Evitar el caos o generarlo
Asamblea Legislativa. Adelantamiento electoral. Licencia del Señor Presidente para ser candidato.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Previa
Circuito del infierno
El circuito infernal se aloja en la memoria.
La elevación moral del dólar arrastra la elevación automática de los precios, que arrastra, a su vez, hacia las protestas de las organizaciones sociales.
Y a las movilizaciones de la izquierda que arrastran, a su vez, hacia la lógica estricta de la represión, que reproduce el pretexto para otras concentraciones.
Ceremonias que admiten y promueven el reciclado del circuito infernal (alojado en la memoria).
De lo que se trata, en el fondo, es de evitar el caos.
Corresponde salir del frasco y actuar antes que despunte.
O esperar que el caos se genere de manera sigilosamente natural. Para recién después tomar las medidas que disipen el incendio.
Es obra de una inteligencia perversa, aceptable pero costosa.
En materia pragmática de daños, de destrucción.
O lo que es indeseablemente peor, de muertos.
Carolina Mantegari
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Duelo de Chanchos
Ser el presidente, y en simultáneo el candidato, con el marco de una crisis de semejante magnitud, implica apostar por el delirio. Enlodarse en el error.
Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, perdió con severidad el primer combate del Duelo de Chanchos.
Con Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Chancho de Tierra. Nacido, como el Ángel, en 1959. Dos Chanchos en el mundo.
Alberto es una producción artesanal de La Doctora, que es Serpiente. La antagonista que suele dominar a los Chanchos. Domarlos. Vencerlos.
Pero Macri va, con más convicciones que preparación, por la revancha.
Pese a haber sido extraordinariamente sopapeado -cliquear- en las PASO, la “elección más inútil de la historia” (cliquear).
Desde el frasco, como candidato, el Presidente cae en una superposición de roles. Pero se empecina en dar otra pelea, con la remotísima posibilidad de ganarla.
Banaliza, sin misericordia, el ocaso de su mala gestión.
Asume caprichosamente el riesgo estratégico de recibir, en octubre, sopapos más dolorosos. Humillantes.
En un país deshilachado. Movilizado por el fracaso y el rencor.
Sin la poesía del Quijote, el Ángel se dispone a la utopía de combatir contra los molinos del viento de la realidad.
Lo acompaña la bancarrota del Sancho personal, el contratado pensador Jaime Durán Barba, El Equeco, que ya perdió el invicto.
Y por quien fuera el escudero principal, Marcos Peña, El Pibe de Oro, hoy sindicado, con facilidad, como el exclusivo mariscal de la derrota.
De todos modos, El Chancho alucinado arenga, en el CCK, a los gritos limpios. Entre los cientos de funcionarios, deprimidos y asustados, que se estimulan para pelear desde el frasco ampliado.
Hasta el domingo fatídico de agosto, todos eran relativamente felices adentro del frasco.
Escuchaban Radio Mitre, se extasiaban con Todo Noticias, consultaban La Nación y Clarín era parte de la propia tropa.
Mitificaban la sabiduría invencible de Marcos, celebraban las micro-segmentaciones y se mandaban, cotidianamente, ingeniosos videitos que aludían “a los ladrones del kirchnerismo”.
Los que iban, aquel domingo fatídico, a sopapearlos.
Construcción de la opositora favorita
Sin el auxilio de la literatura, con la retaguardia como una regadera, el Ángel pretende levantarse de la lona a través del desgaste de energía del otro Chancho de Tierra.
El Poeta Impopular que le llenó la cara, y las urnas, de votos.
Pero el Ángel, sin el menor asesoramiento astrológico, estaba armonizado en la fantasía budista.
Prefirió construir, justamente a La Serpiente, La Doctora, como la opositora ideal.
La rival preferida y conveniente. En la banca y procesada.
Según las encuestas infalibles del Equeco que venía invicto, lo más fácil era vencerla.
En los papeles el esquema funcionaba. Desde el frasco aprobaban.
Perfecto. Pero: “¿Y si La Doctora les gana?”, cliquear.
Osó preguntarlo el cronista, descalificado con acierto por ser un exponente de la “vieja política”.
Los Exterminados
En vez de desgastar al Chancho rival, Alberto, corresponde recurrir a la Asamblea Legislativa.
El Congreso, en esta instancia, ante el caos, el vacío o la ineptitud del Poder Ejecutivo, no debiera estar de adorno institucional.
Debe sesionar la Asamblea para tratar el adelantamiento de las elecciones. Que se impone. Octubre es la posteridad.
Para autorizar la licencia del Señor Presidente, así puede dedicarse exclusivamente a la causa perdida de la candidatura.
Y que mientras tanto gobierne -una manera de decir- la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde, Vice Presidente de la Nación. O el senador Federico Pinedo, Con Pase Libre, Presidente Provisional del Senado.
O el desperdiciado Emilio Monzó, El Diseñador, Presidente de la Cámara de Diputados.
Los tres -Michetti, Pinedo y Monzó- mantienen un presente de honrosa opacidad, y un destino incierto como profesionales del oficio.
Los tres fueron, aparte, políticamente exterminados, o por lo menos neutralizados, por El Ángel Exterminador.
Como fue exterminada también, con homenajes emotivos y lagrimas conmovedoras, y en secreto, la señora María Eugenia, Sor Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Sor Vidal digiere, con cierta dignidad, las píldoras de la derrota.
Y sin pasar, públicamente, la factura que los macristas clásicos, los de la primera línea del frasco, se resisten a recibir.
Esgrimen que Sor Vidal no tiene motivos convincentes para pasar ninguna factura.
“Fue ella la que no quiso desdoblar las elecciones provinciales”, confirma la Garganta.
A criterio del primer cordón del frasco, Sor Vidal mantenía otras aspiraciones.
Estaba instalada la idea alocada del Plan V. Suplir con lucidez, en la candidatura presidencial, al pobre Ángel que estaba en las proximidades de la lona.
El Duelo de Chanchos aún no tenía lugar.
Canción Desesperada
Pero
el Ángel, después de rebotar con Juan Manuel Urtubey, El Bello
Otero, y de descartar a un dirigente radical por ser sordo, creyó
recomponerse y abandonar la lona.
Fue cuando, por sugerencia del
inventor de Puerto Madero, se consiguió un peronista solitario, como
compañero de fórmula.
El senador Miguel Pichetto, Lepenito, hoy
Canción Desesperada.
Nada tenía Pichetto para perder. Porque
estaba parado, pensativo, como Lugones en sus últimos días.
En
la vía muerta de una estación abandonada. Hasta que de pronto pudo
treparse al último tren.
“Miguel, estaba fundido”, confirma
la Garganta. Insultaba a la Corte porque le habían bochado la
reelección al gobernador Weretilnek, de Río Negro.
Y al final
Canción Desesperada, con su rostro piadosamente dramático de
Humprey Bogart, debió hacerse cargo del quebranto del Tercer
Gobierno Radical.
Entonces adquiere el significado de una profecía
aquellas palabras hilvanadas por el gobernador Juan Manzur, El
Menemcito:
“Pichetto, compañero querido, 45 años de peronismo
para hacerte velar en una sala del PRO”.
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