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Polarizadores y polarizados

Los encuestadores entretienen mucho más que los candidatos.

Carolina Mantegari - 8 de junio 2009

Consultora Oxímoron

Polarizadores y Polarizadosescribe Carolina Mantegari
sobre informe de Consultora Oximoron,
especial para JorgeasísDigital

Las encuestas debieran registrar, en las campañas, la temperatura atmosférica que marca la opinión pública que compone el electorado. En Argentina aportan, aparte, un magnífico material para el ludismo que fascina los apostadores. Mientras Tinelli hace, de la política, un espectáculo masivamente circense, los encuestadores prefieren transformarla, en cambio, en un casino.
Las diferencias que plantean, entre sí, los profesionales de la sociología estomacal, resultan más entretenidas, en el fondo, que las expuestas por los candidatos en pugna. Ante la insustancialidad de las ideas, importa el tanteo, algo aproximado, de los números.

En sentido clásico, la encuesta, como instrumento, es el termómetro que se coloca entre las axilas de la sociedad. Cuerpo social al que tiene que medírsele la fiebre. Al invertirse los términos, el termómetro se propone, en la práctica, producir la fiebre. Regularla. Incluso, manipularla.
El instrumento desperdicia entonces el mecanismo de la credibilidad. Se impone popularmente el concepto «quien paga gana». Diseñadas a la medida del que las encarga.
Semejante banalidad estropea el negocio científicamente redituable. Transforma la frontera electoral, el 28 de junio, en una competencia de encuestadores que prueban fortuna en el casino de Cristóbal. Para saber quien acierta. O le pasa, al menos, más cerca.

Termómetros

Para desbordar a El Furioso, desde La Nación, Poliarquía anuncia que, en la provincia de Buenos Aires, De Narváez le gana a Kirchner por poco más de 3 puntos. 27 a 24.
A lo lejos queda la señora Stolbizer, con 12.
Mientras tanto, desde la Secretaría de Estado de Página 12, el nutrido batallón de especialistas tributa una numerología metodológicamente favorable hacia Kirchner. Los termómetros marcan distintos grados de intensidad.
Según Kollman, las consultoras colegas de Oximoron, como Isonomías y Equis, anuncian, a favor de Kirchner, diferencias mesuradamente elegantes. De 3 o 4 puntos.
Menos radicales que los sondeos cientificistas de Ricardo Rouvier. O del vanguardista Backman, de la CEOP. Ambos vaticinan una colosal humillación de Kirchner hacia De Narváez. Una goleada de 8 a 10 puntos de mínima. Visibilidad en aumento.

Proceso de Polarización

La inducción del electorado, a través de encuestas preconcebidas, es el motivo de otro informe de Consultora Oximoron.
Más que registrarse el efecto de la Polarización, lo que se busca, a menudo, según el informe, es promoverla. O evitarla.
El dilema gesta un escenario electoral de Polarizadores y Polarizados.
Polarizadores son los candidatos que consuman el designio de desmarcarse del pelotón. Para anotarse en la disputa final por la victoria.
Polarizados son -siempre para Oximoron- los candidatos condenados. Víctimas fatales del proceso de Polarización. Material reducido al afiche. «Cruel en el cartel».

Los responsables del Acuerdo Cívico, en la provincia de Buenos Aires, deben asumirse como objetos de las operaciones entrecruzadas.
Conviven con el riesgo plausible de ser Polarizados.
Ni circo ni casino, aquí la política emerge como un quirófano.
Trátase de la componenda de los «radicales moralistas», referenciados en Morales. Con los radicales arrepentidos que persiguen, junto a los antiguos izquierdistas de ramos generales, los altibajos emocionales de la señora Carrió. La Lideresa.
Son las víctimas del lanzado Proceso de Polarización. Instancia inducida a través de la consagración del voto utilitario. A favor -en este caso- de los Polarizadores.
La reducción de la interna peronista indica que debe decidirse entre los Polarizadores.
Kirchner-Scioli, contra De Narváez-Solá. Terceros afuera.
Con el agravante que la Polarización beneficia, exclusivamente, a De Narváez, el triunfador para Poliarquía. Y el «boleta» para el batallón de sociólogos que se referencian en la mitología de Artemiópolis.
Es precisamente la Polarización que Kirchner, por ser un astuto Polarizador, necesita evitar. Para que el nutritivo voto antikirchnerista se expanda. Entre Patti, en el escenario más perverso. Y Stolbizer, en el más previsible.
El objetivo es que la fobia creciente al kirchnerismo no se deposite, utilitariamente, sólo en De Narváez.
En este marco, se comprende que Kirchner, junto a los 45 minigobernadores Profesionales que arrastra, se ocupen, en adelante, de descalificar, hasta la diabolización, a la calificada «Alianza Residual». Para valorizarla en el mercado del «anti». A los efectos de evitar que prospere la tendencia que instiga a suponer que el sufragio -a favor de Stolbizer-Alfonsín- representa una inutilidad.

A medida de Solanas

Así como en la provincia Carrió es Polarizada, en el artificio autónomo de la capital es Polarizadora.
Instalada la Polarización entre la señora Michetti, y Prat Gay-Gil Laavedra-Carrió, lo que se encuentra en discusión es la propina para los Polarizados. Los que pugnan por el honroso tercer puesto.
Por prepotencia de presupuesto, debería corresponderle al kirchnerismo Polarizado. Pero Heller, el banquero de Brecht, propone la fofa ambigüedad del izquierdismo que aleja a los peronistas que persisten en la ciudad. Y espanta, en simultáneo, a los progresistas desorientados, estancados por el pesimismo. Los que sintieron, además, el aguijón de la vergüenza. Por el programado papelón que les cuesta perdonarle a Ibarra.
El beneficiario de ambos desatinos -para Consultora Oximoron- es Solanas, alias Pino.
En su regazo, Solanas recibe a los peronistas desairados de la metrópoli. Evalúan la postulación de Heller como un agravio.
Pero Solanas también recibe a los progresistas que descubren, tardíamente, que Ibarra tampoco los contiene. Por la simple picardía de campaña que suele utilizar cualquier atorrante. Pero le salió mal.

Final con Santa Fe

Distrito de indiscutible Polarización natural, donde brotan dos candidatos presidenciales. Reutemann y Binner.
César Mansilla, de Nueva Comunicación, reitera, en Santa Fe, el eje del conflicto que presenta Borenztein, de Poliarquía, en Buenos Aires.
Al contrario de colegas como Retamar, Management and Fit, EstrategiaGe, que lo dan como ganador irremediable a Reutemann, Mansilla lo vaticina, como ganador, a Giustiniani. Aunque en realidad, quien empuja, es el gobernador Binner. Solidaridad partidaria.
42,3 a 38. De ser cierto, se asegura otro retroceso de la señora Carrió, La Lideresa. Porque se impondría la candidatura presidencial del socialista Binner.
Un triunfo del socialismo proporcionaría mayor complejidad al panorama hereditario que se le presenta a la superstición del peronismo, que descuenta, hasta hoy, la consagración de Reutemann.

Incluso, para el 29 de junio, se planifica una excursión de dirigentes peronistas que convergen, desde todos los confines, hacia Llambí Campbell. Zona diseñada como próxima capital moral de la república. Como lo fue Río Gallegos, Anillaco. O Chascomús.
De perder Reutemann, tendría Macri, para llegar con aire suficiente al 2011, que anotarse en un curso acelerado de peronismo. Y cuadros como Romero, Solá, Puerta, Gioja, Moyano o Das Neves, situados en la actualidad en el banco de suplentes, podrían percibir que los convoca la oportunidad. Igual que a Duhalde. O Scioli. El propio Kirchner.
Que nadie piense, para terminar, que se lo omite, en la amplitud del bolillero, al menos interesante de los Rodríguez Saa. Igual, el Alberto, va a «jugar». Aislado, como acostumbra. Sin atreverse a resolver el dilema de acotación cultural que arrastra. Que le imposibilita proyectarse, más allá, del Estado Libre Asociado de San Luís.

Carolina Mantegari
para JorgeAsísDigital

Permitida la reproducción, con o sin citación de fuentes.

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