Juntos es para radicales débiles
Macri admiraba a Carlos Menem, no a Raúl Alfonsín.
Macri admiraba a Carlos Menem, no a Raúl Alfonsín.
Concentrarse en la estrategia keynesiana de la obra pública, para poner en movimiento la economía estancada.
A cada Doctora le llega su Florencio Randazzo, El Loco. Y a cada Rodríguez Larreta le llega su Martín Lousteau,
A falta de un líder como Alfonsín, o de un candidato imbatible como De la Rúa, quien emerge es Macri.
Tardaron 13 años en recuperarse. Tratan de nuevo la problemática del poder. Vuelven a sentirlo cerca.
Al cierre del despacho, trasciende que ninguno de los dos, ni Massa ni Macri, se da por aludido.
Aquí el desgaste, por uso y abuso del poder, suele confundirse con extinción.
Los que no se resignan mantienen la secreta esperanza que aparezca otro.
"Por los radicales que se disputan a cuchillo".
En todos los esquemas, dos figuras asoman, invariablemente, en el primer plano: Aires y Soles I y II.
La centro-izquierda brinda, con el ejemplo, tío Plinio querido, la gran sorpresa.
“El radicalismo se terminó, como partido, cuando comenzó a peronizarse”, confirma el especialista. Un radical NYC, de apellido fundacional.