La Lideresa
Elisa Carrió, ama de la UCR.
Consultora Oxímoron
escribe Carolina Mantegari
sobre informe de Consultora Oximoron,
especial para JorgeAsísDigital
La centenaria Unión Cívica Radical trasladó, su centro decisorio, hacia el otro departamento de la avenida Santa Fe. Propiedad rentada, como el partido entero, por la señora Elisa Carrió. La Lideresa.
«…Patria hermosa, te daré una cosa/
una cosa que empieza con ce/
¡Carrió!»
Coreaban los radicales eufóricos, en el Gran Rex, en la semana anterior. Mientras La Lideresa presentaba los «candidatos», de la provincia y la metrópoli. Con la esperanza de volver, a ser gobierno, «como en el 83». Con el propósito de ganarle al peronismo, otra vez, «de la mano de Carrió».
Conste que cuesta, en la patología imperante, asumir la victoria del 99. La idea del triunfo parece agotarse en aquel 1983, con la sublime predicación del Preámbulo.
Pero el triunfo radical del 99, junto al Frente Grande, de Chacho Álvarez y Graciela Fernández Meijide, se silencia con entusiasmo. A los efectos de no brindar material gratuito de fumigación a Kirchner. Porque Kirchner, con perversidad de barrero, califica, a los protagonistas del Gran Rex, como la «Alianza Residual». Al flamante artificio que nucléa la despertada UCR. Junto al voluntarismo artesanal del ARI. Con los «margaritos» del GEN, que responden a la señora Stolbizer. Y con la colección de socialistas distraídos, necesarios, en general, para completar, con el ikebana de izquierda, una buena mesa. Para lucimiento de La Lideresa que se corrió, para algunos más de lo admisible, hacia la derecha.
Carrió exhibe los efectos olímpicamente transparentes de su impuesta dominación. Doblega, conduce, La Lideresa aprendió bastante de Kirchner. Por lo tanto los reta. Los maltrata cuando lo considere conveniente, a los seres sensibles que fluyen en la letanía del complejo espacio. Compuesto por seres sensibles, excesivamente adictos a las decepciones fáciles, justificatorias del salto.
«Aristas» que aún no se le fueron, como Macaluse. Aunque expongan mansamente su disgusto, como la «Tata» Quirós. O radicales arrepentidos que alternativamente se acercan o se alejan del desgastado tronco. O los socialistas envueltos, como los niños.
A todos, uno por uno, despacito, La Lideresa supo introducirlos en la amplitud de su bolsa. Alarma, apenas, hasta la inquietud, la relación lastimosamente quebrantada de La Lideresa -según el informe de Oximoron- con Margarita Stolbizer. Candidata, en primer lugar, por la provincia de Buenos Aires. Aunque ambas damas salgan a negarlo, se trata de una relación que debiera enyesarse.
El desencuentro de Stolbizer con Carrió es clave. Puede extenderse cualquier «coalicionista cívico». Tuvo la exaltación pública cuando, en una precipitada interpretación táctica, Stolbizer aprovechó la ofensiva de la Justicia de la Victoria contra De Narváez, el oponente. Por los llamados de la efedrina.
«Margarita se equivocó al reclamar que De Narváez renunciara a la candidatura», confirma una Garganta, asidua de la Academia Hannah Arendt, una banalización de aquellas Pitman.
«Creyó que De Narváez podía ser otro Rousselot», cuenta una Garganta radical, que la conoce a Margarita desde tiempos inmemoriales. Alude al olvidado locutor que fuera intendente derrocado de Morón. Cuando era concejal, Stolbizer aprovechó un traspié de Rousselot, para lanzarse a la yugular.
Carrió, en cambio, La Lideresa, como una Jefa, salió, aunque desairara a su aliada, a defenderlo a De Narváez. Por sus virtudes presuntamente republicanas.
«Pero también lo defiende porque De Narváez es más o menos lindo», continúa. Estratégicamente utilizable para otra alianza, como Reutemann.
«De los políticos educados, casi aristócratas, con apellidos de avenidas que la pueden a Lilita», insinúa otra Garganta femenina, que la quiere menos.
Acaso para desacreditarla, predomina la versión que indica que «a Lilita la pueden los políticos atractivos, preferiblemente adinerados del peronismo. «Como el Archie Lanús».
Sin embargo, en el caso de Reutemann, es distinto.
A Carrió le conviene elogiarlo porque Reutemann, «aparte de ser lindo y rico», representa una estocada hacia el último adversario interno que le queda. Hermes Binner.
Cada guiñada de luces a Reutemann implica, por elevación, un desplante a Binner.
Ya casi aplastado Cobos, sometido por prepotencia, y con quien Carrió hizo malabarismos desorientadores, Binner es el único que puede disputarle, a La Lideresa, al menos hasta la redacción final de este informe, la candidatura presidencial que asoma, como Febo, en el horizonte. Así sea para la lejanía del 2011. O para las elecciones presidenciales que La Lideresa imagina, según nuestras fuentes, a lo sumo, y aunque también salga a desmentirlo, para dentro de seis meses.
A más tardar, para marzo del 2010.
Significa que, con la candidatura presidencial prácticamente asegurada para Carrió, la única alternativa que le queda a Cobos, para alcanzar la presidencia, pasa, en realidad, por la Ley de Acefalía.
Error de LM
Para ganarle al peronismo, sobre todo en la sustancial provincia de Buenos Aires, las aliadas (por conveniencia) Stolbizer-Carrió tendrían que esmerarse -según Consultora Oximoron-, para no repetir aquel error de LM. El error explicable del superior López Murphy. Quien cayó, en el 2005, enredado en la dinámica envolvente del peronismo. Por entonces, con las candidaturas de dos damas, la señora de Duhalde y la señora de Kirchner, La Elegida.
Tienen entonces que cuidarse, en el 2009, de no tomar en serio la dinámica tentadora que les presenta opciones similares. Las que Stolbizer y Ricardito Alfonsín llaman PJ 1 -al de Kirchner-Scioli-, y PJ 2, de De Narváez y el descolorido Solá.
De tanto agitar un próximo entendimiento entre ambos Pejotas, podrían resultar víctimas, otra vez, de la polarización.
Para Oximoron, Stolbizer-Alfonsín, en Buenos Aires, salen terceros. Cómodos.
Maltratos y sapitos
Mientras tanto, los cuadros honorables, los referentes del partido que honrosamente sobrevive, deben rendirse, casi fascinados, a La Lideresa. Como por ejemplo Morales, definitivamente encuadrado, que aspira, en la próxima, a gobernar Jujuy.
Ella contiene la arquitectura argumental, pero también, aparte de los shows mediáticamente autorreferenciales, suministra los votos.
Los radicales, que se entregan a la conducción de Carrió -grotescamente apodada Lilita- eran militantes pirandelianos. Naufragaban en búsqueda de un líder. Pero encontraron una lideresa. Por lo tanto, debieron tragarse las imposiciones de quien los conduce. Aceptar que los maneje con el autoritarismo de su superioridad intelectual. O que los rete, como al «Gil» Lavedra. En su caso por haber hablado, en el Gran Rex, sin su permiso, ocho minutos de más, de los siete que habían acordado.
«Si querés, organizá un acto para vos en el Luna Park», le dijo La Lideresa, según nuestras fuentes, a Gil Lavedra. Para hacer alfonsinismo explícito, «durante dos horas».
Debieron tragarse, además, un sapito brillante. Que en el tradicional bastión de la metrópoli, La Lideresa ubicara, a la cabeza, al Alfonsito Prat Gay. El idóneo economista que lee, nerviosamente, sus discursitos, como si estuviera en un acto escolar.
«Pero Prat Gay es lindo, y, para degradarlos, Lilita prefiere a los lindos», confirma la Garganta femenina anterior, situada bastante próxima a la marginalidad de los desplazados. Los emblemáticos que, en el desplazamiento del poder radical, hacia el otro departamento de Santa Fe, fueron directamente descartados. Con la desprolijidad de una tachadura.
Probablemente, sin mayor inocencia, se piense que se alude a Leopoldo, alias El Marciano. O al más Federico de los Storani.
Pero Prat Gay aporta, aparte, según el informe de Consultora Oximoron, algo más que su relativa belleza. Aseguran otras Gargantas que Alfonsito consigue los trascendentales glucolines. Serían proporcionados por los empresarios que prefieren que se fortalezca una política de la dimensión moral de Carrió. Porque castiga, con virulencia, al kirchnerismo delictivo. Concientes que La Lideresa es la única que puede, a Kirchner, mandarlo preso.
Viejo Testamento
Entre tanta ética republicana, el vil dinero, en la congregación, constituye un gran misterio. Averiguar de qué vive Carrió es un tema que apasiona, hasta el éxtasis, a Aníbal Fernández, pero es un misterio menos explicable que los del Viejo Testamento.
Preferible es consignar, apenas, que cada candidato tiene compulsivamente que sacarse un crédito para financiar la campaña. Entre treinta y cincuenta mil pesos. En general, son créditos de la «banca solidaria». Del banco de Bertold Brecht, que administra el dirigente proletario Carlos Heller. Candidato, para colmo, rival.
Las cuestiones del dinero se arreglan, en exclusiva, en el mismo departamento de Santa Fe. Con la arbitrariedad que suele atormentar a tantos radicales quejosos, a coalicionistas sedientos de glucolines, a socialistas que murmuran, culposamente, una verdad que se extiende. Indica que en aspectos de caja, la señora Carrió, La Lideresa, parece haber aprendido de Kirchner. Como si fuera una indirecta discípula.
Carolina Mantegari
para JorgeAsísDigital
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