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Hacia Llambi Campbell

El kirchnerismo. De la hegemonía al colapso.

Osiris Alonso DAmomio - 29 de junio 2009

Consultora Oxímoron

Hacia Llambi Campbellescribe Osiris Alonso D’Amomio,
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital

Desde la hegemonía, al final, no se pasó al kirchnerismo de acotación. Se pasó, directamente, sin escalas, hacia el colapso.
Al eclipse del kirchnerismo que, desde El Portal, se anticipaba. El del «aroma a calas». De «la implosión». Del «boleto picado».
Transcurre el turno del tramo liquidatorio.
La extinción del ciclo «precario, culturalmente complejo». Destinado, desde hoy, al balance de la historia.
Queda develar, en adelante, si la derrota de Kirchner, ante el ascendente De Narváez, debe hacerse extensiva, también, al «fenómeno abarcador» del peronismo.
El peronismo que Kirchner aún oficialmente lidera. Y que De Narváez, desde la disidencia -al menos nominalmente-, comparte.
Aunque para ganar debió -hay que aceptarlo- alejarse.

Reutemann, Cobos, Macri

Como anticipamos en «Peregrinaciones y adelantamientos» (cliquear), el 29 de junio comienza la procesión simbólica de los sobrevivientes peronistas, hacia Llambi Campbell. Los pagos de Reutemann, en Santa Fe.
Emerge Reutemann, y esta vez con admirable esfuerzo, como uno de los tres principales triunfadores que mantienen el camino, repentinamente despejado, hacia la presidencia del país en baja.
El segundo beneficiado, a criterio de Consultora Oximoron, es Cobos.
Un Cobos condecorado, en Mendoza, por un triunfo que irreparablemente lo consolida. Obliga a que ya no se lo tenga en cuenta, tan solo, por la ventaja institucional de ser el vicepresidente incierto. Denostado por los kirchneristas que lo catapultaron. Pero premiado con el favoritismo de la sociedad que le agradece, aún, la decisión de aquella noche memorable. La noche que resultó fatídica para el gobierno a la deriva que debía acompañar.
El tercero es Macri. Por el triunfo, acaso menos significativo de lo que se aguardaba, de la señora Michetti, en el artificio autónomo de la metrópoli.
Es Macri, sobre todo, por la condición privilegiada de haberse diplomado como el socio principal de De Narváez.

De Narváez

Es -De Narváez- la figura política más imponente que surge de la elección que debió ser sólo legislativa. Candorosamente transformada -por otro magistral error de Kirchner- en un plebiscito.
El límite constitucional consiste en haber nacido en Colombia. Marca la acotación transitoria de las ambiciones personales del sujeto, que se encuentra en condiciones políticas para decidir, en el 2011, o cuando sea, al candidato a presidente que acompañe. Al que lleve en su lista.
En definitiva, como aspirante limitado a la gobernación, De Narváez, a pesar de todo, se ganó el derecho político a gerenciar gran parte de las negociaciones. Tendientes, en adelante, a decidir quien es el que va a erigirse como el sucesor del colapso kirchnerista. Si Reutemann, o Macri.
A hoy, 29 de junio, se lo percibe, con mayores posibilidades sucesorias, a Reutemann. Aseveración que legitima las simbólicas peregrinaciones hacia Llambi Campbell, en principio de los minigobernadores del conurbano. Y de los gobernadores específicos, inspirados por la certeza del turno de Santa Fe.
Ocurre que Reutemann se encuentra más fortalecido que Macri por pertenecer al «palo» del peronismo. La superstición -el peronismo- que gana siempre. Aunque escandalosamente pierda, como ayer. Por intermedio de Kirchner, el último de los productos culturales que supo elaborar. Aunque a algunos peronistas respetables aún les cuesta asumirlo como tal.
«Es de esperar que Reutemann, esta vez, ponga las paciencias y atienda el llamado de la historia». La historia que atraviesa, caprichosamente, otra vez, por sus dominios.

Incertidumbre

«Vísperas del período de irremediable incertidumbre».
La incertidumbre es el presente. Ingresamos en ella, y la atención debe depositarse, otra vez, en Kirchner. En plena magnitud de su derrota, El Furioso es aún el sujeto principal. Es el «componente irracional» de su comportamiento, el que determina el rumbo inmediato de los acontecimientos.
Ya chocó violentamente la calesita. Estrelló, contra la medianera del raciocinio, el gobierno de La Elegida. Arrastró hacia el derrumbe personal a una figura a la que, exclusivamente, debiera reprochársele tanta lealtad. Convertida en sumisión. Es Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol. Quien con fe y esperanzas, y sin inmutarse, supo acompañarlo. Hasta el abismo. Conciente -lo peor- del magnífico desequilibrio del conductor. Y sin haberse atrevido a saltar, admirablemente antes, de toparse con el precipicio.

Poder vacante

Después de tanta impresionante dilapidación de Kirchner, el poder vuelve, en la Argentina, a estar vacante. En medio de una economía estancada. Con una sociedad culturalmente devaluada. Con una espantosa imagen de sí misma. Y en el pleno apogeo del desperdicio. En el país -la Argentina- que supo demencialmente perder cinco de sus años más espectaculares. Entre el divisionismo y las imposturas que condujeron hacia lo que generaron. Al hartazgo.
Es el hartazgo que explica, en gran parte, el colapso aquí anunciado del kirchnerismo. A través del estilo que construyó, afanosamente, su irremediable autodestrucción.

Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital

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