Seis Samurais
PODER VACANTE VIII (Seminario privado de primavera): Eran siete. Pero el 27/10 partió El Furia.
Consultora Oxímoron
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, sobre informe
de Consultora Oximoron,
especial para JorgeAsísDigital
Introducción
El primero de los Siete Samuráis, Néstor Kirchner, se extinguió irresponsablemente el 27/10.
Justo una semana después de la «escaramuza ferroviaria» del 20/10. En el límite marginal que unifica, más que separa, la capital con la provincia. Tierra difusa, de nadie, con terraplenes de tango y misterios que se guardan en calles como Hornos o Luján.
Para el relato que circula, se trató de un ser morrudo. Presumiblemente, el meritorio Cristian Favale. Hombre de bien, de Facebook, fascinado por fotografiarse con ministros. El morrudo, en el relato, pretendía ser aceptado como ferroviario, para asegurarse lícitamente la seguridad de su familia. Fue el que se agachó. El que apoyó cinematográficamente una rodilla en el piso. Para disparar hacia los «zurdos». Desde donde les tiraban tuercas poéticamente brillantes. Con la forma rústica de los «gomerazos».
Los calificados como «zurdos» no habían podido cumplir la magna tarea de cortar las vías. Obstrucción que iba a defecar los planes de miles de habitantes que debían desplazarse entre la capital y la provincia. A los cuales, acaso, les interesaba francamente el menor pepino la problemática laboral de los «tercerizados». Cuestión que despertaba, en cambio, la solidaridad profesional de «los zurdos».
La ceremonia de cortar las vías suele ser bastante edificante. Impedir la ceremonia, en general, es una acción ingrata. Una faena que, desde los rieles sensibles del Estado (que no toma conciencia de la hegemonía de su autoridad) nunca se podía impedir. Quedaba mal. Desde la óptica progresista era incorrecto.
Como lo confiesa el senador Filmus, en dulce emotividad, Kirchner le dijo: «Yo nunca voy a reprimir».
Era el límite moral del extinto. El Furia participaba de la ficción de no «criminalizar la protesta».
Ahora, de alguna manera, eso sí, desde Transporte, se indicaba que debía evitarse la modalidad de las interrupciones. Los muchachos -o sea, los ferroviarios- debían arreglarse. Los damnificados por los cortes eran los pobres desgraciados que querían trasladarse, «pero los que recibimos los insultos, las agresiones, somos nosotros, los ferroviarios».
La cuestión que el Gordo meritorio, en la versión de la historia que maneja la señora jueza y la señora fiscal, con la rodilla en el piso, disparó nomás hacia los zurditos. Hasta que se le trabó «el arma». Pero tiró lo suficiente como para «agujerearle la panza» al «gil de la gomera».
Mariano Ferreyra. Un muerto de Sarandí. Militante del Partido Obrero. Un cineasta potencial. Con el rostro romántico y la barbita que remitía, para colmo, las imágenes idealizadas en las camisetas del Che Guevara.
Ferreyra es el rostro de la ilustración de las próximas camisetas de los revolucionarios que comprarán las capas medias. Era la imagen del muerto que Kirchner, el próximo extinto, no podía tolerar.
(Ampliaremos. Hasta indagar en la existencia, en la identificación del ser «canoso de la mochila y la remera blanca». Manifestante que solía sacar un chumbo de la mochila. Para disparar hacia los ferroviarios que debían ingeniarse para hacer lo que el Estado no podía. Para guardar el arma en la mochila, y volver, de inmediato, a manifestar. Continuará).
Espejismos
Los Seis Samuráis quedan condicionados, en su totalidad, por los efectos de la partida del 27/10.
La Elegida emerge aliviada. Suelta. Con el pleno aprovechamiento de la centralidad. Fortalecida por la asimilación inteligente del dolor. Se perciben progresos. En la precipitación programada de las encuestas.
Salvo que desbarranque, si sigue en el camino es la candidata natural. Tema tratado en «La Reelegida» (cliquear).
Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, es ahora el acosado segundo samurai del oficialismo.
Entre ostensibles desconfianzas, Scioli intensifica las muestras de encuadramiento y lealtad. A su pesar, los kirchneristas de paladar negro, como los radicalizados de boca, no le creen. Ni, en el fondo, lo aceptan. Esta reticencia representa, en simultáneo, el mérito primordial de Scioli. El atributo que le permite mantener latente el espejismo de la proyección presidencial. Debe aceptarse que hoy, por el fortalecimiento temporario de La Elegida, el espejismo se encuentra algo más lejano que ADK (antes del final de Kirchner).
No obstante, el acontecimiento del 27/10 lo confirma, a Scioli, en el objetivo de mínima. Implica continuar al frente de la gobernación de «Buenos Aires, la provincia inviable» (cliquear). Sin las obstrucciones clásicas del extinto, menos dramáticas que las de los manifestantes tercerizados. Sin postulaciones virtuales como aquella de Boudou, el simpático animador de peñas. Sin colectoras.
Los que aguarden rupturas -a propósito de Scioli- se instalan en el andén equivocado.
Para la evaluación de Oximoron, Scioli nunca va a distanciarse de La Elegida. Es la conductora nominal de la Superstición Justicialista. Relatora oficial. Van dos.
«Cristina, Reutemann y vos»
Debe advertirse que, desde el costado oficial, en cualquier momento surge, sin ser aún un samurai, otro peso copador.
Es Carlos Reutemann. El administrador de las vacilaciones que crece políticamente a través de las sistemáticas evasivas.
Reutemann se aparta, paulatinamente, del pelotón. Consecuencia del 27/10. Reutemann produce un admirable salto acrobático en garrocha. Clavó la garrocha en el piso destartalado del Peronismo Federal, para elevarse y descender, en apariencias, en las sutiles proximidades de la Casa de Gobierno.
Puede que sea pronto negado con énfasis. Pero Oximoron aconseja no descartar la fórmula que -a este paso- resultaría imbatible.
“Cristina, Reutemann, y vos”.
El Riesgo Helicóptero
Alfonsín y Cobos, los exponentes de «la recuperada Unión Cívica Radical», siguen, después del 27/10 sin mayores alteraciones. Sólo las que les brinda cada ansiedad.
Estimulados favorablemente por el cansancio cultural del peronismo, en general. Y de la estética kirchnerista, en particular.
Ambos -Alfonsín y Cobos- se encuentran infortunadamente afectados por el «riesgo helicóptero». Un factor inmanente, fantasmal, que los precariza. Por la imposibilidad de persuadir, a los sectores gravitantes de la ciudadanía quemada con leche, que ellos se encuentran capacitados para garantizar alguna idea de gobernabilidad.
La clonación transformadora -Alfonsín- encara, por su parte, la pausa que lo resguarde durante el duelo (ya lejano). Leerá este informe desde París.
«Wait and see». Esperar y ver. «Radicales hereditarios» (cliquear).
Cobos, en cambio, como tiene que quedarse aquí, la tiene más difícil. Le cuesta armarse como líder opositor, mientras participe de la escuadra presupuestaria del gobierno.
Sólo tiene que esmerarse en ser nutrido por la grosería de los ataques. Los que, estratégicamente, lo favorecen. Van cuatro.
Plan de lluvia y Spa
El Peronismo Federal, después del 27/10, accede a la plenitud del descalabro. Se sostiene por tres miembros fundamentales que se entibian en el pelotón. El Adolfo, desde Quintana; Romero, desde Parera; y Puerta, desde Libertador, organizaron cerrados ágapes útiles para llegar con algo de aire hasta el 27/10.
Sin embargo Oximoron evalúa, en su informe, mantener a Duhalde entre los samuráis. Afuera del pelotón.
Como a Macri, el aliado potencial del PF, pese al estupor de la señora Michetti, que se siente (en el pelotón) lícitamente postergada.
A Macri, para mantenerse como samurai, le alcanza con la pública privacidad de su festejo de casamiento.
Como los otros cuatro samuráis, Macri y Duhalde dependen de la dinámica imprevisible de los acontecimientos.
De todos modos, Macri aún conserva el Plan de Lluvia de quedarse. Sobre todo si La Elegida, después de la temporaria centralidad, se consolida. Si se dispara hacia arriba. Para algarabía de los valientes consultores del Frente Encuestológico de la Victoria.
En cambio, de proseguir con la favorable kermesse de Fuerza Bruta, a Duhalde lo aguarda un tentador destino de spa.
Ezeiza
El escenario, para terminar, cambia abruptamente si, después de los efectos conmovedoramente positivos del 27/10, La Elegida se desbarranca. Para chocar frontalmente, como el extinto marido, la calesita.
El caos del aeropuerto de Ezeiza amenaza con transformarse en la fotografía anticipatoria de la Argentina que se viene.
En semejante marco, es Duhalde quien emerge -para Consultora Oximoron- como el exclusivo beneficiario. Pese a la fatiga del metal del peronismo, que induce a la resignación de la sociedad.
Es Duhalde el Piloto de Tormentas (generadas). El sindicado, naturalmente, para pilotear la tormenta que no se puede, esta vez, generar. Tiene que venir, si es que viene, a caballo de la incapacidad nacional. La condena cultural que incita al desgajamiento. A la confrontación. A la anarquía. Por la proverbial estupidez.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital.Com
Continuará
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