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Doble implosión

Kirchner hace implosionar a La Elegida, mientras conduce al peronismo hacia el precipicio.

Osiris Alonso DAmomio - 28 de mayo 2008

Consultora Oxímoron

Doble implosiónescribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
«Si no nos llamó cuando robaba, no nos puede llamar ahora, cuando lo corre la policía».
Peronista anónimo.

La sentencia ilustra, expresivamente, el estado espiritual del amplio sector del peronismo desplazado. Que aún resiste, desde el refugio arrebatado del humor.
Si cliquean en «El Golpe», texto del Portal, publicado el 25 de abril, podrán leer que este articulista sostuvo que «Kirchner gobierna el país desde el PJ».
Aseveración que hoy, infortunadamente, se confirma.
Fue en la condición de presidente del Partido Justicialista que Kirchner convocó, en la tarde de ayer, al amontonamiento selectivo del corporativismo. Una especie de reunión de gabinete ampliado, en Matheu al 100, sede del Consejo Nacional. Como la reunión que nunca promovió en Balcarce, cuando era, sin ir más lejos, presidente de la Argentina.
La fuerte apelación de apoyo, hacia la llamada «mesa chica del PJ», sirvió para encarar la doble degradación simultánea.
Primero, para devaluar a aquellos desventurados que fueron los ministros menos significantes. Quienes, en cinco años, jamás fueron convocados. Para verse, al menos, los rostros televisados, alrededor de una mesa.
Segundo, para someter a los privilegiados integrantes de la mesa chica de 28 dirigentes. Los que «suman», según interpretación filosófica de De Vido. Hasta convertirse en meros «sumadores» que debieron suscribir el documento que venía precocinado.

Kirchnerismo básico

Entre los 28 miembros, persisten dos ministros que confrontaban, antes, en el Gobierno, pero que hoy se funden en la mesa chica del Partido Justicialista.
Son aparatosamente antagónicos. Alberto Fernández y Julio De Vido.
Juntos, representan el malentendido más grotesco del oficialismo contemporáneo. Agudizado por Kirchner al delegar, los atributos formales de la presidencia, en La Elegida.
El Alberto, inspirado sonetista, supo instaurar el soneto de la diferenciación mediática. En la campaña previa de denostaciones, dirigidas hacia De Vido. E instrumentada a través del periodismo que le respondía. Con el consentimiento, menos explícito, de La Elegida.
Con la cosmética del nuevo gobierno, se asistía a las vísperas de la depuración.
Ocurre que La Elegida emergía como la gran depuradora. Para colmo, ella hoy no quiere ver, ni siquiera de lejos, según nuestras fuentes, a la señora Lalli Minichelli. Es la esposa de De Vido. Para colmo, la doctora Minichelli es de los escasos juristas que Kirchner atiende.
Los depuradores, tanto La Elegida como el Alberto, actuaban como si ambos desconocieran que ir contra De Vido, en kirchnerismo básico, significaba ir, en el fondo, contra Kirchner.
Justamente cuando Kirchner se alejaba de la presidencia formal, pero para atornillarse en el trono del poder real. En su condición de rearmador del corporativo Partido Justicialista.
Hoy De Vido siente, casi jactanciosamente, que es el soldado de Kirchner que «suma». Que se encuentra infinitamente más consolidado que el Alberto, en el gobierno que se le imponía, antes, como algo vedado y ajeno.
El Alberto depurador queda, en esta triste historia, depurado, como el poeta «tibio». Que se desinfló entre sus ímpetus depuradores, fragilizado por la acumulación de esmerilamientos.
Por despojado, por vaciado, en esta lección de autoayuda, de manual de kirchnerismo básico, el Alberto se encuentra en situación óptima para continuar eternamente en el cargo.
Igual que La Elegida, abruptamente desmoronada en la depuración de las encuestas. Descalificada, a sus espaldas, por la conjunción de preocupados dirigentes, a los que defraudó. Y que sostienen, confidencialmente, que ya no es eficaz, siquiera, para hablar en las inauguraciones.
Ambos, La Elegida y el Alberto, hoy dependen, exclusivamente, del Ángel Exterminador.

Vaciamiento integral

Para la construcción y mantenimiento del poder, Kirchner adhiere a la fórmula más destructiva.
Consiste en evitar, ante todo, que nadie, a su alrededor, crezca. O que suponga que pueda apartarse de su dependencia. Evolucionar, al menos proyectarse.
El Alberto, a tiro de decreto, ahora puede tranquilamente durar. Con menor autonomía de vuelo que el ideal Cleto Cobos, quien mantiene una inquietante legitimidad institucional.
Cobos es otro inofensivo indispensable, que perdió el control de Mendoza. Mantiene recortada hasta su sombra.
Al que Kirchner ahora debe colocar, en el sistema mecánico de vaciamiento integral, es a Scioli.
Y a los vaciados que Kirchner humilla, ante la perplejidad de sus electores, es a los tres gobernadores que debieron colocar el rostro despojado ante las cámaras.
Uribarri queda sostenido, en el protagonismo de Entre Ríos, por las partidas que equivalen, políticamente, cuatro glóbulos rojos, y uno blanco.
El instrumental Das Neves, que fuera un consentido esmerilador del Alberto, ayer distaba de ser el astuto que sabe moverse, perfectamente asesorado, según nuestras fuentes, por un lince tan sobrestimado como Manzano.
Y Capitanich, que fue el encargado de leer el documento que tenía, al decir de García Márquez, el sabor de las comidas enlatadas. Capitanich utilizó la estética, tan asumida como displicente, del general Bendini, mientras descolgaba, para la historia, el cuadro.

Entonces De Vido, el que iba a ser depurado, resultó, para Kirchner, el cuadro, en definitiva, más eficaz. Lo maneja, felizmente, de memoria. Sin que haga falta un control remoto.
Supo De Vido tejerle, a Kirchner, el complejo armado presupuestario de los intendentes del conurbano. Y fue el artífice, por instrucción de Kirchner, del acuerdo total con Moyano.
Después que, por decisión de Kirchner, impulsaran un seguimiento informativo de la historia explicable de Moyano. Cuando estimulaban el propósito trunco de pulverizarlo, y diseminaban en las redacciones aspectos previsiblemente pintorescos de su biografía, registrados entre 1972 y 1981.

Para terminar la faena del vaciamiento integral, de acuerdo a la evaluación de la Consultora Oximoron, Kirchner no se conforma con conducir, hacia el fracaso, sólo al gobierno de La Elegida.
Decide arrastrar también, hacia el precipicio, al peronismo.
A través de la patología estilística, obsesivamente inmanente, explicable más desde la psicología que desde las ciencias políticas, Kirchner provoca el daño colectivo de la doble implosión.
Del Gobierno y del Partido.
Ante la constatación de las turbulencias, habrá que ajustarse, en definitiva, los cinturones.

Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital

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