Rodillera, babero y vincha
SEMINARIO V - Entre Guerras y Entre Elecciones: El error de Magnetto fue creer que Los Kirchner estaban solos.
Consultora Oxímoron
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, sobre informe
de Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
«Para la política es bueno que Cristina termine con el Riesgo Clarín», confirma la Garganta, en riguroso «off the record». Un recurso periodísticamente canalla.
La idea extendida marca una actitud aceptablemente hipócrita.
Signa, incluso, el error principal de Héctor Magnetto. «El Beto».
Es -Magnetto- el Mariscal de Campo. Un Tenedor de Libros que tuvo mucha suerte. Pudo oxigenar, la convalecencia de su cuerpo, a partir de las tensiones terribles de las batallas.
«El Beto estaba para las exequias y los homenajes. Pero Kirchner, con la furia de los ataques, lo hizo revivir», avanza otra Garganta.
Certifica que el Grupo Clarín se aferró a la estrategia dictada por el moribundo recuperado.
Arremetida final
Si de algo existen certezas, a esta altura de la incertidumbre, es que Cristina se viene por la arremetida final.
Consta, por ejemplo, entre el vaporoso universo de los empresarios. Los que suelen profesionalmente entusiasmarse. Aunque, como siempre, sin mayor convicción. Con el atributo de disponer de las columnas vertebrales de goma.
Los empresarios están dispuestos. En fila. Casi amontonados. Con las rodilleras, los baberos y las vinchas. Para inclinarse, religiosamente, sobre los pies de Cristina.
Para seguir los lineamientos magistrales que enuncia José Ignacio de Mendiguren. El simpático gremialista es el titular de la Unión de Industriales Argentinos (UIA). El Vasco. Como lo llama Cristina, en confianza, para enternecerlo.
Al Vasco Mendiguren lo apodan, ahora, Julio Broner. Por aquel titular de la Confederación General Económica, que impulsó, en el 73, el Pacto Social con Perón.
«Para la pelea con Clarín, Cristina va más al frente que Néstor», confirma otra Garganta. «En su caja de cambios no existe la marcha atrás».
Lo conveniente, entonces, para los empresarios, es ponerse las rodilleras, colocarse el babero, y las vinchas. Y correrse.
Porque la furia no viene para todos. Está concretamente dirigida. Enfocada. Lo consigna otra Garganta:
«Los misiles vienen sólo contra Clarín».
Hasta La Nación se salva.
El Riesgo-Clarín
Evaluación del seminario de Consultora Oximoron.
Entre la cadena de errores inspirados por Magnetto, el peor error de todos consistió en no haber percibido que los Kirchner no estaban solos.
Detrás de aquellas embestidas iniciales, de las vanguardias desprolijas de Kirchner, El Furia, y de Moyano, se encontraba, en el fondo, la totalidad de la clase dirigente. Y no sólo política. También empresarial. Aunque claro, sin decirlo.
Significa confirmar, dolorosamente, que las solidaridades procuradas por Clarín, aparte de falsas, fueron en gran parte equivocadas.
Actuaban, los solidarios, obligados. Por la dinámica de los acontecimientos que los arrastraba. Pero sin mayor convicción.
Porque consideraban, secretamente, que, por el mero hecho de haberles declarado la guerra, los Kirchner producían un saludable beneficio.
A la política, en general, como oficio. La despejaban.
La liberaban (a la política) de la extorsión permanente de tener encima, siempre, el Riesgo-Clarín.
Consistía, en la práctica, en gobernar específicamente para ellos. Para el Grupo.
Tratamiento relativamente favorable, en materia informativa, a cambio de las ventajitas comerciales, que facilitaban la expansión infinita del Grupo.
Al extremo de hacer, casi sin darse cuenta, de pronto, la política ideal que les dictaba el Grupo.
Clarín bajaba, en la práctica, la línea. A cambio, en el tácito mercadeo, de los titulares. Y -sobre todo- de las omisiones de los aspectos más degradantes que cargaba, invariablemente, el político. Los «finaditos» ocultos del armario. El manejo del silencio selectivo.
«En cuanto Kirchner se hartó, y les declaró la guerra, el Grupo estuvo perdido», confirma la Garganta. Calificada. Sin mayor dramatismo. Con la rodillera.
«Nadie, por la destrucción de Clarín, va a derramar una sola lágrima. Que se j…», confirma otro. Con el babero.
Siempre en off. Aunque suele manifestarse, en público, con la mirada grave hacia el horizonte, y sin vinchas visibles, en contra «del hostigamiento hacia la prensa libre».
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.Com
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