La Banda del País Ilícito
Lula, La Doctora, Ortega, Correa. Estados Unidos le pica el boleto al populismo.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
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Admoniciones
“Bonadío es un profesional”, confirma la Garganta. “No se deja llevar por cuestiones personales”.
Queda descartada la versión que atribuye el comportamiento del juez a infamias orquestadas por el gobierno anterior.
Consecuencias de las chiquilinadas del travieso funcionario de La Cámpora.
Por su ausencia, emerge como el ideal para adjudicarle la irresponsabilidad por ciertas operaciones.
Superadas paranoias que contuvieron el delirio del asesinato.
Como aquella admonición, estampada al espía olvidado:
“Tenés que resolver el tema Bonadío, como sea”.
Al respecto, la admonición sirvió para que se abriera una causa. “Amenazas al juez Bonadío”. La llevaba el doctor Norberto Oyarbide, hoy imputado como miembro de La Banda del País Ilícito.
“Detrás de Bonadío no está Macri, olvídate, nada que ver. Tampoco está Clarín, menos La Nación. La razón debe buscarse más arriba.
En el Norte”.
Carolina Mantegari
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Imposturas que se instalan con el rigor de la certeza.
En Estados Unidos se hartaron del populismo en América Latina. No se va a permitir su regreso ni en Brasil ni en Argentina.
De la verdad relativa parte la legitimación simbólica del Lava Jato, la ceremonia judicial que deja Brasil a merced de cualquier Bolsonaro.
Una versión caricatural, desmejorada, del peor Berlusconi, el regalito que dejó la inflamada mani pulite (para que después se robe mejor, o se modifique parcialmente el plantel de ladrones).
Semejante verdad relativa le corresponde también a la Peste de Transparencia (cliquear), de epílogo incierto, que impregna a la Argentina, debilitada hasta derivar en la Transparencia de la Peste (cliquear).
Para algarabía de los optimistas movilizados por la gloria de despojar el pus. Con la ilusión romántica de creer que, al agotarse el pus, van a toparse con las flores morales de la normalidad.
Significa que en Argentina se sigue el ejemplo del Brasil, patrocinado por Estados Unidos e inspirado en Italia.
Conclusión: La Doctora, como Lula, tiene que estar presa.
Pero no por populista, por ladrona.
Por ser la Jefa de la Banda del País Ilícito.
El comodity de la represión
Debe entonces estar fuera de su eje, o de su cauce, como el insolente Rafael Correa, en su exilio tergiversado, ya tampoco puede volver más a la presidencia en Ecuador.
Como emblema transitorio del mal, queda la Venezuela de Nicolás Maduro, que reproduce la agonía de su sociedad.
Resta complementar el cuadro con la paradoja marginal de Ortega en Nicaragua. Casi 40 años después de haber derrocado al tirano Somoza, el revolucionario Ortega se convierte en la copia infiel del Somoza que oportunamente derrocó.
Queda relativamente en pie el solitario Evo Morales, en Bolivia, sostenido por el pintoresquismo originario.
Queda Cuba sin los Castro, sin siquiera el consuelo de la guerra fría. Suficiente para administrar la sublime mercadería del sol, y del folklore para ser manejado con piloto automático.
Sin exportación revolucionaria, Cuba queda reducida a ser una bella isla para atravesar un grato fin de semana.
La impostura es completada por la razón geopolítica.
En el frente menor de su guerra comercial, los Estados Unidos se degradan con Donald Trump y se proponen frenar la penetración permanente de China.
Para evitar que se repita, en el patio del fondo de América del Sur, el cercano ejemplo de África.
La pereza elemental de los europeos agobiados permitió que el chino astuto, a través de sus baratijas e inversiones, se apropiara de las riquezas del continente africano.
Para registrar el avance del capitalismo temible, el más salvaje, con el que resulta imposible competir. Por lo tanto debe ser combatido.
Con sus empresas estatales legitimadas por el poderío comunista, China fascina y desconcierta a los ensayistas que nunca superaron a Henry Kissinger. Les cuesta valorar la magnitud del comodity de la represión, tan salvaje y efectiva como su sistema capitalista mixto y devastador.
Centralidad en adversidad
La centralidad de La Doctora, en la adversidad, es aquí un fenómeno exasperante que llega a abrumar.
El protagonismo mediático, confeccionado a la medida del agravio. Tiene estampada la chapa de jefa hereditaria de una asociación ilícita. Por la cantidad de integrantes iniciales, 42, representa la expresión del país ilícito.
Con dos organizadores que, en la práctica, la descalifican.
Ni Julio De Vido, y menos aún Roberto Baratta, integraron nunca su primer círculo. Ni de afecto ni de relación.
Pero esta literatura no puede evaluarse con criterios de realidad.
El bombardeo cotidiano genera, entre sus adictos, menos repulsión que admiración.
Por amontonamiento de denuncias, de procesamientos, de claras demostraciones de culpabilidad, los medios patrocinan, de manera indirecta, su relanzamiento electoral.
El triste tercio, que responde a La Doctora, mantiene la terca estabilidad.
“Habrá robado, pero con ella comía asado, iba a la pizzería una vez a la semana y pasaba diez días en el mar. Estos dicen que no roban, pero ni llego a la mitad del mes”.
El segundo tercio, hegemonizado por el macrismo, implora por saberla presa.
El tercer tercio, donde debiera recoger su siembra el Peronismo Perdonable, no aporta soluciones ni refleja algo de claridad.
Queda, en la práctica, como un rehén de los otros dos.
Inhabilitados entre los que adoran a La Doctora y los que procuran encanarla.
La impostura
La impostura se extiende. Asegura que los líderes mundiales, de la robustez intelectual de Trump, el esbelto Macron o la fatigada señora Merkel, deciden respaldar, financieramente, a la Argentina, que se traduce como Macri. Desde el marco estricto del Fondo Monetario Internacional. Para impedir el regreso del populismo, que irreparablemente debe retroceder.
La impostura es explícitamente avalada por los funcionarios legitimados, como interlocutores oficiales, de Estados Unidos en la Argentina.
Sin ir más lejos, por el embajador Edward Charles Prado, el simpático mejicano que dista de ser discípulo de aquel brusco Spruille Braden.
El flamante embajador Prado se permitió sucumbir ante la ligereza del entusiasmo, en la cena de exégetas vocacionales, para decir:
“Argentina tiene que mirar el futuro y no volver al pasado nunca más”.
Como si necesitara confirmar, frontalmente, que Estados Unidos le picó el boleto al populismo, en la región.
Impostura para tratar, en adelante, como inapeable verdad de hierro.
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