La consagración moral de Palito Ortega
23 años atrás, Larreta con academicismo y pelo, y Massa con la insolencia ambiciosa del acelerado, militaban para su campaña.
23 años atrás, Larreta con academicismo y pelo, y Massa con la insolencia ambiciosa del acelerado, militaban para su campaña.
Mientras se entregaban a la sabiduría de la Mesa Judicial, La Doctora los embocaba con el ejercicio de la política.
ALberto es de inmanencia peronista pero de escenografía radical. Un epígono voluntario de Raúl Alfonsín.
La Doctora desorienta, con Alberto, a su principal adversario interno.
No es Macri, El Ángel Exterminador.
Es Clarín.
El Partido Justicialista es la marca que adquiere importancia como instrumento electoral.
Conquistar el poder, y conservarlo, se impone como el atributo principal.
El peronismo vegetal es copado sin inconvenientes por La Cámpora transformadora.
Aquí el desgaste, por uso y abuso del poder, suele confundirse con extinción.
Relajado estilo de conducción delegada. La Doctora entregó el ejercicio del gobierno a Carlos Zannini, El Cenador.
En minuciosa compilación, Zanatta describe las proyecciones hegemónicas que derivan en un “fracaso”.
La Doctora dejó de ser la solución. Es el problema.
Inmolarse por los mohines ensayados de La Doctora adquiere un sentido discutible. Por no decir nulo.
En setenta años de historia, el peronismo apenas tuvo tres jefes. Y dos poleas de transmisión.
El cristinismo se cuece precipitadamente en la salsa del Sistema Recaudatorio de Acumulación.