Trompetas de guerra
Desplazamiento del eje del conflicto. Del Medio Oriente a Suramérica.
Artículos Internacionales
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Geopolítica. Consultora Oximoron
especial para JorgeAsísDigital
En la plenitud del retroceso electoralmente táctico, severamente condicionado por su problemática interna, Bush parece conducir a los Estados Unidos, con activa impotencia, hacia el doble desmoronamiento de sus estrategias geopolíticas.
Para desconsuelo de la diplomacia argentina, que oscila entre la insolvencia intelectual y la abulia, se asiste a las vísperas del riesgoso desplazamiento posible del eje del conflicto principal. Desde Medio Oriente, hacia Suramérica.
Después de todo, persisten eventualmente las presencias hegemónicas de los dos principales recursos en juego. Los «commodities» invariablemente asociados a la problemática actual del poder.
El narcotráfico y el petróleo. En ese orden.
Consternaciones
«Suenan las trompetas de la guerra». Lo confirma el agonizante columnista Fidel Castro. En un texto que se le atribuye y que se encarga desparramar Prensa Latina. Trátase de la agencia donde descollaran los argentinos Jorge Massetti y Rogelio García Lupo.
Por otra parte, los amagues de Chávez, con sus insultos grotescos de inspirado locutor, hacia el «cachorro del imperio» -como califica al presidente Uribe-, deriva en un precipitado traslado de tropas hacia las fronteras con Colombia. Y que ordena, como corresponde, desde su show televisivo. Para acelerar las próximas imposturas, las sensibles advertencias del hospitalario Correa, el juvenil presidente de Ecuador, y del solidario Ortega, viejo zorro de Nicaragua. Y la expresiva «consternación» argentina, según una «alta» fuente que se consterna ante La Nación. Consecuencias lícitamente melodramáticas de la muerte involuntaria de Raúl Reyes.
Es el jerárquico de las FARC, quien fuera violentamente ajusticiado por efectivos del estado de Colombia. En la zona fronteriza que comparten Colombia y Ecuador. Y que los guerrilleros, con la aquiescencia de Correa, solían utilizar como dormitorio, y para activar las relaciones públicas derivadas de la faena de despachar los trámites de secuestrados. A los efectos de negociar las libertades de los rehenes lastimosamente ajados. Ideales para contener la vocación humanitaria de Bernard Kouchner, otro showman capacitado para vulgarizar el estilo del Quai de Orsay. Diplomacia francesa.
Ahmadinejad, ¿el vencedor?
La visita de Mahmoud Ahmadinejad, el presidente de Irán, a su vecino Irak, convertido en un carísimo «Protectorado» norteamericano, tampoco interesa mayormente en la Argentina. Aunque signa, emblemáticamente, el sostenido fracaso de la invasión más innecesaria de la historia. La de Estados Unidos en Irak, a los efectos alucinantes de rediseñar el mapa geopolítico de la región e instaurar la democracia. Fue motorizada por los impunes halcones que malinterpretaron, tendenciosamente y desde el Pentágono, aquel terrible atentado de perfección escalofriante. Y que confirmara la vulnerabilidad de las grandes ciudades. Como Buenos Aires, que fuera la víctima anterior, aunque ya venía el turno de Nueva York. Pronto de Londres o Madrid.
En efecto, el acto administrativo de derrocar el régimen previsiblemente tiránico de Saddam Hussein -que contenía la hegemonía sunnita-, sirvió para favorecer al chiismo, la emoción casi poética del Islam que mantiene como terminal, espiritualmente económica, al diabolizado (por los americanos) régimen de Irán. Al que Argentina supo aportar suficiente documentación argumental para diabolizar. Al estado que ahora, acaso, emerge como el triunfador en una guerra en la que no puso, siquiera, un solo muerto. Bush, para los iraníes, fue más benefactor que Saddam, que les mató casi un millón.
Mientras se siente devaluado en su frente interno, igual que Chávez y Bush, con la especulativa sabiduría de los persas, Ahmadinejad se oficializa como un líder regional. Por lo tanto se fortalece como para sentarse a negociar, irremediablemente, con el próximo inquilino de la Casa Blanca. Con seguridad los persas tendrán que sentarse con el republicano Mc Cain. Ya que la revolución política que promueve, de por sí, la candidatura de Obama, no alcanza, según la Consultora Oximoron, para ganar, al menos en este turno, la presidencial.
Rehenes-Objeto
En el maldito tramo cuidadosamente preelectoral, el democrático sistema americano, calificado como «imperialismo yanqui», debiera prepararse, en Suramérica, tanto en su versión Obama como Mc Cain, para instrumentar las desafinadas «trompetas de la guerra». Las que anuncia Fidel Castro y charlatanea Chávez.
Y que remiten, por ahora, al concierto inofensivo de los salones de la OEA. A propósito, se aguarda que Argentina no forme parte del coro estable. Que logre consensuar una posición de equilibrio racional, conjuntamente con el Brasil, que ya no podrá dilatar su pasión sistemática por los beneficios de la ausencia. Debe aprovechar el conflicto para garantizarle a Estados Unidos que es, el Brasil, la potencia confiablemente consolidada de la región.
De manera que la legendaria contienda del Estado de Colombia, contra las mercantilizadas FARC, sobrepasa el borde de la situación límite. Se enmarca en el complejo conflicto, estructuralmente andino, que enloda las relaciones de la casi aislada Colombia, con las asociadas Venezuela y Ecuador. Triángulo que mantiene enorme influencia para el control del comercio de los sustanciales narcóticos. Y para la explotación del petróleo.
Uribe no debiera quedar abandonado a su suerte. O aliado, exclusivamente, con los Estados Unidos. De existir, en la Argentina, una voz firme que no sólo invoque su impresionante «consternación», tendría que esmerarse en evitar el triunfo de los cretinos de la oralidad tramposamente revolucionaria. Los liderados por septuagenarios enriquecidos con el negocio próspero del conflicto armado. A través de fuentes de ingresos renovables que pueden producir la envidia de la totalidad de los guerrilleros avejentados del universo. El narcotráfico. Y en especial los secuestros. Los que movilizan a la formidable legión de humanitarios vocacionales que completan el mecanismo consagratorio de la extorsión. Sin quitarle gravitancia al impuesto revolucionario que suelen pagar, con discreción relativa, los empresarios andinos para evitar ser secuestrados. Sin convertirse en rehenes-objeto de los humanitarismos indeseablemente conmovedores.
Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron,
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