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Siete Samurais

PODER VACANTE VI (Seminario privado de primavera): Kirchner, Cristina y Scioli, Alfonsín y Cobos. Duhalde y Macri.

Oberdan Rocamora - 20 de octubre 2010

Consultora Oxímoron

Siete Samuraisescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, sobre informe
de Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital

«Ganar primero, combatir después»
Libro del Samurai (Anónimo)

Introducción

Siete son los guerreros que se encuentran en la primera línea del fuego de las perspectivas.
Néstor Kirchner, El Elegidor. Cristina Fernández, La Elegida, y Daniel Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol. En ese orden. Rincón oficialista. Tres.
Sigue Ricardo Alfonsín, la clonación transformadora. Y el vicepresidente Cleto Cobos, paradigma de la «calidad institucional» que impuso el kirchnerismo. Rincón de la recuperada Unión Cívica Radical. Van cinco.
Eduardo Duhalde, el Piloto de Tormentas (generadas), por el Club de Gobernadores. La corporación conocida como Peronismo Federal.
El Piloto -Duhalde- se encuentra entre los siete sobre todo por la posible concreción de la alianza estratégica. La que permite agregar al séptimo. Mauricio Macri, de la difusa alucinación del PRO.
Juntos, Duhalde y Macri, figuran entre los siete primeros. Separados, tienen que unirse al pelotón que sigue. Más atrás.
Conste que interesan más los hombres que las estructuras partidarias.

El pelotón de referencia tiene, a lo sumo, quince anotados. Nunca menos de doce. Compone -el pelotón- la segunda línea. El banco.
Para los Idus de Marzo, perfectamente podrían figurar entre los primeros Siete Samurais. Sumarse. Desplazar alguno de los privilegiados.

Está Carlos Reutemann, el administrador eficiente de sus propias vacilaciones. Crece a través de las evasivas y las dilaciones. Del expreso voluntarismo que el imaginario colectivo -cada vez con menor intensidad- deposita en su estampa providencial.
Felipe Solá. Es el exponente más calificado del felipismo. Demuestra, admirablemente, que tiene sed de poder. Que tiene ganas. Que va con todo, con lo muy poco que tiene.
Francisco De Narváez. El Roiter persiste, inmerso en la desorientada declinación. La duda indescifrable que lo devalúa hasta el desperdicio.
Alberto Rodríguez Saa. Sobre todo si se atreve a aventurarse más allá del Estado Libre Asociado de San Luis. Más allá de Córdoba, o de Mendoza, es poco más que un reportaje televisivo, dominical. Debería forzarse por extirparse el complejo de inseguridad que mantiene con los porteños y los bonaerenses. Se le nota.
Mario Das Neves, el Tenor Portugués, patagónico de Avellaneda. Se encuentra costosamente inadvertido en el interior traumático del bolillero. Aún no acierta en las salidas. Está borroso.
Hermes Binner brinda la imagen tranquilizadora de la sobriedad. La mesura que lo lleva a parecer un hombre medularmente profundo. Marcado por la acotación específica que le signa su vocación vicepresidencial. Asociado, ineludiblemente, a la clonación consagratoria de Alfonsín.
Ernesto Sanz emerge como el Reutemann de repuesto que tienen los radicales. Decirlo es también una ingeniosa ingratitud. Se lo percibe -a Sanz- sólidamente formado.
Elisa Carrió, de superior arquitectura intelectual, se desdibuja ejemplarmente en el pelotón. En la búsqueda imprecisa del dibujo personal. O del motivo para la próxima demolición.
Fernando Solanas es el promisorio dirigente universitario que, por razones biológicas, prefiere saltar hacia la fosforescente presidencia. Justo cuando tiene, a su merced, el artificio autónomo de Buenos Aires, con un gran sector de la sociedad fascinada por sentirse módicamente revolucionaria.
Queda la dupla sub-45 de Massa-Urtubey. Viene capacitada, aún, para acometer alguna audacia sorpresiva.
Puede seguirse la fila del pelotón con los gobernadores. Schiaretti, de la Córdoba que no merece estar tan ausente del debate nacional. Alperovich. Capitanich. Gioja. Zamora.
Conste -y vaya como aclaración-, que Moyano podría estar entre los primeros 7 Samurais. En materia, claro, de poder real. Pero hasta ahora se queda afuera de las ambiciones electorales para el 2011. Por última vez.

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Factor Scioli

De la línea recta al triángulo.

Scioli consiguió transformar la línea recta del oficialismo en un triángulo.
Pudo perforar la clausurada inocencia del jueguito «nena o varón». Pingüino o Pingüina. Los dobló.
La dinámica mediática signa, en adelante, que Scioli sea uno de los tres vértices fundamentales. De donde surge el candidato a presidente.
Néstor es el primero para considerar. Aún físicamente escorado, El Furia es el Jefe. Aunque se le pierda, paulatinamente, gran parte del respeto acumulado. Y su sexo político infortunadamente se abrevie. Y, para colmo, se le ablande.
Hoy, todo aquello que Kirchner degrada, lo ennoblece. El último humillado fue Scioli. Los opositores sacan número para lograr que El Furia, por favor, los ataque.

Sigue Cristina, La Elegida, que tiene el derecho natural de ser reelecta. Es quien lleva, empecinadamente, el estandarte de la palabra que agobia. Incapacitada para retroceder. Sin frenos. Pero compite, de manera sutilmente velada, para protagonizar el deseo de continuidad.
Tiene, a su favor, lo que no debe sugerirse ni mostrarse. Las tomografías computadas.
La sensatez, como algún médico consultado, indica que El Furia no debería ser.

«Con fe y con esperanzas, siempre para adelante», Scioli los partió. Se dijo: los perforó. A pesar de la obstinación inconvincente de Moyano.
Desde la indemnidad de amianto, que logra a través del positivismo de la Línea Aire y Sol, Scioli les hizo un formidable juego de piernas y pinzas.
En síntesis técnica: combinación de ostensible alineamiento con simultánea distancia.
Con la ideología del vitalismo exasperante, a Scioli le alcanza -ante el espanto de los clásicos- para cautivar a un sector predominante de la sociedad.
Cuanto más leal se muestra, más crece. Como instrumento previsiblemente confiable para la sucesión. Para el mantenimiento de algunas virtudes que suele asegurar el ejercicio del poder. La libertad, entre ellas.

Los méritos de Scioli, no obstante, resultan insuficientes para contener el inflamado riesgo Moyano. Al que se teme en exceso.
Moyano, con algún fundamento valedero, atemoriza a los otros vectores de la política que desconocen la magnitud del deseo que estimula en su interior. La aceptación social.
Asusta Moyano, pero para que lo valoren. Para que lo tengan en cuenta (ver «La sociedad asustada», cliquear).

Financiera radicalización

Lo que difícilmente Scioli puede contener -a criterio de Consultora Oximoron-, es la caravana del humanitarismo. La sensibilidad activada. La conjunción selectiva de los beneficiarios del poder.
Y la explotación del pobrerío políticamente organizado. Subsidiado. Lo representa la constelación de organizaciones sociales, que distan de entenderse con la anquilosada maquinaria del PJ, en formación.

El factor Scioli pierde, previsiblemente, frente a los sectores financieramente radicalizados.
Los esclarecidos que aún suponen, con algún atisbo apreciable de delirio, que el kirchnerismo mantiene alguna identificación con la izquierda. O peor, que es de izquierda.
O que representa, atinadamente, el penúltimo margen de la revolución posible.

A quien Scioli, por perspectiva de presencia, le hace un tajo fulminante -de ser el candidato- es al Club elitista de Gobernadores.
El Peronismo Federal se encuentra en correctas condiciones de integrarlo a Scioli. Pero no de enfrentarlo.
Así el Peronismo Federal contenga la algarabía de llevarlo, como mascarón de proa, a Macri.

Con Scioli, por último, no se lo vence a Kirchner. Se lo diluye. Se lo digiere pesadamente. Sin ninguna alternativa para el apresamiento. Para la capacidad ambulatoria de El Furia, es una virtud nada menor.

Idus de Marzo

Ante la lluvia de conjeturas, y de posibles entrecruzamientos, entre los Siete Samurais y los integrantes del pelotón, la prioridad de Scioli, hasta Los Idus de Marzo, es «Buenos Aires, la provincia inviable» (cliquear).

Pero a no engañarse. Para Consultora Oximoron, los aspirantes a la continuidad van ser los Kirchner. Cualquiera de los dos. Socios que van, en definitiva, por el tercer mandato conyugal.

Entonces habrá que habituarse a la idea devastadora de la radicalización. La profundización del aislamiento interior. Los aleja, a los Kirchner, aparte de la racionalidad, las capas medias.
Animo, porque a fuerza de desbordes de la economía, pretenden, aún, captarlas.

En cualquiera de sus dos vertientes, los Kirchner, al contrario de Scioli, representan la garantía del peronismo dividido.
Facilitan, por lo tanto, el triunfo radical.

A hoy, 20 de octubre del 2010, la UCR presenta la opción política más aventajada.
De ser el próximo domingo las elecciones, el próximo presidente sería Ricardo Alfonsín. Pero hasta los Idus de Marzo, Alfonsín tiene que mantenerse. Mientras tanto, Cobos puede repuntar. Con la ayuda invalorable de los insultos kirchneristas.

Ambos -Alfonsín y Cobos- cuentan, a su favor, con la fatiga del peronismo. El hartazgo del metal, dirían los aviadores. El estupor de una sociedad que se resiste a la resignación. Que necesita persuadirse que el radicalismo puede encontrarse en condiciones de asumir, otra vez, la carga de la historia. Sin ser goleado. El desafío de la gobernabilidad, donde siempre pierden. Para que no concluyan, de nuevo, entre las emociones extraordinarias del incendio, habitualmente generado.
Asignatura -la gobernabilidad- pendiente. Objetivo que perfectamente puede lograrse a partir de los pactos de convivencia. Con los saldos, en principio, de los ciclos históricos del Peronismo Federal. Y a partir de atreverse a encarar, de una vez por todas, una relación madura, inteligentemente convivencial, con los dirigentes sindicales que suelen presentarse como odiosamente temibles. Pero para que los acepten. Los integren.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.Com

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