ausenteescribe Jorge de Arimetea
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital

El kirchnerismo -sin Kirchner- es una licencia del lenguaje. Quedó para siempre en la bóveda de Río Gallegos. Después de un mes sin El Furia, persiste el impulso. El efecto trascendente del contagio. La obstinación de la memoria. Alcanza, por ahora, para fingir que existe.
Los melones suelen acomodarse en el carro. Sin la intensa auditoría de El Elegidor, el gobierno de La Elegida parece, también, haberse acomodado.
Sin haber forzado un sólo cambio de ministro. Sin cumplir, siquiera, con la amenaza de anexar la estampilla del hijo (Máximo planificaba aposentarse en Olivos. Pero la madre, según nuestras fuentes, prefiere que el chico prosiga con la cobranza de los alquileres en Río Gallegos). Con la continuidad del eje que mantiene a los dos ministros sustanciales. De Vido, surcado por vulnerabilidades físicas cada vez más inquietantes. Y Aníbal. El resto (con Zanini y Randazzo incluidos) acompaña. Basta con semejante precariedad para exhibir un estado más saludable que el de la oposición. Es el conjunto de voluntades libanizadas que no comienza, siquiera, a ubicarse.
Se la percibe infortunadamente dispersa. Oposiciones, en realidad, fragmentadas. Con tendencias firmes hacia la autodestrucción. Degradadas entre los papelones parlamentarios.

Frente Encuestológico de la Victoria

Se consolida el cristinismo súbito de los pragmáticos que aspiran a ganar siempre.
El fenómeno es complementario de la admirable labor militante del Frente Encuestológico de la Victoria.
Instalaron, sin inconvenientes, los frentistas, que a La Elegida, hoy, no hay con qué darle. Ni con quién.
Si se presenta, según los frentistas, La Elegida golea en la primera vuelta.
Los más radicalizados divulgan, incluso, sobre la captura del 58 por ciento de la sociedad. En el bolso.
«Cristina -confirma un frentista- tiene más, ella sola, que la suma de todos los opositores juntos».

Teoría del Oficialismo Culposo

Para Consultora Oximoron, se expande la Teoría del Oficialismo Culposo. Para estudiar en el próximo seminario.
Sin que sean necesarios los elevados saltos de garrocha. Justifican la impostura de una mayor tolerancia hacia el gobierno.
El oficialismo que surge es culposo, porque se legitima, argumentalmente, a través del desastre colectivo de la oposición.
El oficialista culposo siente que debe explicar el acercamiento resignado hacia Cristina. A la estadista que menoscababa, sin ir más lejos, hasta hace un mes. El apoyo entonces es vergonzante. Sólo se entiende a partir de la asunción del colapso de los adversarios.
La onda cristinista se extiende. Reacción oportunamente hormonal. Justificada -se insiste- por el regodeo excesivo en la incapacidad del opositor. Al que se le atribuyen los méritos para la defraudación.

Crueldad de la ausencia

La ausencia de El Furia derivó en un factor de excesiva crueldad para los que fueron, en vida, sus enemigos.
A los que fueron heroicos adversarios de El Furia, a un mes de su irresponsable muerte, les cuesta ubicarse.
Al irse, al llevarse el kirchnerismo puesto, junto con los rencores y las causas judiciales, El Furia, directamente, los descentró.
Les despojó la brújula que les marcaba el centro de la acción. Destinada (la acción), invariablemente, a obstruir las desmesuras. De El Furia. El que acaparaba las iniciativas. Y que solía caerse con frecuencia. Nada más que para demostrarles que podía recomponerse de sus errores.
La ausencia, aparte, generó una previsible aureola de solidaridad. Hacia la máxima depositaria. El emblema de la viuda, altivamente digna. Sigilosamente producida. Que suele quebrarse, como corresponde, con minuciosa moderación. Pero que brinda, asimismo, la fuerte imagen de la solidez emocional. La humanidad que, curiosamente, le faltaba, hasta aquí, exhibir. Es precisamente el dato humano que la acerca. El sufrimiento bien administrado.
Pero sería notablemente una ingratitud no aceptar que la ausencia permitió que floreciera, aparte -y por último-, la capacidad de conducción. Acentuada, en su caso, por la dispersión inexorable del adversario que no acierta. Y que se desorienta, obstinado en el espectáculo de vodevil.

Valijas. Tierra de nadie

Quedaron, suspendidos en el aire, los movimientos misteriosos. Sin testigos.
Los que solía ejecutar El Furia. Aluden al mito de la marroquinería. Son movimientos y misterios que se encuentran actualmente clausurados. Condenados a la quietud.
Persisten, en el medio, los enriquecimientos repentinos que se sospechan. De los desorientados materialistas que iban a llevar. O a llevarse.
Abundan los sospechosos que hoy se quedaron sin timbres. Sin -tampoco- continuidad. Tierra de nadie.

«Con Cristina se acabaron las valijas», confirma la Garganta.
Significa que, en adelante, tal como lo escribió Rocamora, «está mucho más difícil hacer una moneda». Emerge como otro dato auspicioso.
Triple beneficio, en definitiva, el de la ausencia. Al irse, coronó su máximo aporte.
Hasta para morir, El Furia acaparó la iniciativa.

En materia de corrupción, los episodios reprobables hoy son políticamente facturados al ausente. No hay mails ni denuncias que valgan. Ni que impresionen. El Furia, desde la ausencia, los purifica.
Incluso, La Elegida ya se atreve hasta a generar acciones imposibles de haber sido imaginadas. Al menos, durante la vigencia de El Elegidor. Sólo posibles a partir del peso de la ausencia.
El intento de acuerdo social, entre los empresarios y sindicalistas. Penúltima alucinación del populismo.
O la luz verde, sobre todo, para el próximo desembarco de los auditores del FMI.
Es, en la práctica, una manera de darle otra vuelta de llave a la bóveda.

Sinceramiento

El deslizamiento deportivo, a través del tobogán de la corrupción, se encuentra, en gran parte, controlado. Sin mayores dramatismos, puede presentarse como otro hábito abandonado. Para el revisionismo histórico del pasado cercano.
«Falta detener, en adelante, la turbulencia inflacionaria», confirma otra Garganta.
Dista de ser una tarea para encomendarle a Boudou.

Es inexorable convivir, durante otro año, con la inflación. Aunque aún pueda abusarse con el aumento del gasto, merced al viento de cola de los precios. Tampoco son eternos.
Sincerar la economía, emerge, por ahora, como una utopía neoliberal. Es preferible insistir con la adicción a la fantasía. Habrá que proseguir con el deleite de los precios políticos de los servicios. Con la escatología de los subsidios, pero ya, ostensiblemente, sin el destino de caja. Sin el desvío de las valijas autónomas. Sin el mito del eterno retorno.
Sin el afano, el modelo resulta más equitativo. En cierto modo, el cristinismo exponencial se dispone a profundizar aquella teoría impulsada por Barrionuevo, el filósofo positivista. Basta, para la algarabía nacional, con que el estilo les dure seis meses.
El sinceramiento, en todo caso, va a ser una tarea pendiente para el sucesor de Cristina.
Para Consultora Oximoron, La Elegida no va a cometer la torpeza de sucederse a sí misma.
Será un problema, en todo caso, para Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol. O para el indescifrable Reutemann. De últimas, para Capitanich. En ese orden.
No va a ser fácil, para La Elegida, borrarse con elegancia. Los conservadores de empleo van a presentarle los hechos consumados. Para que no pueda resistirse a ser. Aunque La Elegida sea demasiado calculadora para cometer el error primario de ser reelecta. E inmolarse, como una gila, ante la súplica estimable del clamor.

Jorge de Arimetea
de Consultora Oximoron
para JorgeAsísDigital.Com

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