Adolescencia tardía
Pino Solanas sabe explotar las delicias de la revolución oral.
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
Irrumpe, sobre el final, el acné de la adolescencia tardía.
Se asiste a los desbordes del magnífico torneo de estatistas vocacionales.
El cineasta Solanas, el Pino, marca la agenda ideológica.
Es el turno del compromiso revolucionario.
El déficit emocional de Kirchner produce, tío Plinio querido, estragos.
Las elecciones legislativas distan, por su culpa, de ser una rutina vulgarmente institucional.
Hoy, gracias a Kirchner, se trata de una compulsa angustiosamente plebiscitaria.
Hasta La Otilia, ansiosamente, a esta altura, quiere saber si los Kirchner, en el caso de perder el plebiscito, se van. Desanímela. Está muy acelerada. Con demasiada bronca.
Una suerte que esté Solanas, El Pino. Para oxigenar las carencias del debate. Y que haya impuesto, como eje temático, la melancólica «defensa del patrimonio nacional».
La reivindicación patriótica alcanza, también, la prioridad de «los recursos energéticos». Estratégicos.
Conceptos ingeniosos del cineasta que sirvieron para «pinificar» la atmósfera preelectoral. Supieron seducir, incluso, al sustancial conglomerado de zurditos, colectivamente múltiples. Fascinados por la posibilidad de adherir, instigados por Pino, tío Plinio querido, a la apaciblemente reparadora revolución oral.
Supo arrancar, el cineasta, los conceptos, de la bodega mental de los recuerdos añejados. Pero perfectamente movilizadores, aún, de la sociedad distraída. Encantada por la irrupción saludable de la adolescencia tardía.
Zurditos
El cineasta supo «correr, por izquierda», a los adversarios que lo admiran. Hasta le envidian el derecho legítimo a la inocente irresponsabilidad.
Con el cuento de las reivindicaciones estratégicas, Solanas los corrió, en principio, y justamente por izquierda, a dos zurditos. Al eterno fiscal Ibarra, que merodea las nostalgias de la bancarrota. Y al zurdito Heller, el Banquero de Bertold Brecht.
(Nunca olvidar que Brecht, tío Plinio querido, sostenía que fundar un banco era más delictivo que asaltarlo).
Ya habían quedado atrás, allá, donde se juntan las paralelas, otros zurditos. Como Christian Castillo, el trosco. O Zamora, heredero de Juan Carlos Coral.
O «La Pasionaria», Vilma Ripoll, alias «La madre» de Gorki.
Pero debe aceptarse que el primer triunfo significativo de Solanas consistió, tío Plinio querido, en el desplazamiento del Banquero de Brecht. A los efectos de situarse, en la patriótica escalada, en el tercer puesto. En la mira, ya, de Poliarquía. Apuntado por la señora Analía. Y por madame Capurro.
Desde el tercero, el cineasta acentuó la defensa televisiva del patrimonio. A los efectos de situarse segundo debía acosarlo a Prat Gay. Es el Bebé de la señora Carrió. Alimentado con insuficientemente piadosas dosis de Toddy político.
Un par de semanas más de patriotismo y El Pino, tío Plinio querido, arrasa.
Si recurre también, sobre todo, a la nacionalización de la banca. A la revolución agraria y antiimperialista. Dos domingos más y hasta puede sobrepasar a la señora Michetti.
Ella -Michetti- también adoraría utilizar un discurso equiparable. Le encanta un patriota como Pino, aunque contenga un lejano perfume peronista.
Ocurre que Michetti, tío Plinio querido, quisiera ser un poco más zurdita. Se lo merece. Acepte que es realmente incómodo cargar con la injusta estampilla neoliberal. Para colmo Mauricio, su Jefe, como no es candidato se dejó llevar por el racionalismo. Se le chispoteó la palabra y habló, equivocadamente, de privatizar. Una suerte que Francisco De Narváez, en pleno proceso de pinificación, se lanzara, también, a celebrar el jubileo de las estatizaciones.
A defender, De Narváez, como otro zurdito, los recursos energéticos del patrimonio nacional. Totalmente «pinificado».
Inversores
La cuestión que Solanas, ya bastante grandecito, a los 73 años supo admirablemente reconstruirse, tío Plinio querido, como un romántico dirigente universitario.
Con los arrebatos incorruptiblemente patrióticos que conmueven a los zurditos espirituales.
Bastaron. Junto a una inversión de doscientos dólares. Para que el cineasta se transformara, de pronto, en una de las dos estrellas del firmamento contemporáneo. Emergentes del tristísimo panorama nacional.
Conste que es tan triste, tío Plinio querido, el panorama, que la máxima figura que emerge, de la contienda, es el último inversor que nos queda.
Que saludablemente pone -y no saca-, monedas, en la política. Francisco De Narváez.
Según los últimos datos de Consultora Oximoron, De Narváez pierde, hasta hoy, por menos de dos puntos. Técnicamente, es un empate. Pero De Narváez, por sus goles de visitante, va a ser el gran triunfador. Junto a Pino, el dirigente universitario que adopta la biblia de Eduardo Galeano.
Obama copia
Menos mal que está La Elegida. Para colocar, en el epílogo de la carta, rodajas de inteligente madurez. Vale, entre tanta adolescencia.
Al convencernos La Elegida que, todo lo que hoy hace Obama, tío Plinio querido, mucho antes lo hicieron ellos. Los Kirchner.
Como Obama copia a los Kirchner, por eso los ningunea.
Es Obama un ingrato que prefiere diseminar los elogios hacia Lula. Los reconocimientos para la señora Michelle Bachellet.
Para dejarla, a la Elegida, aún, con la mano colgada.
Dígale a tía Edelma que ya se llegó a un acuerdo con Medea Lobotrico-Powell. Va a proseguir con las aspectaciones astrológicas. El Portal abre el monedero para pagarle. Aunque nos cobre en euros.
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