Desaires y pactos
Sospechas del acuerdo Reutemann-Kirchner.
Consultora Oxímoron
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
A pesar de la fantástica vocación nacional por el aislamiento, a la Argentina aún se la tiene en cuenta. Clasificados «country reports», de instituciones que estimulan el circuito bancario intereuropeo, resultan coincidentes, en determinadas secciones «political forecast».
Planteanse escenarios que facilitan la formación del «clima de negocios» en la Argentina. El «country» donde «importan más las figuras que los proyectos». Donde los sujetos suelen imponerse sobre las ideas. Interpretaciones que sustentan la atención prioritaria que les genera «Mr Reutemann». Y, asombrosamente, «Mrs Michetti». Son los emergentes triunfantes de la próxima contienda electoral, difusamente legislativa.
Reutemann-Michetti
and The Kirchners
En un documento reservado, del ámbito de referencia -al que Oximoron tuvo acceso- se indaga, incluso, hasta la posibilidad que «Mr Reutemann y Mrs Michetti» pudieran compartir, en ese orden, una fórmula. Considerada «invencible». En el 2011, o, como es plausible, temerosamente antes.
En la actualidad, Reutemann-Michetti son los más informativamente requeridos. En combinatorias que aluden además a «Mr Cobos» y «Mr Macri». A los efectos de suceder, bastante antes de lo previsto, a «The Kirchners». Como los califica, condenablemente, The Economist.
Acaso sin saberlo, los referentes citados (Reutemann, Michetti, Cobos, Macri), construyen una gravitación favorable para los estrictos evaluadores del «country risk». Representan alternativas positivamente superadoras de «The Kirchners». Colocan a la Argentina en la antesala para un «upgrade investment». O para la confiabilidad de eventuales inversiones. Brindan garantías de previsibilidad.
Cultura funeraria
Por encontrarse en condiciones de encuadrar la complejidad fragmentaria del peronismo, los evaluadores externos indagan, con relativo entusiasmo, sobre Reutemann y su proyecto presidencial. Por percibirlo tonificado con las credenciales aconsejables de la moderación. Sobre todo de la racionalidad, en materia económica.
El misterio consiste en detectar, en Reutemann, las claves de una real emancipación. O averiguar si -en alguna medida- Reutemann sólo forma parte de la estrategia de salida de Kirchner. Como lo divulgan determinados canales de acción psicológica. Los que insisten en la existencia del entendimiento entre ambos.
Cuesta, también adentro, aceptar la persistencia de la cultura funeraria en los dirigentes peronistas de la dimensión de Reutemann. O, por ejemplo, de Scioli.
Consiste en aferrarse, a la aureola de los líderes siempre renovables, hasta el minuto final. Hasta que se les evapore, definitivamente, la ilusión del poder. Para cerrarles, a los jefes -desde el punto de vista político- los ojitos. Pasó con los ojitos de Menem y Duhalde. Perfectamente puede pasar también con los ojitos oblicuos de Kirchner, que los tiene entre cerrados. Falta que llegue el momento, apenas, de bajarle, a Kirchner, los párpados.
En Profundidad
El origen de la postulación presidencial de Reutemann fue una divagación lanzada en «En Profundidad». Es la emisión de cable de Mauricio Maronna, el biógrafo aún inconcluso de Reutemann. Se desempeña, aparte, en La Capital de Rosario.
Según nuestras fuentes, Maronna pasó en limpio las vacilaciones de Reutemann, a los efectos de reproducirlas entre las páginas del diario.
«Que esta vez, a lo mejor puede ser, voy a ver si pienso, quien sabe, quizá, probablemente, en ser presidente».
La divagación, al difundirse, tomó cuerpo real. Por la magnífica repercusión. Sobre todo por la orfandad exasperante de los multitudinarios necesitados del peronismo a la deriva. Complementada por la reacción hormonalmente histericoide de Felipe Solá: «Reutemann debe decir si está con Kirchner o no».Y por la picardía patagónica de Kirchner, que deslizó la existencia del acuerdo que (al menos aún) no existía.
Curiosamente, lo que pretende averiguarse es, como insinuó precipitadamente Solá, si Reutemann es -o no- independiente de Kirchner. Si se encuentra adherido, como Scioli, a su estrategia.
En definitiva, «en profundidad», los evaluadores quieren saber si Kirchner y Reutemann se entienden, en el fondo, y caminan, como Hansel y Gretel, graciosamente por el prado, tomados de la mano. A pesar de la variable de ajuste, que es el pobre Rossi, alias El Chivo.
Un chivito -Rossi- que entra y sale del vodevil. Según las necesidades de Kirchner, en la negociación. El Chivo, próximo ministro, cobra la cuenta por haber sido leal a Kirchner. Al extremo suicida de acompañarlo -igual que Scioli- en las decisiones más desastrosas. Las que arrojaron el respeto del kirchnerismo, hacia los cartoneros.
Según informe interno de Consultora Oximoron, hasta hoy, lo único que aleja a Reutemann de Kirchner, son las derivaciones electorales del maldito conflicto agropecuario.
Por una cuestión de identidad, Reutemann tiene ostensiblemente que mostrarse alejado de Kirchner. Porque, para caminar la provincia, lo más redituable, para Reutemann, es diferenciarse de Kirchner. Con una carencia de convicción, en su caso, que genera crecientes sospechas de entendimiento.
Sospechas infortunadamente agigantadas. Sobre todo después del inexplicable episodio que Reutemann protagonizara con Marcelo Muniagurria, quien fuera su (leal) vicegobernador.
Muniagurria es, al menos hasta que se redacta este informe, el referente, en Santa Fe, de las tristezas del PRO. La alucinación, principalmente capitalina, que lidera Mr Macri. Competidor estratégico de Reutemann.
Algo sucedió camino al foro
Con la aprobación implícita de Macri, Muniagurria avanzó, telefónicamente, en el acuerdo con Reutemann.
La alucinación del PRO llevaría, en Santa Fe, su propia oferta para los diputados. Con el notable actor Miguel Del Sel, a la cabeza. Y lo apoyarían a Reutemann, como candidato a senador.
«Dale para adelante», le dijo Reutemann a Muniagurria. Como cuando era su vicegobernador. Y lo instruía.
Muniagurria fue «para adelante» y armó una conferencia de prensa en Santa Fe. A los efectos de comunicar el acuerdo.
Que sin embargo Reutemann, de inmediato, lo negó.
La profundización del desaire, al ex-vicegobernador, careció de desperdicios. Recurrió a una sobreactuación ideológicamente innecesaria, que le permitió a Reutemann autodescubrirse, para algarabía del grotesco, como un cuadro invalorable de la izquierda. Un idolatrador del recurrente Lula. Un revolucionario que «nada tenía que ver con Macri y la derecha».
Los detractores del desairado Muniagurria hoy lo descalifican con apasionamiento. Por basar un acuerdo político en una simple llamada telefónica. Pero existía, entre ambos, suficiente confianza. Y telefónicamente arreglaron significativas cuestiones de gestión, entre inundaciones y otras calamidades.
Lo que Muniagurria y los prohombres del PRO ya descuentan, según nuestras fuentes, es que «algo sucedió camino del foro». Por lo menos que transcurrieron otros llamados telefónicos. Los que persuadieron a Reutemann sobre la necesidad política de arrojarlo, a Muniagurria, por la ventana. Como si el pobre fuera una versión menos presentable de otra «negrita» Alarcón, oportunamente arrojada.
«Fueron llamados de la superioridad», confirmó una Garganta. Encarnada en Mazón, alias El Chueco, estrella infaltable en los vodeviles. Aunque los muniagurristas desorientados no vacilan en apuntar al propio Kirchner. Porque es el responsable exclusivo de decidir el envío, siempre por izquierda, de los trascendentales glucolines para financiar las campañas electorales.
Final con píldoras
Los prohombres del PRO deben decidir, entre hoy y mañana, a lo sumo pasado, si se tragan, con un tecito, la píldora del desaire de Reutemann. Y lo apoyan, igualmente, con la píldora tragada, para salir del paso, en Santa Fe, donde despiertan la indiferencia de las masas.
Aunque Reutemann no los quiera, por ser «de derecha».
Otro camino consiste en escupir la píldora del desaire y denunciar frontalmente -como acaso imagina Muniagurria-, el pacto Kirchner-Reutemann. De cuya existencia, en la alucinación del PRO, nadie duda. Aunque nunca lo digan.
Queda la alternativa, algo cínica, de apostar por la disipación del olvido. Es un recurso razonablemente pro.
Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
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