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El Tercer Hombre

EL DESIERTO DE PIEDRA (III): Kirchner y Duhalde favorecen a Cobos. Falta Reutemann.

Carolina Mantegari - 6 de noviembre 2009

Consultora Oxímoron

El Tercer Hombreinforme de Consultora Oximoron
redacción final Carolina Mantegari
especial para JorgeAsísDigital

Como en la novela de Graham Greene, Reutemann es El Tercer Hombre.
Resta saber si, de verdad, Reutemann va a proyectarse. Hacia marzo del 2010. Como lo asegura la Garganta de su confianza. O si desiste, por definitiva vez. Por cuestiones misteriosas, abrumadoramente comprensibles.
Mientras tanto, entre las cumbres del peronismo abarcativo, se debaten los otros dos hombres fuertes.
Kirchner y Duhalde.

El conejo y el mago

El vigente Kirchner suple, en el 2009-10, al desplazado Menem del 2003. Es en el juego dinámico de la confrontación internamente interminable, que no enriquece.
Hasta el 2003, el eje confrontacional los mantuvo como protagonistas a Duhalde con Menem. De la equivocación despiadada emerge Kirchner, para desplazarlos, previsiblemente, a los dos.
Casi siete años después se mantiene el autodestructivo hábito cultural.
Resultó irresponsablemente letal para el peronismo. Es decir, para el país.

Ahora el eje confrontacional lo ocupan Kirchner y Duhalde.
El Inventado y el Inventor.
El conejo de la galera, Kirchner, superó, en materia de la cruel sagacidad, al Mago, Duhalde, que hoy plantea la utopía de la recuperación. Facilitada, en exceso, por la sequía del desierto de piedra, aludido en las anteriores entregas (ver 1 -Aislamiento y poderío- y 2 -Circuitos cerrados-).
Los dos hombres fuertes – Kirchner y Duhalde- se instalan para polarizar la pugna por el control del peronismo de la provincia de Buenos Aires.
O sea -otra vez, y maléficamente- del país.
Aquí, la conducción de las franquicias desestructuradas del peronismo se mezcla, hasta fundirse, y por supuesto confundirse, con la candidatura presidencial. A los efectos de definir las elecciones que se vienen irreparablemente encima. Las que podrían adelantarse, para marzo del 2011.

La superstición del peronismo

La relevancia de la interna peronista es, en el 2009-10, de infinitamente menor significación que en el 2003.
En otras instancias, quien se hacía cargo del peronismo se hacía cargo -vaya de nuevo- del país.
Hoy, infortunadamente, la ecuación es menos simple. El peronismo, cada vez más, adquiere la tonalidad de la (fundamentada) superstición. La superstición que indica que la Argentina sólo puede gobernarse desde su inmanencia. O la otra: que no puede gobernarse con la inmanencia, o la superstición, en contra.

Cualquiera de los dos fuertes visibles -Kirchner o Duhalde- que se imponga sobre el otro, garantiza, invariablemente, que Cobos vaya a ser el próximo presidente de la Argentina.
Porque ni Kirchner ni Duhalde se encuentran, con los valores de hoy, para Consultora Oximoron, en condiciones de triunfar, en una eventual segunda vuelta, contra Cobos.
Con el Tercer Hombre, Reutemann, que surja en medio del desierto, es el brote de otra conjetura.

Defectos de pertenencia

Lo gravitante es que la pugna, entre Kirchner y Duhalde, ya se encuentra lanzada.
La dilucidación del conflicto, en el interior del peronismo del circuito cerrado, puede resultar políticamente más interesante que la monotonía de la elección general.
Con estos actores, la elección se encuentra -para Oximoron- definida.

La aseveración condiciona los movimientos del resto de los ricos peronistas culturales. Con territorio, pero, acaso, con menor jerarquía. Por el defecto estructural de no pertenecer, en determinados casos, a la dominante provincia de Buenos Aires, políticamente aventajada y desastrosamente atrasada en materia de finanzas.
Son los peronistas frágiles que deben enrolarse en el amparo administrativo del kirchnerismo que les permite subsistir. O intentar organizarse desde el desorden conceptual de la disidencia. Una «hoguera de vanidades», donde figuran los líderes respetablemente reticentes. En situarse, por ejemplo, alrededor de Duhalde.
Por lo tanto, resulta aconsejable atenuar las ansiedades del posicionamiento. Mientras se aguarda, al menos, «el momento de decisión» de Reutemann.
Es el único que puede alterar, para los peronistas secundarios, el esquema descripto.

El atributo de la ausencia

La táctica del silencio suele asemejarse a la idea de la inacción. Pero puede convertirse, en Reutemann, en el atributo eficazmente táctico.
Mientras Kirchner y Duhalde tienen por delante, todavía, una temporada veraniega para lacerarse recíprocamente, Reutemann, mientras tanto, planea. Y planifica, en tanto prepara, según nuestras fuentes, las enigmáticas baterías para lanzarse, acaso, hacia «los idus de marzo», del 2010.

El Tercer Hombre, Reutemann, crece, en el desierto de piedra, a partir de la virtud de la ausencia programada. Un atributo, el de la ausencia, como lo fue el desconocimiento, para Kirchner, en el 2003.
El Tercer Hombre se sostiene, aparte, por la voluntad imaginaria de los peronistas multiplicados que se resisten a quedar prisioneros. Rehenes de la dinámica de confrontación que invocan Kirchner y Duhalde. De la que emerge Cobos, en todo caso, como el triunfador.
Así como de la confrontación Duhalde-Menem emergió Kirchner, el beneficiario de la confrontación Duhalde-Kirchner es Cobos.
Es de esperar que no se transforme -Cobos- en otro conejo surgido de la misma galera. Del Mago especializado, hasta hoy, en derrotas que le permiten, paradójicamente, evolucionar.

Cobos Vuelve

Con otras palabras, son razones esgrimidas por los Rodríguez Saa.
Aparentes damnificados, los máximos líderes del Estado Libre Asociado de San Luis, sostienen, según nuestras fuentes, que «está todo armado», en la práctica, para servirle el poder, en bandeja, hacia Cobos.
Como si se tratara, en definitiva, de otra traición más. De las tantas, al peronismo.
De acuerdo a esta línea argumental, Kirchner y Duhalde se encargan, en simultáneo, de favorecer -aunque sea sin quererlo- al actual vicepresidente. La figura patológicamente más representativa de la oposición.
Cobos vuelve, pese a las inútiles obturaciones, hacia el redil radical.
Al olfatear la proximidad de los cargos, los radicales éticos, los más prejuiciosos, no tendrán otra alternativa que ponerse ampliamente comprensivos. Para aceptarlo, a Cobos, como El Salvador.

Carolina Mantegari
para JorgeAsísDigital

permitida la reproducción, sin citación de fuente.

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