Seguir a Obama, no a Lula
Argentina debiera reconocer a Porfirio Lobo, el ganador en Honduras. Como los Estados Unidos. Sin asociarse a los errores de Brasil.
Consultora Oxímoron
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
Mortificados por su desastrosa dirigencia, abundan argentinos que idealizan las actualidades de los vecinos. Aunque desconozcan las angustias interiores de los países ponderados.
El desfile de los países considerados serios lo encabeza, invariablemente, Brasil. Secundado por la admirable previsibilidad de Chile. Hasta por el institucionalismo de Uruguay, que ofrece al mundo, sin atisbos de pudores cívicos, el retroceso de la presidencia de «Minguito».
A través de la visión ejemplar del vecino, se especifica la devaluación interna.
Es la manera indirecta de castigar la catastrófica conducción que se padece. De los Kirchner.
Brasil es catapultado, arbitrariamente, como el líder indiscutible de América Latina.
Merced a la declinación económica, y asombrosamente intelectual, de la Argentina, es casi unánime el convencimiento instalado.
«Brasil debe asumir el liderazgo» subcontinental. Representar la alucinación del mando. Transformarse en el interlocutor real de los Estados Unidos. Brasil es el «país serio». Una «nación» con «proyecto», con mandato histórico. Mantiene las «políticas de estado» patrocinadas por Itamaraty.
Es, precisamente, el dilema.
Desde el punto de vista de la extensión territorial, y sobre todo del poder empresarial, y militar, la cuestión del liderazgo es ampliamente irrebatible.
Sin embargo, para semejante facilidad interpretativa debe dejarse de lado cualquier aspecto relativo a la inteligencia política. La potencia suele ser antagónica de la razón. En tal carencia, es donde Brasil más se asemeja a los Estados Unidos.
Teología del fracaso
En materia geopolítica, perseguir la estrategia del Brasil -para el JorgeAsísDigital y la Consultora Oximoron- es algo más que una indigna capitulación. Es un error.
Implica la aceptación de la Argentina como un territorio situado, geográficamente, a los efectos de ser identificado, al sur del Brasil.
País -la Argentina- poblado por eternos desencontrados. Concatenación de imbéciles que se traicionan y estafan entre sí. Que no encuentran la fórmula, administrativamente viable, de entenderse. De convivir. Ni siquiera para explotar las múltiples posibilidades que, sistemáticamente, se desperdician.
Es la teología del fracaso.
Discreta intrascendencia
Brasil dista de encontrarse en condiciones de asumir la conducción subcontinental.
La discreta intrascendencia de su diplomacia, resulta ineficaz para intermediar en el conflicto regional que les atañe.
La expansiva Venezuela Bolivariana, que se encuentra, felizmente, en el camino, con el obstáculo de Colombia.
Un litigio, para Brasil, de política interna. Cabe la posibilidad de entender, la insolvencia mediadora, a través del temperamento de los principales protagonistas. Uribe y Chávez.
Uribe, por las ambiciones de eterna permanencia. Contiene, aparte, el aporte del inquilino americano.
Chávez, por la creatividad de los desbordes. Arrastra al concilio de sus dependientes. Correa, del Ecuador. El Evo, en Bolivia. Orteguita, en Nicaragua. Con la intención de cargarse juntos, si pueden, a Uribe, que sólo puede apoyarse, con cierta levedad, en Perú. Y en el inquilino americano, que mantiene el pretexto legitimador del combate al narcotráfico.
Entonces Chávez se topa, en Colombia, con el principal obstáculo para la expansión de la viruela revolucionaria. Al respecto, en la región, Brasil se destaca por la magnitud de las carencias. Las propuestas de Itamaraty son sucesivamente desairadas por Chávez. Como el asesoramiento para una Comisión de Fronteras. Para administrar las tensiones.
Honduras
Pudo percibirse la atrocidad diplomática del Brasil en el episodio grotesco de Honduras.
La clásica chirinada, cívico militar, fue legitimada -en la versión golpista-, por la decisión de evitar que el presidente Zelaya condujera, al barrio de Honduras, hacia la fanfarria bolivariana.
El error hiperactivo del Brasil consistió en erigirse como artífice del regreso del presidente Zelaya. Ocupó Brasil el lugar que le correspondía, en todo caso, a Méjico.
Para terminar con el disparate de alojarlo, a Zelaya, en la residencia del embajador. Torpeza que aportó la mayor complejidad a la inspiración del realismo mágico. Indigno de un texto del peor Spota. O de Arguedas. De Rómulo Gallegos. O de Icaza.
El consejero Marcos Aurelio García, junto al canciller Celso Amorim, compitieron, en materia de desaciertos, con el bartolerismo diplomático del señor Insulza, el Secretario General de la OEA.
La obsoleta organización multilateral volvió a demostrar, en la chirinada costumbrista de Honduras, que no sirve para nada.
Fue positiva, después de todo, la suerte de acción de gracias, medularmente inofensiva, encarada por el ex presidente Oscar Arias, de Costa Rica. La palomita blanca de la América Central.
Arias mostró que merece ser el candidato clavado, para ganarse todos los premios del pacificacionismo existente. Ayudó, empero, a contener a los dos virtuales guapos del barrio, Zelaya y Micheletti. Amparados en sendas interpretaciones de la legalidad.
Para destrabar la chirinada, la solución electoral, aparte de ser posible, fue la más justa.
Obama, hoy vilipendiado por las encuestas, y la señora Hillary Clinton, pudieron entenderlo pronto. La Base norteamericana de Palmerola, situada a cien kilómetros de Tegucigalpa, la capital de Honduras, pudo haber colaborado sustancialmente con el esclarecimiento decisorio.
Sin embargo Obama y Clinton deben enfrentar el hostigamiento de los países radicalizados que participan del realismo mágico. Los que consideran, con discutible acierto, que la elección representa la manera más eficaz de convalidar el golpe de estado.
Es la posición, categóricamente clausurada, que moviliza la ejemplaridad democrática de Cuba. La racionalidad de la Venezuela Bolivariana, de Bolivia y Ecuador. Patrocinada, sobre todo, por el gigante equivocado, obnubilado por el valium. Brasil. Que arrastra, en el fervor del esquema principista, a Chile. Al Uruguay de Tabaré y de Minguito. Y, como corresponde, al coro de agregado, la Argentina de los Kirchner y Taiana, intelectualmente en piadosa retirada.
Para JorgeAsísDigital, Argentina tiene que liberarse de las supersticiosas imposturas y reconocer a Porfirio Lobo. Es el ganador de la compulsa electoral. Aunque sea, para la digestión de La Elegida, un impresentable. De derecha.
Es decir, Argentina debiera seguir, en Honduras, la línea de Obama, y no la de Lula.
La insolvencia de la diplomacia de Itamaraty se obstina, mecánicamente, en generar aventuras heroicas. Experimentaciones morales, para el boceto del país ultrajado, condecorado por la miseria.
A los efectos de no extinguirse, Honduras necesita recobrar, en lo posible pronto, algo parecido a la normalidad. Algo deshonroso para tanta literatura.
Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, copyright
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