La cuestión del ego en Macri
Sucumbe ante la heterodoxia auto-referencial de Elisa Carrió.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Consta que determinados ministros se esmeran en el perfil bajo.
En sus alocuciones prefieren no destacarse. Para resistirse a revelar los síntomas despreciables de la egolatría, pecado terminal en el Tercer Gobierno Radical.
El ego, según nuestras fuentes, en el TGR se castiga.
Ser calificado de ególatra es la peor desgracia que puede pasarle al funcionario de la Argentina Socma.
Ocurre que Mauricio impone la alucinación del equipo homogéneo. Se considera un “formador” de equipos, con empleados a su alrededor, que no suelen llegar con facilidad a él. Porque dependen de los Encargados de Áreas (llamados ministros).
Al que se exceda en la concepción del ego, le entra a operar el terceto del poder activo.
Lo compone Marcos Peña, El Pibe de Oro. Y los dos ceos, a su vez jefes de otros ceos múltiples, que abandonaron el ámbito privado para patrióticamente “hacer algo por el país”.
Gustavo Lopetegui, Luz de mis Ojos II, y Mario Quintana, Luz I.
Los ministros, Encargados de Áreas, deben dejarse homogeneizar permanentemente. Por alguna de las dos luminarias que los auditan, a través del aparato infalible, y con rueditas, denominado Tablero de Control.
Los Encargados de Área de la Argentina Socma deben opinar cuando corresponda. Cuando lo instruya El Pibe de Oro, de acuerdo a la instrucción que se imparte electrónicamente desde las oficinas de Jorge Grecco. Se trata del memo sustancial de circulación interna que responde a la pregunta: “¿qué estamos diciendo?”. En gerundio, perdón.
Para garantizar la homogeneidad del bloque, los encargados de área se ajustan a la sabiduría inapelable de los ejes argumentales, que se distribuyen por email, hacia sus celulares.
Cultura auto-referencial
La cuestión del ego en Macri resulta fundamental. Por el “trabajo en equipo”. Por la cosmetología de saberse la “cabeza del equipo”, que actúa en armonía con el pensamiento.
El único ego desarrollado que debe aceptarse, en el “equipo”, es el ego hipersensible de Mauricio.
Cuando se le señala la característica, suele decir: “Es injusto, no es así”.
La cuestión del ego en Macri implica la condena a los personalismos, que son “fatales” para el “equipo”.
El mecanismo exhibe la más altiva contradicción en las relaciones, “adultas y maduras”, de Mauricio con la señora Elisa Carrió. Emblema de la cultura auto referencial.
Carrió representa la fuerza individual que explota la capacidad para monologar en las emisiones televisivas. Ante los comunicadores cautivos, interesados más en el rating que en las barbaridades articuladas emitidas por la dama. Mientras tanto vuelan las esquirlas expresivas del hondo pensamiento. La acción de “inmolarse en defensa de la república”. En su rol activo de “protectora de la sociedad”, ante las redes malvadas de mafiosos selectivos, narcos y/o corruptos.
Entonces Mauricio, cultor de la homogeneidad racional que condena el ego de los empleados, capitula ante la heterodoxia auto-referencial de Carrió. La par que lo doblega.
El encuentro entre las diferentes arquitecturas intelectuales sugiere el empate armónico que facilita la connivencia. Aquí no. Significa que el ego de Macri sucumbe ante el ego potencialmente superior de Carrió. Que aplasta. Como aquí se dijo, es Carrió quien lo acota, marca los límites de la cancha. Carrió conduce. Pulveriza la concepción de “equipo” que Macri diseña.
Con palabrazos temibles y frontales, Carrió destruye la hegemonía imbatible del pensador Durán Barba. Impugna la amistad culposa con El Tano Angelici. Interrumpe el ascenso de Jorge, El Primo (que era) Pobre. Genera el indefendible drama institucional con el presidente de la Corte Suprema.
Cabe la perversidad de preguntar: ¿Hasta dónde Carrió lo va a bancar a Macri? O viceversa.
Corriente Clasista y Combativa
Aquí se dijo también que Carrió es una de las tres C de la Corriente Clasista y Combativa que llevó a Macri hacia la presidencia.
Carrió, Clarín y Córdoba.
En Córdoba ya Macri registra un retroceso electoral (para tratar aparte).
Con Clarín, aunque se le haya entregado más de lo pudorosamente aceptable, Macri no puede confiarse en exceso.
Por su dinámica de conservación, Clarín necesita mantener la credibilidad que legitima. En algún momento vendrá el fin de la celebración que condena lo anterior. Para optar, otra vez, por el sesgo crítico. Por la jactancia relativa de mostrarse como “periodismo independiente”.
Consta que Clarín es la permanencia, y Macri es otro accidente geográfico de la historia. Que hasta hoy no intentó asociarse. O comprarlo, como quiso Kirchner, para domarlo.
¿Podrá resistir Macri un Clarín lanzado en contra durante dos semanas? Como se lo bancó durante años La Doctora.
En definitiva, de la CCC de hierro, a Macri sólo le queda en firme la C de Carrió.
La señora Vidal, La Chica de Flores de Girondo, logró resistirla en la provincia inviable.
En cambio Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, ante el riesgo de la epidemia Lousteau, El Personaje de Wilde, debió doblegarse. Al extremo de haberse convertido en otro de los aceptados en el Templo Pagano de Exhortación de la Cruz.
Por el temor a Sir Lousteau, ambos estadistas, Rodríguez Larreta y Macri, recurren a la protección de Carrió.
En el mejor de los casos, Carrió va a quedar como la gran vencedora del Artificio Autónomo. Del célebre Maxiquiosco, la más efectiva cajita espiritual.
Pobres.
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