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Zanini

14 de Noviembre de 2005. Oberdan, como Perón, cumple, y envía la segunda parte de Patio Olmos, sobre la llamada Linea Córdoba. O Maginot.

Oberdan Rocamora - 14 de noviembre 2005

Artículos Nacionales

Córdoba (de nuestro enviado especial Oberdán Rocamora).- Al fin y al cabo, en el Patio Olmos puede descubrirse que el kirchnerismo es un producto cordobés. O, a lo sumo, bonaerense. Porque, santacruceño de importancia, en realidad, sólo es el sujeto.Zanini
Por lo tanto, hablar gratuitamente de pingüinismo es una arbitraria precipitación intelectual.
Entonces los mitificados pingüinos son truchos.
El único pingüino de verdad es Kirchner.

charqui

A ver. De Buenos Aires es Julio De Vido. El objeto de las devotas oraciones de la señora Carrió, en la Capilla de Quenti. Ella suele sindicarlo como máximo exponente de la marroquinería política.
De Buenos Aires es también el Alberto.
Trátase del Settimio Aloisio del kirchnerismo. Convertido en un empresario que intermedia en la compra y venta de jugadores. Por ejemplo, con el pase de Borocotó. Por si no bastara, carga con el fardo de la derrota en la capital, y luce hoy, ya por cuestiones familiares, como artesano de la arquitectura ideológica que sostiene la convalescencia política de Ibarra.
Sobre todo, oriunda de Buenos Aires es la señora Cristina.
Por estar imbuída de un superior ordenamiento mental, y por un recatado sentido del ridículo, del pudor estético de la vergüenza, la señora Cristina, alias La Vampiresa, contiene sus deseos de cortarlo, al Alberto, en tiritas. De salarlo y convertirlo en charquí.

factura

De Córdoba, en cambio, es Ricardo Jaime, el Sospechoso Asumido.
O el Señor de los Subsidios, como se lo bautizó en nuestro Portal y nos copia, sin citarnos, la Nación, para colmo como título del suplemento Enfoques. Factura pasada.
Jaime brinda, aparte, ciertos servicios personales de protección, relativos a viejas deudas moralmente imprescriptibles del presidente.
Cuestiones que don Asís, por sus códigos, impide referir.

De Córdoba, aunque sea más irrelevante en la estructura de la banda, es también el promisorio Varizat, quien suena, para inquietud del Paco Larcher, como titular de la Side.
Pero sobre todo, de Córdoba, procede el sigiloso diseñador de la mesa chica.
Trátase del doctor Carlos Zanini, alias -vaya a saberse por qué- el Ñoño. Mucho más que un Secretario Legal y Técnico.
Conste que se prometió la hazaña de componer un despacho casi referido a Zanini.
Y Oberdan, como Perón, cumple.

candado

Tiene Zanini, en Gallegos, una casa amplia anticipada de columnas, en la calle Chacabuco. Y puede vérselo, algunos fines de semana, en una 4 por 4 muy poco original.
Zanini llegó a Río Gallegos, en el 84. Tenía un fiat 600, descolorido, pero con oculta tendencia hacia el azul.
Enviudó y en Gallegos se volvió a casar, con Patricia. Ella es definida, ante todo, en el Patio Olmos, como una buena persona. Patricia Alzua es, en la actualidad,  asesora letrada de la Embajada provincial.
Es decir, de la Casa de Santa Cruz en Buenos Aires.
Tienen un hijo. Aquí es mejor detenerse porque, por los obturantes códigos del jefe, deben atenuarse las informaciones relativas a la discutible privacidad familiar.

Había estado preso, Zanini, en Córdoba. Refería, recatadamente, donde correspondía, que su prisión había estado originada en el elitismo popular de la militancia maoista.
Otros, probablemente malpensados, en cambio, suelen esgrimir razones previsiblemente menos honorables.

Tentación para la literatura. Porque curiosamente, en Gallegos, Zanini se reencontró con un «candado». Es decir, con uno de sus carceleros, transferido a la prisión del sur.
El candado Aranda se llamaba, y no lo había tratado tan mal.
En cuanto comenzó políticamente a crecer, Zanini lo convirtió, al carcelero Aranda, en proveedor del estado provincial.

siempre hay un Chávez

Caprichosamente la historia se reitera. El socio de Zanini se llamaba también, como un visionario, Chávez.
Juntos, Zanini y Chávez, activaban en política desde un engendro llamado COP.
Desde la COP, Zanini y Chávez se incorporaron al Ateneo que conducía el Lupo, o sea Kirchner, en el 85.
Y es exactamente aquí -evalua la fuente del Patio Olmos-, desde que se le acerca Zanini, que el Lupo comienza en serio a crecer.
En general empieza a notarse, Zanini, a través de las decisiones de Kirchner.
La dependencia intelectual se agudiza cuando se quedan con la municipalidad, en el 87.
Cuentan, en el Patio Olmos, que hay que hablar de un Kichner antes y después de Zanini.
Antes, cuentan que «El Flaco era un amateur».

Córdoba, la cantera

Desde aquella época del Ateneo, aparte de la señora Cristina, al Flaco lo sigue, en apariencias, el Rudy Ulloa Igor.
Trátase del chileno enriquecido al que, por pudor, Kirchner se abstiene de presentarlo en sociedad. Aunque, en su condición de empresario multimedios, el Rudy le es sustancialmente funcional en Gallegos. Sobre todo para acotarlo, a través del vicegobernador, al gobernador Acevedo. Y para contenerlo, aparte, a Máximo. Y ninguna referencia más de índole familiar. Por los códigos.
También sigue en carrera el Gordo Ramírez, que prosperó menos que el Rudy.
Aunque Ramírez tampoco puede quejarse. De portero de edificio llegó a ser director de Yaciretá. El otro gordo, Chaz, tuvo menos suerte. Se le ocurrió pelearse con el Lupo. Sobrevive, apenas, en Gallegos.

Cuando Kirchner llegó a la gobernación, Zanini lo acompañó desde el legislativo. Le domesticaba la cámara.
Sin embargo, el esplendor de la Línea Córdoba comienza cuando lo designan, a Zanini, presidente del Tribunal Superior de Justicia. Es decir, de la Suprema Corte Provincial. Aprendían los muchachos a ejercitar completamente la unanimidad del poder.
Desde la excelencia presidencial, Zanini supo construir, para Kirchner, una formidable estructura judicial de protección, con desprolijidades notables. La que pemitió que Kirchner cometiera los peores desatinos. Irregularidades seriales que tal vez pronto deberán reabrirse.
En cuanto alguna sortija se le suelte, como se impone entre los desmanes de la Argentina cíclica, habrá que investigar.

Aunque los cordobeces la saben hacer, mejor -acaso- que los riojanos.
Córdoba entonces se convirtió en una cantera jurídica para Santa Cruz. Un reservorio de índole moral, generador de jueces confiables.
Por ejemplo, el incomparable Lozada. Es aquel juez que absolvió a Kirchner de por vida. Lozada era, al menos hasta hace muy poco, su sobrino político. Ya que noviaba, entre desencuentros sentimentales, con la doctora Mercado, hijita de la ministro Alicia.
Otro juez cordobés, de Recursos, es Rubén Lobos. Y también es de Córdoba la Angelina Abbona, casada con el árbitro de fútbol (también cordobés) Carlitos Mengarelli.
La doctora Abbona fue, por indicación de Zanini, Fiscal de Estado. Con las dificultades que tenía, la pobre, para emitir un dictamen. Sin embargo el gobernador Acevedo, muy ingrato, decidió reemplazarla.

Copetti, el Grande

La Línea Córdoba, alias la Linea Maginot, que aún dirige tácitamente Zanini, consistió en una ubicación de cargos de la plantilla.
Algunos tuvieron un destino menos enaltecedor, como el tan literario Copetti, el Grande.
En algún momento habrá que contar las historias que se cuentan sobre las inclinaciones financieras y afectivas de Copetti. Y sobre todo de su mujer, otra cordobesa, Silvia Estéban, que fue ministra provincial de Educación, y llenó el ministerio de chicas sugerentemente misteriosas.
Las llamaban Las Barbies. Alguna Barbie aún circula, en Buenos Aires, entre las cintas virtuales de aeropuerto, que se destacan en los pasillos de la secretaría de Jaime, el personaje de Tolkien.

Sin embargo Copetti es el depositario cordobés de las mitificadas admiraciónes. Es venerado en el Patio Olmos.
Téngase en cuenta que Copetti debe ser el único que alcanzó a pasarlo, en cuestiones de numerología espiritual, a Kirchner.

A propósito, al enterarse que sistemáticamente lo empomaban, Kirchner -que será Chapita pero dista de comer vidrio- no vaciló en descalificarlo para siempre a Copetti. Lo denigraba a propósito de  sus presuntas inclinaciones selectivas, en materia de esparcimientos de la intimidad.

Entonces ríen, estruendosamente, los amigos cordobeces del Patio Olmos.
Sobre todo al evocar las hazañas supuestas de Copetti. Acerca del manejo de los dinerillos que les descontaban, del salario, apenas a los 27 mil empleados públicos de Santa Cruz.
Conste que el cinco por ciento del sobre se les descontaba para gastos del Frente para la Victoria. Desde el 91 hasta el 2003.
Desconócese si persiste Acevedo con la saludable solidaridad del descuento.

chocar la calesita

En la actualidad se lo ve muy poco, por Córdoba, a Zanini.
Debe seguir de cerca la continuidad de los desatinos de Kirchner. Al que Zanini contiene, entre Buenos Aires y Río Gallegos. Y lo acompaña a cualquier lugar del mundo.

Podrá faltar Cristina en algún viaje. Pero Zanini jamás.
Asegura el testigo cordobés, que disparó de Santa Cruz para afincarse en el Patio Olmos, que, si no estuviera Zanini, el presidente puede encontrarse capacitado, en la primera de cambio, para chocar una calesita.
Una suerte entonces que Zanini, gracias al tráfico de tanta inteligencia simulada, asuma que no tiene derecho siquiera a enfermarse.
Y que sea Zanini quien revise hoy, en la residencia de Calafate, con el presidente intelectualmente dependiente, su creación convertida en jefe, los reemplazos ministeriales.
Alguien, que evidencia sorprendente erudición, quiere hablar, ahora, en el Patio Olmos, de Lázaro.
Sólo los iniciados saben que es imposible hablar seriamente de Kirchner si no se desmenuza, especialmente, cada deslizamiento de, por ejemplo, don Cristóbal.
Sobre todo de Lázaro.
Basta entonces con poner la puntita de su nombre, sin siquiera el apellido. Aunque no sea cordobés. La fama, sigilosamente, lo espera. Y esta presente en determnadas oraciones, eventualmente en la Capilla de Quenti.

Oberdán Rocamora

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